Enemigos públicos. Michael Mann.
Ficha técnica:
Título original: Public enemies.
País: USA
Año: 2009.
Duración: 140 minutos.
Dirección: Michael Mann.
Guión: Ronan Bennett, Michael Mann y Ann Biderman, basado en la novela de Bryan Burrough.
Casting: Avy Kaufman, C.S.A., Bonnie Timmermann.
Musica: Elio Goldenthal.
Director de Fotografía: Dante Spinotti, A.S.C., A.I.C..
Producción: Kevin Misher, Michael Mann.
Productor ejecutivo: G. Mac Brown.
Diseño de producción: Nathan Crowley.
Productor manager: Julie Herrin.
Edición: Paul Rubell, A.C.E., Jeffrey Ford, A.C.E.
Vestuario: Colleen Atwood.
Co-Productores: Bryan H. Carroll, Gusmand Cesaretti, Kevin de la Noy.
Universal Pictures & Relativity Media, Tribeca Productions, Forward Pass & Misher Films, Appian Way.
Intérpretes:
Johnny Depp: John Dillinger,
Christian Bale: Melvin Purvis,
Marion Cotillard: Billie Frechette.,
Billy Crudup: J. Edgar Hoover,
Stephen Dorff, Stephen Lang,
James Russo: Walter Dietrich,,
David Wenham : Harry 'Pete? îerpont.
Christian Stolte: Charles Makley,,
Jason Clarke: 'Red' Hamilton,
Branka Katic: Anna Sage,
Wesley Walker: Jim Leslie,
Stephen Graham: ,?Baby face' Nelson,
Giovanni Ribisi: Alvin Karpis,
Matt Craven: Gerry Campbell,
Leelee Sobieski: Polly Hamilton,
Channing Tatum: Pretty Boy Floyd,,
Emilie de Ravin: Barbara Patzke.
Sinopsis:
Jhonny Deep interpreta el papel del carismático y evasivo ladrón de bancos, calificado por el FBI como el 'enemigo público numero uno ' en América, perseguido sin descanso por el agente del FBI Melvin Purvis (Christian Bale). Una historia de amor se cruza en esta historia de ladrones y policías, en un momento en que el mundo del crimen organizado se estaba reorganizando al compás de las nuevas tecnologías, y especialmente lo que supuso la expansión del teléfono, que permitía hacer los desfalcos en los despachos.
Comentario.
Noël Simsolo analiza los fundamentos de la novela y el cine negro, las bases políticas y socioeconómicas que hicieron posible el surgimiento del crimen organizado en Estados Unidos y la evolución histórica que condujo a su desaparición en la forma tradicional y romántica en que fue tratado por la ficción desde el papel hasta el mundo de las imágenes. " A partir de diciembre de 1933, fecha en la que Franklin Roosvelt deroga el decreto sobre la prohibición, el gangsterismo se fue estancando. Ha terminado el reinado de los bootleggers y de los sangrientos ajustes de cuentas entre bandas rivales. La miseria social y económica crea otro tipo de bandas. Los criminales se reconvierten, infiltrándose en los sindicatos o dirigiendo el tráfico de drogas, las casas de juegos y la prostitución, pero hay algunos que se quedan al margen de estas organizaciones, atracan bancos en solitario y matan para proteger su fuga. El público tiene tendencia a admirarlos, comparándolos con los Jesse James y Billy el Niño del siglo anterior. Les presta un romanticismo libertario de 'desperados' y los convierte en los 'Robin Hood' de la Gran Depresión. Por ironía del destino, uno de ellos, John Dillinger, será abatido por la policía cuando salga de la proyección de la película de 'gángsters' blanca 'Manhattan Melodrama' (El enemigo público número 1 de Van Dyke, de 1934). Este punto final trágico para la carrera de un criminal ilustra la nueva situación instaurada por Roosvelt con su programa de represión del gangsterismo". (Noël Simsolo.El cie negro.pág. 97)
