Arthur Christmas: Operación regalo.
Ficha técnica:
Título original: Arthur Christmas.
Países: Reino Unido y USA.
Año: 2011.
Duración: 97 mimutos.
Dirección: Sarah Smith.
Co-Dirección: Barry Cook.
Voces: James McAvoy (Arthur), Hugh Laurei (Steve), Jim Broadbent (Santa), Bill Nighy (abuelo Santa), Imelda Stauton (Sra. Santa Claus), Ashley Jensen (Bryony), Eva Longoria (Jefe De Silva). .
Guion: Peter Baynham y Sarah Smith.
Producción: Steve Pegram, Peter Lord, Carla Shelley y David Sproxton.
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: Jericca Cleland.
Montaje: John Carnochan y James Cooper.
Diseño de producción: Evgeni Tomov.
Distribuidora: Sony Pictures Releasing .
Sinopsis.
"¿Cómo reparte Santa Claus todos los regalos en
una noche?" La solución está en la apasionante operación secreta de
alta tecnológica que se lleva a cabo bajo el Polo Norte. El tema central
de la película es una historia con todos los ingredientes de un clásico
de la Navidad; una divertida familia desorganizada y un inesperado
héroe: el hijo más joven de Santa Claus, Arthur. De repente, en la gran
operación de reparto de regalos se pierde uno entre los cientos de
millones de presentes. Es entonces cuando el Santa Claus menos
competente se embarca en una divertida y emocionante misión a
contrarreloj para entregar el último paquete antes de que amanezca.
Comentario:
La compañía británica Aardam Animation Studios en colaboración con Sony Pictures nos trae estas tristes Navidades uno de los mejores productos típicos de estas fiestas, la Compañía Apple abre lujosísimas tiendas en las que ofrece sus creaciones de diseño, mientras negros nubarrones anuncian 'suculentos' sueldos de cuatrocientos euros mensuales para el común de los mortales en el corazón del mundo desarrollado. Siempre se han producido fuertes resistencias a la introducción de innovaciones en el cine, y últimamente la sencilla aplicación de apelativos como blookbuster o mainstream eran suficientes para desprestigiar un film.
Aún recuerdo cierta ocasión en que alguien me dijo: "la moda del 3D pasará pronto". Parece que estaba equivocad@. Pero justo ahora, cuando no sólo las tarifas planas parecen amenazadas y cada vez habrá más problemas para acceder a un modesto portátil, se nos presenta un mundo tecnológico, en el que Santa Claus y sus secuaces usan Google Earth, viajan en nave espacial y organizan la distribución de regalos en su PC. Los padres se rascan el bolsillo para no defraudar a sus infantes y los llevan a una cara sesión de cine, que sustituye a otros espectáculos tradicionales como el circo; los más pobres, si aún pueden pagar teléfonos y electricidad se deberán conformar con alguna sesión pirata en su pequeño ordenador.
Es loable, y al mismo tiempo sólo creíble para mentes beatíficas impregnadas de espíritu navideño, montar una road-movie espléndida, en la que el menor de los hijos de Santa Cllaus, Arthur, emprende un viaje para que una niña, que por error se ha quedado sin su bicicleta, no despierte desencantada. No está mal, de ilusión también se vive. La ilusión de unos lava la conciencia de otros. El arranque del film con un tema de Justin Bieber, Santa Claus is coming to town, supone un ejercicio de marketing para atraer al cine a las miles de groupies adolescentes. Han pensado en todo.
Quienes hemos prestado atención al progreso del sueño de Frankenstein en el cine y no hemos desdeñado la aplicación de las nuevas tecnologías a la gran pantalla, sentimos que, si las masas se ven impedidas por razones económicas en su acceso al progreso tecnológico, éste se resentirá, en la forma y en el fondo. El film de Aardam es un buen producto, que peca de sensiblero al hacer temblar de emoción a tanto espectador por el hecho de que 'una' niña se quede sin bicicleta; en el fondo más de lo mismo. ¿Recordamos Polar Express, que subía al tren a un pobre niño descreído que vestía chilaba? ¿Y aquel cascabel que sólo podían oír los que mantenían un espíritu juvenil hasta el final de su vida?
El romanticismo, con cierto sentimiento de que 'cualquier tiempo pasado fue mejor', está emblematizado en ese trineo que utiliza el quijotesco Arthur, para enmendar desaguisados tecnológicos.
Aún recuerdo cierta ocasión en que alguien me dijo: "la moda del 3D pasará pronto". Parece que estaba equivocad@. Pero justo ahora, cuando no sólo las tarifas planas parecen amenazadas y cada vez habrá más problemas para acceder a un modesto portátil, se nos presenta un mundo tecnológico, en el que Santa Claus y sus secuaces usan Google Earth, viajan en nave espacial y organizan la distribución de regalos en su PC. Los padres se rascan el bolsillo para no defraudar a sus infantes y los llevan a una cara sesión de cine, que sustituye a otros espectáculos tradicionales como el circo; los más pobres, si aún pueden pagar teléfonos y electricidad se deberán conformar con alguna sesión pirata en su pequeño ordenador.
Es loable, y al mismo tiempo sólo creíble para mentes beatíficas impregnadas de espíritu navideño, montar una road-movie espléndida, en la que el menor de los hijos de Santa Cllaus, Arthur, emprende un viaje para que una niña, que por error se ha quedado sin su bicicleta, no despierte desencantada. No está mal, de ilusión también se vive. La ilusión de unos lava la conciencia de otros. El arranque del film con un tema de Justin Bieber, Santa Claus is coming to town, supone un ejercicio de marketing para atraer al cine a las miles de groupies adolescentes. Han pensado en todo.
Quienes hemos prestado atención al progreso del sueño de Frankenstein en el cine y no hemos desdeñado la aplicación de las nuevas tecnologías a la gran pantalla, sentimos que, si las masas se ven impedidas por razones económicas en su acceso al progreso tecnológico, éste se resentirá, en la forma y en el fondo. El film de Aardam es un buen producto, que peca de sensiblero al hacer temblar de emoción a tanto espectador por el hecho de que 'una' niña se quede sin bicicleta; en el fondo más de lo mismo. ¿Recordamos Polar Express, que subía al tren a un pobre niño descreído que vestía chilaba? ¿Y aquel cascabel que sólo podían oír los que mantenían un espíritu juvenil hasta el final de su vida?
El romanticismo, con cierto sentimiento de que 'cualquier tiempo pasado fue mejor', está emblematizado en ese trineo que utiliza el quijotesco Arthur, para enmendar desaguisados tecnológicos.
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