Treinta y nueve escalones. Alfred Hitchcock










Ficha técnica:

Título original: The Thirty-Nine Steps.
País: USA.
Año: 1.935.
Duración: 81 minutos.
Dirección: Alfred Hitchcock.
Guión  y adaptación: Charles Bennett y Alma Reville, según la novela de John Buchan.
Diálogos adicionales: Ian Hay.
Fotografía: Bernard Knowles.
Decorados: Otto Werndorff y Albert Jullion.
Vestuario: J. Strassner
Música: Ñouis Levy.
Montaje: Derek N. Twist.
Sonido: A. Birch, Ful Range Recording System y Sepherd Bush, Londres.
Productor: Michael Balcon.
Productor asociado: Ivor Montagu.
Gaumont-British Picture Corporation Ltd.Estudios: Lime Grove. Distribución: G.F.D.

Intérpretes:

Madeleine Carroll: Pamela.
Robert Donat: Richard Hannay,
Lucy Mannheim: Miss Smith, Annabella,
Godfrey Tearle: profesor Jordan, 
Peggy Ashcroft: Señora Crofter,
John Laurie: Crofter, el granjero,
Helen Haye: Señora Jordan,
Frank Cellier: el sheriff,
Wylie Watson: Mister Memory.

Sinopsis:

Richard Hannay (Robert Donat) está en un music-hall londinense. De repente, suena un disparo y comienza una pelea. En el tumulto una chica asustada le pide si puede ir con él. Richard accede y la lleva a su aartamento, pero allí alguien la asesina. Richard debe huir porque es acusado del crimen, viéndose implicado en una complicada trama de espionaje.

Comentario:


El público quiere cosas extraordinarias, lo normal ya lo vive en casa. Con esta máxima Hitchcockbackground define el de sus películas, la creación de tramas  que buscaban la identificación con sus espectadores a través de un personaje que representaba a un hombre normal como ellos  que llevaba una vida normal, hasta que un acontecimiento inesperado le arrastraba a una situación insólita. El maestro del suspense arrastraba a su público utilizando diálogos únicamente cuando no podía hacerse entender  sólo mediante el lenguaje cinematográfico.

Treinta ynueve escalones narra la  historia, basada en una novela de John Buchan, de un joven canadiense que huye de Londres y se dirige a Escocia para seguir las huellas de los hombres que han asesinado auna mujer en su propio apartamento. El escritor británico ejerció una gran influencia sobre el cineasta, según  sus propias confesiones en la entrevista que  le hizo François Truffaut, especialmente por una cualidad muy inglesa, el 'understatement' (subvaloración, subestima...), que consiste en la presentación  en tono ligero de temas dramáticos.

El propio Hitchcock se entusiasma rememorando secuencias como la de la noche  que Robert Donat pasa  en casa de unos granjeros, despertando el deseo sexual de la esposa, las interpretaciones de Mr.Memory o  la explosión de las emociones desde que el protagonista huye de Londres y sólo encuentra en su camino motivos de desconfianza e inquietud, usando la rapidez de las transiciones para acelerar el ritmo del relato, suprimiendo lo que Truffaut  llama acciones utilitarias y conservando las agradables de rodar y de ver por el público, asumiendo cierto riesgo ante la crítica.

Hitchcock, acusado de misógino, era además  morboso y fetichista, y obsesionado por una clase de mujer rubia, inglesa, de aparente frialdad, que esconde tras su apariencia de distante profesora, un gran apetito.sexual. La descripción que realiza el autor de estos sentimientos es muy clarividente y útil para conocer al cineasta: "Me gusta el tipo de rubia fría. Frialdad  aparente, porque en el momento que se ponen en acción todas las barreras se rompen. Es el tipo de mujer inglesa. Todas parecen profesoras, pero dentro de un taxi te pueden destrozar" (Juan Zavala, Elio Castro  Villacañas y Antonio C. Martínez. El cine contado con sencillez). Cita muy elocuente del voyeurismo del director británico, que tiene su reflejo en el film en la secuencia  en la que  Richard Hannay (Robert Donat) y su joven acusadora, Pamela (Madeleine Carroll), están obligados a  pasar la noche juntos en una posada, unidos por unas esposas y ella debe quitarse las medias mientras sostiene un sandwich en una de las  mano, obligando a la mano  atada  del joven a realizar un suave recorrido por sus piernas y a sujetar alternativamente el bocadillo. En 1935  las extremidades de una mujer desnudas tenían una gran carga de erotismo, y la cámara se recrea en este juego  que provocaba la escoptofilia del espectador de la época. Hoy sólo queda la belleza del plano.



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