Virginia Woolf y Mrs. Dalloway...

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Como ya sabemos Virginia Woolf escribió una novela breve, Mrs. Dalloway, que sirvió de base para el film de Stephen Daldry, Las Horas, título original de la obra de la escritora. Hace una descripción de Clarissa, mujer a la que le gustaba agradar a todos y montar fiestas, que la define muy bien, aunque se aparta algo del personaje cinematográfico:

En realidad lo que más le importaba a Elzabeth (su hija) era su perro. Esta mañana la casa entera olía a alquitrán. De todos modos, mas valía que a Elizabeth le diera por el pobre Grizzle que por la señorita Kilman; más valían las peleas y el alquitrán y todo lo demás que quedarse sentada en un dormitorio mal aireado con un libro de rezos en las manos. Más valía cualquier cosa, estaba tentada Clarissa a decidir. Pero, como decía Richard, , quizás fuera solamente una fase, una de estas fases por las que todas las chicas pasan. Quizá se hubiera enamorado. Pero ¿ por qué de la señorita Kilman?, que, desde luego, había tenido mala suerte, lo cual siempre es preciso tener en cuenta, pero que, como Richard decía, era muy competente y tenía verdadera mentalidad histórica. De todos modos, ahora eran inseparables, y Elizabeth, su propia hija, comulgaba; y cómo vestía, y cómo trataba a los invitados que no le caían bien...Por experiencia, Clarissa sabía que el éxtasis religioso endurece los modales de la gente (igual que las causas ); amortigua su sensibilidad, ya que la señorita Kilman era capaz de hacer cualquier cosa por los rusos y se mataba de hambre por los austriacos, pero con su comportamiento privado inflingía una verdadera tortura al prójimo, tan insensible era, ataviada con su impermeable verde. Hacía años que llevaba aquel impermeable verde; sudaba; en cuanto entraba en una habitación nunca pasaban cinco minutos sin que hiciera sentir su superioridad, tu inferioridad; lo pobre que era ella; lo rica que eras tú; cómo vivía en un cuartucho, sin un almohadón, sin una cama, sin una alfombra, o sin lo que sea, con el alma cubierta por la herrumbre de la ofensa, después de haber sido despedida de la escuela, durante la guerra, ¡pobre criatura, amargada y desdichada! Si, porque no se la odiaba a ella sino al concepto de ella, y, sin duda alguna, este concepto llevaba incorporadas muchas cosas que no eran de la señorita Kilman; y la señorita Kilman se había convertido en uno de esos espectros con los que se lucha por la noche, uno de esos espectros que se ponen a horcajadas sobre nosotros y nos chupan la mitad de la sangre, dominadores y tiránicos ...

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