El cazador. (The deer hunter). Michael Cimino.
Ficha técnica:
Año: 1978
País: EE.UU.
Dirección: Michael Cimino.
Guión: Michael Cimino, basado en una historia de Deric Washburn
Edición: Peter Zinner.
Producción: Marion Rosenberg, Joan Carelli.
Música: Stanley Myers.
Sonido: James Fritch.
Fotografía: Vilmos Zsigmond.
Efectos especiales: Fred Cramer.
EMY
Ficha artística:
Reparto: Robert de Niro, John Cazale, John Savage, Meryl Streep, Cristopher Walken...
Sinopsis.
Tres obreros siderúrgicos de Pennsylvania son enviados ala Guerra de Vietnam: Michael (Robert de Niro), Steven (John Savage) y Nick (Christophen Walken). Son hechos prisioneros por el Vietcong y obligados a jugar a la ruleta rusa por sus guardianes que realizan apuestas sobre cuál de ellos sobrevivirá, juego de gran arraigo en todo el país. Esta experiencia les produce traumas físicos y psicológicos, y cuando Michael regresa a Saigón para cumplir una promesa hecha a uno de sus amigos, hace un descubrimiento inesperado y horripilante. El film logró cinco Oscars en 1978, entre ellos el de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor Secundario.
El cazador , un film bellísimo, con una fotografía maravillosa y una edición cuidada y brillante es ante todo un canto a la vida cuyo mayor protagonista es el hombre. Todos los recursos, travellings, grúas, fotografía, encuadres, montaje...se ponen al servicio del ciudadano medio americano, multirracial, multicultural, plural, cuyo único nexo de unión es la constitución, la bandera y los himnos. Los personajes son un grupo de jóvenes de una comunidad rusa que aman la vida, que se niegan a crecer, que beben y bailan juntos tras cumplir una dura jornada laboral en una industria siderúrgica que domina la ciudad con sus torres y sus humos, de los que escapan a las bellas montañas de Pennsilvanya para cazar ciervos. La cámara nos demuestra constantemente el origen del grupo con sus movimientos descendentes desde las cúpulas bizantinas de su iglesia ortodoxa hasta centrarse en cualquiera de los jóvenes que deambulan por sus calles, operación recurrente en el film.
Cimino se entretiene buena parte del largo metraje en mostrarnos la alegría de vivir de unos hombres que deben marchar a la Guerra de Vietnam. Uno de ellos se casa con una joven embarazada antes de partir, lo que es una excusa para mostrar una boda con todo el ritual ruso-ortodoxo, y el baile, evento social que permite profundizar en los personajes a través del juego de miradas, acercamientos, sensaciones y sentimientos. La cámara da algunos indicios sobre el futuro de los hombres que van a la guerra, primero focalizando la fotografía enorme de uno de ellos que preside el salón y más tarde derramando vino sobre el traje de la novia, mal presagio en sus tradiciones.
Las secuencias de la guerra, hacia las que se transita a través del sonido de los helicópteros del ejército americano, son breves, pero sus consecuencias pesarán sobre el resto del film. Los tres hombres quedan tocados físicamente y psicológicamente. La vuelta a la vida cotidiana es difícil y esta inadaptación de combatientes y no combatientes a las nuevas circunstancias se refleja en la torpeza de todos ellos al servir una mesa, en la que los comensales ya no son los que eran. El film termina con los protagonistas, principales y secundarios, cantando patéticamente, con sus rostros sin brillo, ni triunfalismo en sus ojos, el himno de la nación que los acogió y de la que se sienten hijos legítimos, pero por la que han pagado un alto peaje. El film se cierra con un congelado del grupo.
El elemento nuclear en torno al cual gira la historia está constituido por los personajes masculinos, simpáticos, sencillos, bebedores, bulliciosos (bella secuencia inicial en un bar de su localidad) ; las mujeres son una comparsa, un grupo de acompañamiento que observa pasivo sus andanzas. Todos los prototipos están presentes: la madre absorbente y dominante, un tanto xenófoba, la novia, la suegra y la nuera, la joven de la que todos se enamoran, la fea de la que huyen en el baile...fijándose los roles de activo/masculino, pasivo/femenino. En las juergas y cacerías jamás están presentes, hecho que verbalizan los personajes masculinos.
Imágenes de los individuos recorriendo las montañas a la caza de los ciervos, con un color y una fotografía excelente, contrastan con las calles populosas y abigarradas, y los palafitos del río Mekong en Saigón, huyendo del Vietcong, los guerrilleros del Norte. Viendo estas imágenes de un pueblo, que hundido en la miseria arriesgaba seriamente su vida por ganar unos dongs o dólares americanos jugando a la ruleta rusa, uno se pregunta de qué huían cuando ya estaban en el infierno. Jóvenes suicidas en los locales clandestinos, jóvenes prostitutas en los lupanares, mendigos, bebés que presenciaban la prostitución de sus madres, constituían la vida cotidiana del pueblo vietnamita, tanto en el norte como en el sur. Ese es el infierno al que se enfrenta en busca de su amigo Michael (Robert de Niro), cuya interpretación, como ocurre siempre no decepciona.
