La casa encantada. Ghosts on the loose.William Beaudine.
Éstos son algunos de los carteles confeccionados para una película considerada de serie Z, realizadas para cines de programa doble, vigentes hasta no hace mucho tiempo, dirigida por un cineasta considerado mediocre: William Baudine.
Ficha técnica:
Título original: Ghosts on the loose.
País: USA.
Año: 1943.
Duración: 65 minutos.
Dirección: William Beaudine.
Guión: Kenneth Higgins
Fotografía: Mack Stengler.
Edición: Carl Berson.
Director musical: Edward Kay.
Ingeniero de sonido: Glen Glenn.
Decorador del set: Dave Milton,
Productores: Sam KSam Katzman & Jack Dietz.
Productores asociados: Barney Sarecky.
Monogram Pictures Corp; Barner Productions.
Intérpretes:
Leo Gorcey: Huntz Hall, Bobby Jordan, BelaLugosi, Ava Gadner, Rick Vallim.
Sinopsis.
Betty y Jack acaban de casarse. La ceremonia ha sido un éxito gracias a sus amigos, entre los que se encuentra el hermano de la novia. Los recién casados van a emprender un viaje de novios y los amigos aprovechan la ausencia para decorarles su nuevo hogar, pero se confunden y entran en la casa colindante, donde empiezan a suceder fenómenos extraños.
Comentario.
Beaudine realiza un filme coral, en el que Ava Gadner desempeña un pequeño papel. Transcurrido el tiempo, tanto el sentido del humor como la intriga y la alusión, todavía ingenua, al fenómeno del nazismo , del que apenas se conocía nada, resultan absolutamente infantiles, rozando incluso el patetismo. Yo creo que en su momento sí tuvieron aceptación, y estamos en riesgo de que ésto nos vuelva a pasar si no utilizamos la materia gris: acabaremos riéndonos de tontadas mayúsculas, filmes planos sin salidas de tono ni en la imagen ni en el fondo. Ni siquiera a un niño de corta edad actual le asusta un cuadro de Napoleón que se gira y pierde el abrigo en el que escondía la mano; o un cuadro que, con el mismo mecanismo muestra a una dama y alternativamente el rostro real de Bela Lugosi; ni las flores y los trajes de la funeraria,ni las caídas a lo Tom y Jerry, etc.
Creo que sí debe ser incluido el filme en un antología del cine clásico, junto con obras maestras, porque al lado de Dreyer, Bergman, Robert Wise y muchos otros, se hacían estas payasadas para el gran público, al que imagino partiéndose de risa. En caso contrario jamás se hubieran hecho, especialmente por una industria ávida de mejorar la cuenta de resultados. Un película de uno de los grandes perdía su carga tragi-cómica con una cinta insustancial y ridícula. Todo cabe en el museo del cine, para comprender las bases a partir de las cuales se desarrolló el séptimo arte; ver estas películas ilustra al espectador sobre el aserto, aceptado por amplios sectores, de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
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