El mundo según Barney. Richard J.Lewis.
Basada en el best-seller homónimo del escritor canadiense Mordecai Richleir y localizada entre Roma y Montreal, El mundo según Barney es un gran flashback en el que un ya viejo productor de series de televisión de bajo presupuesto, Barney Panofski (Paul Giamatti) pasa revista a su vida, cuando empieza a perder la facultad que define al hombre: la memoria.
Un brillante Paul Giamatti consigue mentenernos pegados a la pantalla durante 134 minutos, narrándonos una historia corriente de un hombre cada vez más 'normal'. Hijo de un policía sin cultura, Dustin Hoffman, se relaciona con jóvenes bohemios, artistas y adictos a la bebida y a las drogas, a los que está unido por una camaradería muy masculina. En sus juergas y aficiones , especialmente el hockey, cuentan muy poco las mujeres, que incluso se pasan de unos amigos a otros. Aunque se casa tres veces, sólo se enamora de la última, con la que tiene hijos, pero es incapaz de aceptar que desarrolle una actividad profesional fuera del hogar.
Poco agraciado fisicamente, adicto al alcohol, muy amigo de sus amigos, incluido su padre y excluidos los suegros y el que le 'roba' a su mujer, machista en sus más leves comentarios, incluso con compañeras de trabajo, el personaje es de tal humanidad y la interpretación de Giamattí de tal categoría que, a pesar de que le sobran algunos metros, no desciende a la sordidez ni en los peores momentos y logra que comprendas y te solidarices con un hombre así, capaz de incluir al amante de su mujer en las listas de Al-Quaeda o de Hombres-Objeto. Richard J.Lewis ha hecho un retrato de un hombre de los que abundan y ha elegido al mejor actor para representarlo.
La boda judía, como todas lasbodas, sean de la confesión que sean, es ridiculizada: bailes de mujeres rellenas enfundadas en trajes pretenciosos inflándose a pasteles, hombres bebiendo más de la cuenta, chistes 'picantes'...El remate a la ceremonia lo pondrá el propio Barney con una más que alocada actitud. El film no plantea grandes temas para la reflexión, pero te hace pasar un momento agradable
Un brillante Paul Giamatti consigue mentenernos pegados a la pantalla durante 134 minutos, narrándonos una historia corriente de un hombre cada vez más 'normal'. Hijo de un policía sin cultura, Dustin Hoffman, se relaciona con jóvenes bohemios, artistas y adictos a la bebida y a las drogas, a los que está unido por una camaradería muy masculina. En sus juergas y aficiones , especialmente el hockey, cuentan muy poco las mujeres, que incluso se pasan de unos amigos a otros. Aunque se casa tres veces, sólo se enamora de la última, con la que tiene hijos, pero es incapaz de aceptar que desarrolle una actividad profesional fuera del hogar.
Poco agraciado fisicamente, adicto al alcohol, muy amigo de sus amigos, incluido su padre y excluidos los suegros y el que le 'roba' a su mujer, machista en sus más leves comentarios, incluso con compañeras de trabajo, el personaje es de tal humanidad y la interpretación de Giamattí de tal categoría que, a pesar de que le sobran algunos metros, no desciende a la sordidez ni en los peores momentos y logra que comprendas y te solidarices con un hombre así, capaz de incluir al amante de su mujer en las listas de Al-Quaeda o de Hombres-Objeto. Richard J.Lewis ha hecho un retrato de un hombre de los que abundan y ha elegido al mejor actor para representarlo.
La boda judía, como todas lasbodas, sean de la confesión que sean, es ridiculizada: bailes de mujeres rellenas enfundadas en trajes pretenciosos inflándose a pasteles, hombres bebiendo más de la cuenta, chistes 'picantes'...El remate a la ceremonia lo pondrá el propio Barney con una más que alocada actitud. El film no plantea grandes temas para la reflexión, pero te hace pasar un momento agradable
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