Este preámbulo, aunque largo, parece necesario, sitúa el análisis del film y permite entender mejor el espíritu que anima a Michael Mann, un director que se caracteriza por establecer conexiones con el mundo actual. Dos hombres a ambos lados de la Ley. Melvin Purvis (Christian Bale) del FBI y John Dillinger, un atracador de bancos, se van a enfrentar en todos los terrenos: el estratégico, el moral y sobre todo el social. A diferencia de los protagonistas de American Gangster de Ridlye Scott, en el que ladrón y policía pertenecen a las clases bajas, aquí Purvis pertenece a la élite blanca del sur, de valores muy tradicionales, como la caballería, parafraseando a su propio hijo. Estos valores se transmiten de generación en generación, y se consideran a sí mismos 'de buena familia', concepción que parte de la facción de los 'boni' u 'optimates' romanos (los buenos o los mejores), que incluía a un sector del patriciado; otros nobles romanos formaban parte de la facción popular, como Julio César. Esta creencia se ha ido arrastrando desde la antigüedad, pero nada tiene que ver con la bondad como cualidad humana. De hecho Melvin Purvis, hombre a los que los suyos considerarían culto porque ser había licenciado en derecho en la Universidad de California, leía, con las censuras que su grupo imponía, o le gustaba la ópera, no podía aceptar que otro hombre, procedente de la clase media baja, no criminal, pues la idea arranca de la delincuencia que surgió como consecuencia de la Gran Depresión, no resulta fácil de vencer.
El agente del FBI no sólo se veía constantemente burlado por un hombre que tenía claro que 'lo importante no es de donde vienes sino a dónde vas', se sentía humillado también por su jefe J.Edgar Hoover, cuya vida se ha llevado recientemente al cine, encarnado por Leonardo DiCaprio, un proto-fascista que adoctrinaba a los niños de la clase alta y premiaba valores como la delación, galardonándoles con medallas por actuaciones muy dudosas. A esta escena inquietante Mann une otra más truculenta que cuestiona los procedimientos de represión del crimen que repugnaban incluso a algunos hombres de la Agencia , algunos de ellos corruptos. Una secuencia memorable es aquella en la que uno de los hombres de Dillinger, a punto de morir a causa de una bala que lleva alojada en un ojo, es torturado presionando sobre la herida, ante la repugnancia del médico que atiende al moribundo. Todo vale para capturar, vivo o muerto, al delincuente, incluso poner en riesgo la vida de ciudadanos corrientes. Por otro lado Dillinger goza de la simpatía de un pueblo al que respeta sus ahorros y de grandes complicidades en todas las cárceles. Pero Dillinger tiene un punto débil: su amor por Billie, que tarde o temprano le arrastrará a una ratonera.
Se ha considerado el film un obra maestra, por el respeto en las ambientaciones y los buenos diálogos, y se ha aplaudido el trabajo de Christian Bale y Jhonny Deep, aunque se les ha minusvalorado respecto a otros compañeros de reparto como Billy Cudrup, que representa a J.Edgar. No comparto esta opinión. Si Christian Bale debía interpreta a un aristócrata, un perseguidor empedernido de una alimaña, calculador y frío, lo consigue plenamente; Johnny Deep no es una réplica de James Gagney o Clark Gable, hombres maduros y templados, sino que su imagen se aproxima más a la del auténtico bandido, qur murió cuando tan sólo tenía 31 años y aún era capaz de enamorar a una jovencita, como él, hija de una mujer india. 'Los caballeros y los plebeyos sólo se distinguen por la vestimenta' decía el Robin Hood de Ridley Scott, y la verdad es que los gángsters de Michael Mann visten de forma tan elegante y discreta como los hombres del FBI y llevan buenos coches. Dillinger era sin duda un criminal, pero su opositor no lo era menos. Al año siguiente de la muerte del famoso atracador de bancos se retiró del FBI, y a principios de los 60 se quitó la vida. ¿Algo no le dejaba dormir,según la acusación del bandido?
