King Kong. Peter Jackson.
Ficha técnica:
Título original:
País: USA.
Año: 2005.
Duración: 187 minutos.
Dirección: Peter Jackson.
Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson,basado en una historia de Merian C. Cooper y Edgar Wallace.
Casting: Victoria Burrows, Liz Mullane, John Hubbard y Dan Hubbard, Ann Robinson.
Música: James Newton Howard.
Director de Fotografía: Andrew Lesnie, A.C.S., A.S.C..
Edición: Jamie Selkirk, A.C.E., con Jabez Olssen.
Directores de animación: Christian Rivers y Eric Leighton.
Vestuario: Terry Ryan.
Maquillaje, criaturas y miniaturas: Richard Taylor.
Producida por: Jan Blenkin, Carolynne Cunningham, Fran Wals, Peter Jackson.
Co-Productores: Philippa Boyens, Eileen Moran.
Diseño de producción: Grant Major.
Compañías:: Universal Pictures /WingNut Films.
Intérpretes:
Naomi Watts: Ann Darrow,
Adrien Brody: Jack Driscoll,
Jack Black: Carl Denham.
Thomas Kretshmann: Capitan Englehorn,
Jamie Bell: Jimmy
Colin Hanks: Preston,
Evan Parke: Hayes,
Lobo Chan: Choy
Premios (Filmaffinity):
2005: 3 Oscars: Mejores efectos visuales, efectos sonoros, sonido. 5 nominaciones
2005: 2 Nominaciones al Globo de Oro: Mejor director, banda sonora original
2005: Premios BAFTA: Mejores efectos visuales: 2 nominaciones
2005: Premio Especial en el Festival de Toronto: Andy Serkis
La crítica recibió con grandes alabanzas el film de un Peter Jackson, que soñaba con llevar a la pantalla la película que le marcó en su infancia. Frente a ellas Pablo Kurt de Filmaffinty, realiza un análisis que comparto plenamente: " Evidentemente es entretenida; entretiene tanto que le sobra entretenimiento. Asombrosa también lo es un rato; un rato tan largo que al final es todo el rato. Pero eso sí: cuando la acción ya te ha acabado de saturar, entonces aparece lo mejor: esas miradas del monito, esos ojitos tristes que dan tanta pena que te entran ganas de llevártelo a tu casa, a que le haga compañía a Gollum. Pero el monito es de Naomi, la chica guapa que también conquista los ojitos no menos tristes de un Brody que no te llevarías a casa...
Tras una primera secuencia que describe visualmente las consecuencias de la Gran Depresión, la consecuencia del viernes negro en Wall Street, y muestra la forma diferente con que la crisis golpeó a las clases sociales, focalizando la atención del espectador en los poblados de chabolas de madera que surgieron alrededor de la ciudad que imaginara Mies Van Der Rohe, con sus grandes rascacielos, el reparto diario de comida a los desempleados, los desahucios, las populosas manifestaciones y la precariedad de los artistas, frente a un público gordo y opulento que ríe groseramente ante las comedias más tontas y evasivas, comienza un film de aventuras, para entretener a las masas, en el que la belleza puede acabar con el monstruo, insuflando algo de esperanza a un pueblo que la había perdido por completo.
Tras una primera secuencia que describe visualmente las consecuencias de la Gran Depresión, la consecuencia del viernes negro en Wall Street, y muestra la forma diferente con que la crisis golpeó a las clases sociales, focalizando la atención del espectador en los poblados de chabolas de madera que surgieron alrededor de la ciudad que imaginara Mies Van Der Rohe, con sus grandes rascacielos, el reparto diario de comida a los desempleados, los desahucios, las populosas manifestaciones y la precariedad de los artistas, frente a un público gordo y opulento que ríe groseramente ante las comedias más tontas y evasivas, comienza un film de aventuras, para entretener a las masas, en el que la belleza puede acabar con el monstruo, insuflando algo de esperanza a un pueblo que la había perdido por completo.
