El tercer hombre. Carol Reed.









Ficha técnica: 


Título original: The Third Men.
País:Reino Unido.
Año: 1949 .
Duración: 104 minutos.

Dirección: Carol Reed.
Guión: Graham Greene.
Fotografía Robert Krasker. Blanco y negro.
Música: Anton Karas.
Montaje: Oswald Hafenrichter.
Diseño del set:  Vincent Korda, John Hawkesworth, Joseph Bato.

Maquillaje: George Frost.
Peluquería: J. Shear. Suevia

Productores: Alexander Korda y David O.Selznick. Carol Reed.
Productores asociados: Hugh Perceval.
Productor manager: T.S. Lyndon-Haynes. Films, London Films Productions. Distribución: British Lion Film Corporation.

Reparto:


Joseph Cotten: Holly Martins,
Orson Welles: Harry Lime,
Alida Valli: Anna Schmidt,
Trevor Howard  General Calloway,
Paul Hoerbiger: portero de la casa de Harry.
Ernst Deutsch: Kurtz,
Erich Ponto: Popescu,
Siegfried  Breuer: Doctor Winkel.
Hedwig Bleibtreu: Casera de Anna,
Bernard Lee: Paine.

Premios:

  • 1949: BAFTA: Mejor película británica. Nominada a Mejor película   
  • 1949: Directors Guild of America: Nominada a Mejor dirección  
  • 1950: Oscar: Mejor fotografía B/N. 3 nominaciones  


Sinopsis: 




En plena guerra Fría, en la  Viena de  1947,  el norteamericano Holly Martins (Joseph Cotten), un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austriaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los aliados de la Segunda Guerra Mundial. Holly, llega, en busca de trabajo,  invitado por  Harry Lime (Orson Welles), un amigo de la infancia que le había  prometido un  empleo. Pero su arribada a la ciudad coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche. El jefe de la policía militar británica, Callowy ( Trevor Howard),  le hace saber que su amigo estaba gravemente implicado en el mercado negro. Adaptación de la novela homónima de Graham Greene.


Comentario.


El tercer hombre ( The  Third Men) es no sólo una de las mejores películas del cine británico, sino una de mis obras cinematográficas preferidas, que incorpora la mejor composición para cítara conocida, compuesta por Anton Karas, que constituye el leitmotif que caracteriza las apariciones del enigmático Harry Lime, interpretado por Orson Welles. Música y actor quedan asociadas para siempre en el imaginario del público.

Un voz en off visual  introduce la película que en sus primeros minutos se sucede con una rapidez premonitoria del lenguaje publicitario y nos sitúa en la Viena ocupada de posguerra. Carol Reed opta por una expresión  severa, con un punto de vista objetivo que elimina lo accesorio, todo aquello  que   ralentiza o dificulta la narración de los hechos, recurriendo a contrapicados  inquietantes, que enfocan tanto a hombres como a esculturas de atlantes o cariátides que adornan las puertas de  las calles vienensas  o se erigen en las plazas, en las que hasta un vendedor de globos sugiere una amenaza; planos cenitales  para ocultar identidades, quioscos que esconden accesos a las cloacas o planos inclinados que producen una sensación de agobio al espectador, contribuyen a crear un clima de intriga. 

Los indicios que conducen al esclarecimiento del crimen están sugeridos más que explicitados y se dejan a la interpretación del público. Estructurada de forma circular, la película comienza con un entierro y termina con otro, con una casi imperceptible diferencia : los austriacos tienen la costumbre de echar tierra con una cuchara sobre el féretro del fallecido. En la primera ocasión Anna, la amante de Harry, se abstiene del ritual, en la segunda participa. Otro signo susceptible de interpretación se da cuando Holly Martins está en casa de Anna ,  la cámara se desplaza hacia el exterior y se ve en la calle al oficialmente muerto Harry dirigiéndose al domicilio de la mujer; un gesto inconsciente de Holly, (enciende y apaga la luz de la habitación, dando mecánicamente un giro al antiguo interruptor), detiene la marcha de su amigo, que se esconde en un portal. ¿Significa ésto que Anna sabe o sospecha que sigue vivo? ¿Lo intuye o es su cómplice? 

La primera aparición de Harry Lime (Orson Welles), precedida de su leitmotif musical, es una de las imágenes más carismáticas, bellas e inolvidables de la historia del cine, que ha situado  a su director, realizador de  filmes como El ídolo caído, Larga es la noche, The true glory o Su nombre en los periódicos, en el Olimpo de los grandes cineastas. El rostro  del gran Orson Welles,  iluminado  en la noche por una luz que se enciende de forma inoportuna, mientras su gato juega con los cordones de sus zapatos, no es fácil de olvidar.  Viena rinde tributo al director británico, convirtiendo en itinerario  obligado para los turistas-cinéfilos,  que desean revivir  las emociones que les provocó el film,  la visita a las cloacas de la ciudad y  a la inmensa noria que la preside. 

Dos amigos frente a frente, dos prototipos de actitud moral, cultural y vital diferente. Anna aplica una definición a Harry que corresponde en realidad a Holly: "El nunca se hizo mayor, fue el mundo el que envejeció a su alrededor". Holly, un escritor de novelas baratas del género western, ( El jinete solitario de Santa Fe, Muerte en la pradera), dirigidas a un público-lector que busca entretenimiento sin grandes complicaciones, tiene idealizado al amigo que quedó en Europa, e impulsado por sus sentimientos a  profundizar  hasta las últimas consecuencias en  la muerte de su amigo e incapaz de imaginarlo envuelto en  cualquier  tipo de  perversión, indaga los hechos, remando de forma ingenua contra corriente. En el camino perderá toda la inocencia del escritor pobre que  identifica a los hombres con los personajes ficticios de sus libros. Harry, por el contrario,   es el hombre de negocios desaprensivo, que trafica con penicilina adulterada,  que se justifica afirmando que a nadie le importa el ser humano. 

Los políticos hablan de pueblo o de proletariado, él, como todos los corruptos, de tontos y de peleles, a los que identifica con los pequeños puntos negros que se ven  desde lo más alto de la noria.  Harry acusa a Holly de melodramático por preocuparse de las víctimas de sus negocios, al tiempo que se ríe cuando advierte que la crisis ha apartado a los niños de las atracciones de feria. Magnífica secuencia final en la que Carol Reed  abre una puerta a la esperanza de que se pueda hacer justicia contra los estafadores, un planteamiento ético que no desdeña el valor de la amistad y el sacrificio de los sentimientos por el bien común.


Una de las frases más cínicas pronunciadas por el mítico Orson Welles, que ha hecho historia y se ha repetido hasta la saciedad, cuando se intenta comparar a los pueblos en función de su eficacia,  es aquella en la que le dice a Holly: " En talia, en treinta años de dominación de los Borgia, no hubo más que terror, guerras, matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron  quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco".  Pero es precisamente Holly el que es portador de estos valores, el que vive  en la pobreza, quiere a su amigo, pero no acepta el asesinato del buen  Paine, el soldado-lector de sus novelas;  Harry es el que  se dedica a hacer relojes de cuco, es decir dinero, lo que precisamente le aleja de la poesía en cualquiera de sus manifestaciones. incluida el amor por Anna.


Obra imprescindible en cualquier videoteca, y  para  cualquiera que quiera disfrutar de buenos actores y buena música.


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