Otro testimonio más de las secuelas de las grandes crisis económicas, en las que amplios sectores de la población tenían entre sus héroes a famosos bandidos, a los que incluso cobijaban y daban ayuda. Dillinger llegó tarde para integrarse en nuevas formas de delincuencia, sin pistolas ni metralletas, merced a inventos tan sencillos para nosotros como el teléfono.Hoy nos parece 'marciano' que alguien tenga que bajar a una cabina para comunicarse con otra persona, porque ni tan siquiera tiene teléfono en casa. Pinchando un sólo teléfono estratégico tenías al sospechoso en tus manos. Los sindicatos, que comenzaron utilizando a pistoleros para defenderse, acabaron convirtiéndose en auténticos mafiosos, que primero los utilizaron como manporreros, y luego los dejaron en la estacada. Los negocios fraudulentos los hacían sin moverse de sus 'oficinas'. Hoy el mundo es mucho más complejo y los negocios se hacen al segundo con un ordenador; una simple orden puede cambiar la vida de muchas personas, sin necesidad de contratar a ningún gángster, lo que dificulta el surgimiento de estos personajes populares, que han hecho correr ríos de tinta y han llenado nuestras pantallas.
¿Podemos imaginar cómo será el final del mundo que conocemos y el nacimiento de otro nuevo? ¿Qué se llevará por delante la transición de uno a otro? Michael Mann hace su apuesta, el espectador puede aceptarla o no, pero no cabe duda que pone las bases para la reflexión sobre lo que sucedió muy poco después.
Comentario.
Noël Simsolo analiza los fundamentos de la novela y el cine negro, las bases políticas y socioeconómicas que hicieron posible el surgimiento del crimen organizado en Estados Unidos y la evolución histórica que condujo a su desaparición en la forma tradicional y romántica en que fue tratado por la ficción desde el papel hasta el mundo de las imágenes. " A partir de diciembre de 1933, fecha en la que Franklin Roosvelt deroga el decreto sobre la prohibición, el gangsterismo se fue estancando. Ha terminado el reinado de los bootleggers y de los sangrientos ajustes de cuentas entre bandas rivales. La miseria social y económica crea otro tipo de bandas. Los criminales se reconvierten, infiltrándose en los sindicatos o dirigiendo el tráfico de drogas, las casas de juegos y la prostitución, pero hay algunos que se quedan al margen de estas organizaciones, atracan bancos en solitario y matan para proteger su fuga. El público tiene tendencia a admirarlos, comparándolos con los Jesse James y Billy el Niño del siglo anterior. Les presta un romanticismo libertario de 'desperados' y los convierte en los 'Robin Hood' de la Gran Depresión. Por ironía del destino, uno de ellos, John Dillinger, será abatido por la policía cuando salga de la proyección de la película de 'gángsters' blanca 'Manhattan Melodrama' (El enemigo público número 1 de Van Dyke, de 1934). Este punto final trágico para la carrera de un criminal ilustra la nueva situación instaurada por Roosvelt con su programa de represión del gangsterismo". (Noël Simsolo.El cie negro.pág. 97)
Este preámbulo, aunque largo, parece necesario, sitúa el análisis del film y permite entender mejor el espíritu que anima a Michael Mann, un director que se caracteriza por establecer conexiones con el mundo actual. Dos hombres a ambos lados de la Ley. Melvin Purvis (Christian Bale) del FBI y John Dillinger, un atracador de bancos, se van a enfrentar en todos los terrenos: el estratégico, el moral y sobre todo el social. A diferencia de los protagonistas de American Gangster de Ridlye Scott, en el que ladrón y policía pertenecen a las clases bajas, aquí Purvis pertenece a la élite blanca del sur, de valores muy tradicionales, como la caballería, parafraseando a su propio hijo. Estos valores se transmiten de generación en generación, y se consideran a sí mismos 'de buena familia', concepción que parte de la facción de los 'boni' u 'optimates' romanos (los buenos o los mejores), que incluía a un sector del patriciado; otros nobles romanos formaban parte de la facción popular, como Julio César. Esta creencia se ha ido arrastrando desde la antigüedad, pero nada tiene que ver con la bondad como cualidad humana. De hecho Melvin Purvis, hombre a los que los suyos considerarían culto porque ser había licenciado en derecho en la Universidad de California, leía, con las censuras que su grupo imponía, o le gustaba la ópera, no podía aceptar que otro hombre, procedente de la clase media baja, no criminal, pues la idea arranca de la delincuencia que surgió como consecuencia de la Gran Depresión, no resulta fácil de vencer.