La ejecución y la ambientación son buenas y no se puede negar que Peter Jackson domina los nuevos medios de representación cinematográfica basados en la tecnología digital. No obstante el exceso de metraje, la prolongación de secuencias con bichos de todas las especies, y el 'amor' entre el primate y la joven rubia, Ann (Naomi Wats), no sólo provocó en su momento una limitación de la edad del público potencial, que acudía a la sala de proyecciones, sino que desvirtuó toda la carga simbólica de la película original. Algunas escenas rozan el ridículo, especialmente las finales: la danza del gorila con la chica en un Central Park lleno de luces navideñas, la puesta del sol en la cima del Empire State, el abrazo final de la protagonista y el escritor, encarnado por Adrien Brody y los absurdos comentarios de los periodistas: ¿Por qué lo habrá hecho? Ahí arriba no podía tener salida", dice uno. "Sólo era un animal bobo. Qué iba a saber. De todas formas los aviones lo han matado", responde otro. Carl Denham (Jack Black) concluye: "No fueron los aviones, fue la belleza lo que mató a la bestia". A partir de aquí ya no entendemos nada, o le faltó coraje para ser más explícito al hacer su remake de una obra que tanto le marcó. No sabemos qué siente Ann por King Kong o por el escritor independiente Driscoll (Adrien Brody). ¿Era simplemente una defensora de los animales, una animalista como ahora las llaman los americanos?
Peter Jackson hace un homenaje al cine de su tiempo, a George Lucas y especialmente a Steven Spielberg, y denuncia los certámenes y festivales cinematográficos que se convierten en auténticas farsas, como la sustitución de la rubia original por una doble, que no engaña a nadie y menos al monstruo. La imagen de los nativos, medio zombies, es demoledora. La primera niña indígena parece extraída de una película de terror china. Cine dentro del cine, con un metalenguaje que sataniza a un director depredador, que no duda en machacar a su equipo con tal de salvar su cinta. Fracasado su intento, desplaza el monstruo a la gran urbe deprimida, que se encarga de rematar al que había sobrevivido a la crisis económica. En el film de 1933 la protagonista de la película que se realiza dentro de la propia película es una auténtica mendiga, reclutada en un hogar de acogida de mujeres sin techo ni hogar; una muerta de hambre que se traslada a un escenario al que no podría llevarse a ninguna actriz en activo.
Lo bueno, si es breve, es dos veces bueno, dice el refrán popular. Esto no lo ha entendido el director, y, cuando el espectador lleva dos hora removiéndose en su butaca, ya no sabe de qué le están hablando. El endiosamiento de la mujer o el hombre blanco en ciertas culturas primitivas, que ofrecían vírgenes a sus divinidades como tributo, sólo queda claro para los cinéfilos, y pesan más las luchas con todo tipo de criaturas que el personaje que da nombre a la cinta: King Kong.La imagen barroca y abigarrada que integra el paisaje con los edificios y los personajes y reduce a unos cuantos fotogramas los más limpios y minimalistas, llega a resultar cansina y excesivamente explícita. Cuando todos juntos llegamos a New York, estamos francamente cansados, y sin saber exactamente qué nos ha querido contar Peter Jackson.
Quienes siguen nuestro blog saben que no nos molestan en absoluto la aplicación de las nuevas tecnologías al cine, especialmente cuando están al frente de su aplicación buenos profesionales. No estamos en contra del progreso de los modos de representación. En esta ocasión Peter Jackson, al que admiramos, se ha excedido en la repetición y redundancia de situaciones, abuso que ha perjudicado al relato de la historia y su carga semántica. Dos años después de realizarse el film comenzó una crisis global sin precedentes, que sin duda incide en las mentalidades, como lo hizo en 1933 en Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, que llevaron a la pantalla una obra mucho más verosimil, con un monstruo cruel, menos blandengue y unos emprendedores más voraces. Esta idea la recoge una espectadora neoyorkina que asiste al espectáculo de Dehnam: "¿ Es que no hay bastantes gorilas en New York?". La bella de 1933 nunca deja de tener miedo a la bestia; el ensimismamiento de la Ann protagonizada por Naomi Watts produje sonrojo.
Quienes siguen nuestro blog saben que no nos molestan en absoluto la aplicación de las nuevas tecnologías al cine, especialmente cuando están al frente de su aplicación buenos profesionales. No estamos en contra del progreso de los modos de representación. En esta ocasión Peter Jackson, al que admiramos, se ha excedido en la repetición y redundancia de situaciones, abuso que ha perjudicado al relato de la historia y su carga semántica. Dos años después de realizarse el film comenzó una crisis global sin precedentes, que sin duda incide en las mentalidades, como lo hizo en 1933 en Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, que llevaron a la pantalla una obra mucho más verosimil, con un monstruo cruel, menos blandengue y unos emprendedores más voraces. Esta idea la recoge una espectadora neoyorkina que asiste al espectáculo de Dehnam: "¿ Es que no hay bastantes gorilas en New York?". La bella de 1933 nunca deja de tener miedo a la bestia; el ensimismamiento de la Ann protagonizada por Naomi Watts produje sonrojo.
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