El jovencísimo Christopher Walken, interpreta el papel de un joven repleto de ilusiones y muy vivaz, al que la avaricia de los señores de la guerra arrancó de cuajo, como a muchos otros de su generación la ilusión del sueño americano. EE.UU. no sólo perdió una guerra, perdió el orgullo de sentirse el país de las oportunidades, del respeto al individuo, el defensor de la democracia, ante un pueblo miserable que luchaba por su supervivencia. Por este papel el actor consiguió un Oscar.
El cazador , un film bellísimo, con una fotografía maravillosa y una edición cuidada y brillante es ante todo un canto a la vida cuyo mayor protagonista es el hombre. Todos los recursos, travellings, grúas, fotografía, encuadres, montaje...se ponen al servicio del ciudadano medio americano, multirracial, multicultural, plural, cuyo único nexo de unión es la constitución, la bandera y los himnos. Los personajes son un grupo de jóvenes de una comunidad rusa que aman la vida, que se niegan a crecer, que beben y bailan juntos tras cumplir una dura jornada laboral en una industria siderúrgica que domina la ciudad con sus torres y sus humos, de los que escapan a las bellas montañas de Pennsilvanya para cazar ciervos. La cámara nos demuestra constantemente el origen del grupo con sus movimientos descendentes desde las cúpulas bizantinas de su iglesia ortodoxa hasta centrarse en cualquiera de los jóvenes que deambulan por sus calles, operación recurrente en el film.
Cimino se entretiene buena parte del largo metraje en mostrarnos la alegría de vivir de unos hombres que deben marchar a la Guerra de Vietnam. Uno de ellos se casa con una joven embarazada antes de partir, lo que es una excusa para mostrar una boda con todo el ritual ruso-ortodoxo, y el baile, evento social que permite profundizar en los personajes a través del juego de miradas, acercamientos, sensaciones y sentimientos. La cámara da algunos indicios sobre el futuro de los hombres que van a la guerra, primero focalizando la fotografía enorme de uno de ellos que preside el salón y más tarde derramando vino sobre el traje de la novia, mal presagio en sus tradiciones.
Las secuencias de la guerra, hacia las que se transita a través del sonido de los helicópteros del ejército americano, son breves, pero sus consecuencias pesarán sobre el resto del film. Los tres hombres quedan tocados físicamente y psicológicamente. La vuelta a la vida cotidiana es difícil y esta inadaptación de combatientes y no combatientes a las nuevas circunstancias se refleja en la torpeza de todos ellos al servir una mesa, en la que los comensales ya no son los que eran. El film termina con los protagonistas, principales y secundarios, cantando patéticamente, con sus rostros sin brillo, ni triunfalismo en sus ojos, el himno de la nación que los acogió y de la que se sienten hijos legítimos, pero por la que han pagado un alto peaje. El film se cierra con un congelado del grupo.
El elemento nuclear en torno al cual gira la historia está constituido por los personajes masculinos, simpáticos, sencillos, bebedores, bulliciosos (bella secuencia inicial en un bar de su localidad) ; las mujeres son una comparsa, un grupo de acompañamiento que observa pasivo sus andanzas. Todos los prototipos están presentes: la madre absorbente y dominante, un tanto xenófoba, la novia, la suegra y la nuera, la joven de la que todos se enamoran, la fea de la que huyen en el baile...fijándose los roles de activo/masculino, pasivo/femenino. En las juergas y cacerías jamás están presentes, hecho que verbalizan los personajes masculinos.
Imágenes de los individuos recorriendo las montañas a la caza de los ciervos, con un color y una fotografía excelente, contrastan con las calles populosas y abigarradas, y los palafitos del río Mekong en Saigón, huyendo del Vietcong, los guerrilleros del Norte. Viendo estas imágenes de un pueblo, que hundido en la miseria arriesgaba seriamente su vida por ganar unos dongs o dólares americanos jugando a la ruleta rusa, uno se pregunta de qué huían cuando ya estaban en el infierno. Jóvenes suicidas en los locales clandestinos, jóvenes prostitutas en los lupanares, mendigos, bebés que presenciaban la prostitución de sus madres, constituían la vida cotidiana del pueblo vietnamita, tanto en el norte como en el sur. Ese es el infierno al que se enfrenta en busca de su amigo Michael (Robert de Niro), cuya interpretación, como ocurre siempre no decepciona.
El jovencísimo Christopher Walken, interpreta el papel de un joven repleto de ilusiones y muy vivaz, al que la avaricia de los señores de la guerra arrancó de cuajo, como a muchos otros de su generación la ilusión del sueño americano. EE.UU. no sólo perdió una guerra, perdió el orgullo de sentirse el país de las oportunidades, del respeto al individuo, el defensor de la democracia, ante un pueblo miserable que luchaba por su supervivencia. Por este papel el actor consiguió un Oscar.
Todo el equipo de rodaje funciona a la perfección para transmitir la idea de la belleza de la vida en libertad en contraste con los horrores de la guerra y sus secuelas. Dirección, guión, edición, música, fotografía, interpretaciones, etc. resultan altamente efectivas. Por poner alguna objeción, le sobra metraje cuando incide en alguna idea que ha quedado suficientemente explicitada.
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