Scream. Wes Craven.





Ficha técnica:

TTítulo original: Scream.
País: USA.
Año: 1996
Duración: 114 minutos.

Dirección: Wes Craven.
Guión: Kevin Williamson.
Casting: Lisa Beach, C.S.A.
Director de Fotografía: Mark Irwin, A.S.C., C.S.C.
Diseño de producción: Bruce Alan  Miller.
Editor: Patrick Lussier.
Musica: Marco Beltrami.


Vestuario: Cinthya Bergstrom.

Producido por Cary Woods y Cathy Conrad.
Productores ejecutivos: Bob Weinstein, Harvey Weinstein y Marianne Maddalena.
Co-productor ejecutivo: Stuart M. Besser.
Co-productor: Dixie J.Capp.
Compañías: Dimension Films. Woods Entertainment, Wes Graven Film.

Intérpretes:

Drew Barrymore: Casey,
Roger Jackson: Phone Voice,
Kevin Patrick Walls: Steve,
David Booth: Casey's Father,
Carla Hatley: Casey's Mother,
Neve Campbell: Sidney,
Skeet Ulrich: Billy,
Lawrence Hecht: Mr. Prescott,
Courteney Cox: Gale Weathers,
W.Earl Brown: Kenny,
Rose McGowan: Tatum.
David Arquette: Deputy Dewey
Joseph Whipp: Sheriff Burke.
Matthew Lillard: Stuart.
Jamie Kennedy: Randy.
Liev Schreiber: Cotton Veary.


Sinopsis:

Varios asesinatos en serie aterrorizan a un tranquilo vecindario. El assino, con la inteligencia propia de un depredador,  emplea su amor por las películas de terror para convertir la zona en un auténtico infierno: aprovecha sus conocimientos del género para asustar  a sus víctimas, engañar a la policía y burlar a sus perseguidores.

Comentario.
El conocimiento del género de terror y especialmente el slahser inspiraron a Wes Craven para realizar una película que ironiza  mediante el uso del  metalenguaje cinematográfico  sobre  el propio cine. El resultado es una película coral, como corresponde a un título en el que los protagonistas principales son adolescentes, alumnos de lo que en España llamamos instituto y en el ámbito de la lengua inglesa se denomina high school.

El slasher, inspirado en el giallo italiano, se  caracteriza por el uso de armas con filo, cortantes, como cuchillos  de gran tamaño que existen en todas las cocinas y la cámara los focaliza al recorrer estas estancias. Los  motivos del asesino  van desde el deseo de venganza de algunos jóvenes por los pecados sexuales de sus padres, cuyo resultado es la ruptura del matrimonio y la desestructuración de la familia, acusando siempre a la mujer, Maureen Prescott en Scream, otros por afán de superación, como Stuart  (Matthew Lillard), que buscan el éxtasis en reproducir la ficción.

Wes Craven se esfuerza en recordar al espectador que está asistiendo a una representación catártica, en la que los miedos y temores que albergan en su psique se liberarán a través de los gritos y los sustos. Desvela sus referentes cuando se hace llamar por uno de los jóvenes Wes Carpenter, y  realiza cameos constantes a sus propias películas, Pesadilla en Elm Street, y a las películas más emblemáticas del género de terror: Carry, Psicosis, El silencio de los corderos, mientras en la pantalla del televisor se proyecta un clásico de miedo. El cine no crea psicópatas, dice uno de los jóvenes, los hace más creativos.

El peligro se cierne sobre jóvenes que celebran sus fiestas en casa, estando ausentes los adultos, y las reglas para supervivir son: no practicar el sexo con vírgenes, no beber alcohol, y no decir jamás cuando abandonas la habitación en la que se congrega el grupo "Ahora vuelvo". Los filmes de John Carpenter o Wes Craven  denuncian la moral puritana de la América profunda, en la que chicos y chicas de familias acomodadas, que vivien en casas con jardín y piscina y están sobreprotegidos, tienen una vida paralela desconocida por los padres, de la que no está exenta una vida sexual de adultos y una búsqueda de nuevas experiencias más allá de los límites permitidos y usan el teléfono móvil como un nuevo miembro de su propio cuerpo..

La primera víctima, Casey (Drew Barrymore) está cocinando palomitas, práctica muy habitual, en casa o en el cine,  de muchos espectadores que asocian el disfrute de una película con el consumo de este alimento lúdico. De la manera más inteligente Wes Craven reúne los iconos, personajes, que se cubren tras una máscara para esconder sus fechorías y luego integrarse a la vida cotidiana como seres normales, los modelos de actuación, los trucos, e incluso el vicio de masticar mientras miras, para ironizar sobre su propio trabajo, el de los maquilladores que usan mermeladas que emulan la sangre para impresionar, guionistas o fotógrafos. La prensa y la policía tampoco salen indemnes de su mirada caústica y un tanto cínica.

Un buen film  para sacar nuestros monstruos fuera y exorcizar nuestros miedos, siguiendo el consejo de Wes Craven.

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