El agente del FBI no sólo se veía constantemente burlado por un hombre que tenía claro que 'lo importante no es de donde vienes sino a dónde vas', se sentía humillado también por su jefe J.Edgar Hoover, cuya vida se ha llevado recientemente al cine, encarnado por Leonardo DiCaprio, un proto-fascista que adoctrinaba a los niños de la clase alta y premiaba valores como la delación, galardonándoles con medallas por actuaciones muy dudosas. A esta escena inquietante Mann une otra más truculenta que cuestiona los procedimientos de represión del crimen que repugnaban incluso a algunos hombres de la Agencia , algunos de ellos corruptos. Una secuencia memorable es aquella en la que uno de los hombres de Dillinger, a punto de morir a causa de una bala que lleva alojada en un ojo, es torturado presionando sobre la herida, ante la repugnancia del médico que atiende al moribundo. Todo vale para capturar, vivo o muerto, al delincuente, incluso poner en riesgo la vida de ciudadanos corrientes. Por otro lado Dillinger goza de la simpatía de un pueblo al que respeta sus ahorros y de grandes complicidades en todas las cárceles. Pero Dillinger tiene un punto débil: su amor por Billie, que tarde o temprano le arrastrará a una ratonera.
Se ha considerado el film un obra maestra, por el respeto en las ambientaciones y los buenos diálogos, y se ha aplaudido el trabajo de Christian Bale y Jhonny Deep, aunque se les ha minusvalorado respecto a otros compañeros de reparto como Billy Cudrup, que representa a J.Edgar. No comparto esta opinión. Si Christian Bale debía interpreta a un aristócrata, un perseguidor empedernido de una alimaña, calculador y frío, lo consigue plenamente; Johnny Deep no es una réplica de James Gagney o Clark Gable, hombres maduros y templados, sino que su imagen se aproxima más a la del auténtico bandido, qur murió cuando tan sólo tenía 31 años y aún era capaz de enamorar a una jovencita, como él, hija de una mujer india. 'Los caballeros y los plebeyos sólo se distinguen por la vestimenta' decía el Robin Hood de Ridley Scott, y la verdad es que los gángsters de Michael Mann visten de forma tan elegante y discreta como los hombres del FBI y llevan buenos coches. Dillinger era sin duda un criminal, pero su opositor no lo era menos. Al año siguiente de la muerte del famoso atracador de bancos se retiró del FBI, y a principios de los 60 se quitó la vida. ¿Algo no le dejaba dormir,según la acusación del bandido?
Otro testimonio más de las secuelas de las grandes crisis económicas, en las que amplios sectores de la población tenían entre sus héroes a famosos bandidos, a los que incluso cobijaban y daban ayuda. Dillinger llegó tarde para integrarse en nuevas formas de delincuencia, sin pistolas ni metralletas, merced a inventos tan sencillos para nosotros como el teléfono.Hoy nos parece 'marciano' que alguien tenga que bajar a una cabina para comunicarse con otra persona, porque ni tan siquiera tiene teléfono en casa. Pinchando un sólo teléfono estratégico tenías al sospechoso en tus manos. Los sindicatos, que comenzaron utilizando a pistoleros para defenderse, acabaron convirtiéndose en auténticos mafiosos, que primero los utilizaron como manporreros, y luego los dejaron en la estacada. Los negocios fraudulentos los hacían sin moverse de sus 'oficinas'. Hoy el mundo es mucho más complejo y los negocios se hacen al segundo con un ordenador; una simple orden puede cambiar la vida de muchas personas, sin necesidad de contratar a ningún gángster, lo que dificulta el surgimiento de estos personajes populares, que han hecho correr ríos de tinta y han llenado nuestras pantallas.
¿Podemos imaginar cómo será el final del mundo que conocemos y el nacimiento de otro nuevo? ¿Qué se llevará por delante la transición de uno a otro? Michael Mann hace su apuesta, el espectador puede aceptarla o no, pero no cabe duda que pone las bases para la reflexión sobre lo que sucedió muy poco después.
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