Al Capone. Richard Wilson.





Ficha técnica:

Título original: Al Capone.
País: USA.
Año: 1959.
Duración: 103 minutos
Dirección:  Richard Wilson.
Guión: Malvin Wald y Henry F. Greenberg.
Director de Fotografía: Lucien Ballard, A.S.C.
Manager: Lonnie  D'Orsa.
Edición: Walter Hannemann, A.C.E.
Diseño de producción: Hilyard Brown.
Maquillaje:  Dave Grayson.
Musica: David Raksin.
Producción: John Burrows y Leonard Ackerman.
Compañçias: Allied Artists Picture, Burrows-Ackerman Production.


Intérpretes:

Rod Steiger: Al Capone.
Fay Spain,
James Gregory,
Martin Balsam
Nehemiah Persoff


Sinopsis:

Algunos le conocían como Caracortada, otros como el enemigo publico número uno...Él era Al Capone, el gángster más famoso de todos los tiempos, el peor embajador de Chicago. La película relata sus inicios en el mundo del hampa así como su imparable ascenso e inevitable caída por evasión de impuestos...toda una ironía que acabó con la carrera delictiva del más prolífico  crfiminal de la historia de los Estados Unidos.

Interpretado por el ganador de un Oscar, Rod Steiger, en uno de sus papeles más memorables y dirigido objetivamente por Richard Wilson, nos encontramos ante el largometraje que hasta el momento mejor retrata la controvertida vida del gángster más conocido de todos los tiempos.

Comentario.

En la década de los 50 se extendió por los estudios hollywoodienses  la nostalgia de los filmes de cine negro de los años  30 y se financiaron biopics de los grandes gángsters, entre los que no podía faltar la biografía del más notable de todos ellos: Alfonso  Scarface Capone. Su vida  transcurre paralelamente a la del crimen organizado: un hombre modesto, sin estudios y con mucha ambición comienza su carrera delictiva desde los escalones más bajos, como guardaespaldas de un mafioso,  Torrio, progresa gracias a la la Ley Volstead o Ley Seca y a su ambición desmedida, enfrentándose a  hombres como O'Bannion  (el florista), Moran, Wais y otros, contra los que organiza la famosa matanza de San Valentín, hasta entrar en negocios aparentemente legales, basados en la coacción, rodeado de  periodistas como Keely,  que encubren sus delitos y  personajes 'respetables'. El asesinato de  Keely  atrae la atención  del público y acaba condenado por evasión de impuestos, delito que le acarreó   una pena de prisión de 11 años. En la cárcel sufrió el acoso de miembros de otras bandas y murió, apenas liberado, víctima de una enfermedad incurable. La ley acabó con él, aunque no pudo demostrar sus mayores atrocidades.

La película, filmada en blanco y negro como las primeras realizaciones del género, `plagada de magníficos encuadres  muy repetidos en películas posteriores y secuencias  espectacularmente dirigidas y editadas, como la del asesinato del periodista en una estación de metro, muestra que más que en una gran inteligencia  lo que garantizaba el éxito social y el ascenso en la organización criminal  era  la falta de escrúpulos y el conocimiento del valor del dinero como instrumento de corrupción y compra de voluntades de 'ciudadanos honrados'.  Como en otros muchos relatos policíacos,  no falta el esforzado agente de  la Ley, el inspector Schaefer,  empeñado en meter entre rejas al famoso delincuente. Aunque nunca se pudieron demostrar sus crímenes, era célebre a causa de estas actividades delictivas,  hecho que le atrajo la  admiración de algunos ciudadanos, como la mujer que le pide un autógrafo cuando se ausenta de Chicago para no entorpecer el triunfo en las elecciones municipales de sus  políticos-títeres. Y  aconteció lo que  parecía imposible que sucediera, en contra de los vaticinios de sus voceros: el esfuerzo de parte de la población que se atrevió a votar en libertad y la obstinación del inspector acabaron imponiéndose, y  entre todos ellos lograron que pasara sus últimos años  de vida en la cárcel de Alcatraz, con el número 2574. Cuando abandonó sus muros, enfermo y acosado,  su tiempo se había acabado. Murió en 1947,  con sus facultades mentales perturbadas.

Noël Simsolo afirma que algunos consideran estos filmes como el brusco revelador de la otra cara de los espejismos del sueño americano, mientras otros contemplan  esta forma de cine una amalgama de las complejidades del alma humana en todas las circunstancias y en todos los países del mundo. Magnífica invitación a la reflexión sobre la semilla que estos hombres dejaron, que siguen llenando cada día las páginas de los periódicos, muchas veces ante la misma indiferencia, cuando no  sumisión, del público, que denuncia la  imagen de la petición de un autógrafo, de la que alerta la voz en off que cierra la cinta.

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