El legado del divino Julio en el cine actual.
La cultura clásica tiene una gran implantación en los paises anglosajones, los que le dan la mayor importancia en sus curricula y realizan de largo las mejores investigaciones. Su incorporación en el imaginario de las elites formadas en esta zona de la cultura occidental llegan hasta el cine actual y a géneros en los que es difícil de encontrar en el área Mediterránea, cuna de la civilización greco-latina, como el de terror.
Wes Craven fundamenta su historia de Fred Krueger, Pesadilla en Elm Street, un relato de injusticia y búsqueda de la venganza, en la obra de William Shakespeare y su obra dedicada al gran estadista Julio César. La profesora de literatura de la protagonista, Nancy, mientras ella se encuentra en el centro de una de sus pesadillas, reproduce las palabras del dramaturgo inglés: Lo que se ve no siempre es real. Algo en la naturaleza humana está podrido y el hombre busca la respuesta como el sepulturero, horadando la tierra. César despreció los prodigios en la hora más gloriosa y feliz de Roma, poco antes de que fuera asesinado aquel idus de marzo. Las tumbas quedaron vacías, los amortajados cadáveres vagaron por las calles de la ciudad gimiendo con voz confusa; las estrellas resplandecieron con encendidas colas, cayó lluvia de sangre, se ocultó el sol y el húmedo planeta...
Lo mismo les sucede a los protagonistas de su relato cinematográfico, incapaces de evitar su caída profundizando en su subconsciente, analizando su culpa y reparando las causas que desencadenan el mal. La venganza está servida.
La idiosincrasia de los pueblos no nace de la nada, ni se fundamenta en el adanismo de los medios basura que sumen a los pueblos en la ignorancia y los condenan a repetir una historia que desconocen. Como los vogones de 'El autoestopista galáctico' se van a quedar sin nariz de tanto recibir golpes cada vez que osan poner su cerebro a trabajar.
Wes Craven fundamenta su historia de Fred Krueger, Pesadilla en Elm Street, un relato de injusticia y búsqueda de la venganza, en la obra de William Shakespeare y su obra dedicada al gran estadista Julio César. La profesora de literatura de la protagonista, Nancy, mientras ella se encuentra en el centro de una de sus pesadillas, reproduce las palabras del dramaturgo inglés: Lo que se ve no siempre es real. Algo en la naturaleza humana está podrido y el hombre busca la respuesta como el sepulturero, horadando la tierra. César despreció los prodigios en la hora más gloriosa y feliz de Roma, poco antes de que fuera asesinado aquel idus de marzo. Las tumbas quedaron vacías, los amortajados cadáveres vagaron por las calles de la ciudad gimiendo con voz confusa; las estrellas resplandecieron con encendidas colas, cayó lluvia de sangre, se ocultó el sol y el húmedo planeta...
Lo mismo les sucede a los protagonistas de su relato cinematográfico, incapaces de evitar su caída profundizando en su subconsciente, analizando su culpa y reparando las causas que desencadenan el mal. La venganza está servida.
La idiosincrasia de los pueblos no nace de la nada, ni se fundamenta en el adanismo de los medios basura que sumen a los pueblos en la ignorancia y los condenan a repetir una historia que desconocen. Como los vogones de 'El autoestopista galáctico' se van a quedar sin nariz de tanto recibir golpes cada vez que osan poner su cerebro a trabajar.
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