El Proceso.Orson Welles.






Ficha técnica:

Título original:  The Trial
País:Francia.
Año: 1962.
Duración: 118 minutos
Dirección:Orson Welles.
Dirección de Fotografía: Edmond Richard
Música: Jean Ledrut, Tomaso Albinoni (adagio).
Edición: CChappell-Paris.
Sonido: Guy Villette.
Director artístico: Jean Mandaroux.
Maquillaje: Louis Dor.
Productor ejecutivo: Michael Salkind.
Layons Multimedia, Hisa-Films (Munich, Paris-Europa Productions (París), Fi.C.It  (Roma), Globus-Dubrava (Zagreb) 

 Intérpretes:

Anthony Perkins: Josef K.
Arnoldo Foà: Inspector A,
Jess Hahn: Inspector B,
Billy Kearns: Inspector C,
Madeleine Robinson: Mrs. Grubach
Romy Schneider: Leni.
Jean Moureau: Srta.Marika Burstner,
Orson Welles: el abogado Haxler.
Elsa Martinelli: esposa del ujier.
Akim Tamiroff

Sinopsis:

Joseph K se despierta un día por la mañana y se encuentra con la policía en su habitación. Le dicen que forma parte de un proceso judicial, pero nadie le explica de qué esá acusado.

Para intentar buscar una respuesta, para saber más sobre la razón de su acusación y para defender su inocencia, intenta traspasar la fachada del sistema judicial: Pero por más empeño que pone, sus intentos no van a producir frutos, parece que no va a poder escapar de esta pesadilla kafkiana.

Comentario.

Orson Welles opta por el surrealismo onírico para cuestionar el funcionamiento de la justicia en todas sus instancias, desde los ujieres que deben soportar que abusen de sus esposas  hasta los estudiantes de derecho, pasando por los abogados, que presumen de sus relaciones sociales y el mundo en que se desenvuelven, hasta los jueces prevaricadores, que venden sus sentencias utilizando como  intermediario al pintor que hace sus retratos para ser exhibidos en el palacio de justicia. Todas las dependencias llenas de legajos, los despachos e incluso la iglesia están interconexionadas y se comunican entre si en un laberinto imposible,  como los de Escher, del que es imposible salir.

Orson Welles representa a un hombre impotente frente a la Ley, simbolizada por esas inmensas puertas ante las que siente su pequeñez e insignificancia, descubriendo rápidamente que  lo que en principio confunde con el respeto que impone su rebeldía,  no es otra cosa que compasión por una condena que no comprende pero que lleva inscrita en la cara, al tiempo que  el resto siente la molestia de que forme parte de su grupo, el de los acusados que esperan su proceso durante años y que finalmente serán condenados. En esta deslegitimación de la justicia, basada en la obra homónima de Kafka, Orson Wells descarga grandes dosis de ironía y crítica ácida  sobre  uno de los poderes del estado, absolutamente corrupto, utilizando un lenguaje surrealista en el que la pesadilla situada en el umbral de la conciencia remite a un universo sin sentido, en el que el personaje está oprimido en  medio de esos decorados con techo amenazante, con paredes y suelos cubiertos de legajos, pasillos propios de refugios de guerra, salas de audiencia en la que se producen situaciones aberrantes, sexo corruptor, y todo lo que pueda aumentar la desazón y la impotencia de un hombre ante los que tienen el poder supremo de privarle de libertad o condenarlo a muerte, otorgado por la sociedad para garantizar el equilibrio de la justicia, que acaba convirtiéndose en una isla de opresión y arbitrariedad, con casos que duermen en las estanterías o en el suelo, mientras se prolonga la angustia de los acusados.

Hoy que la justicia tiene una credibilidad bajo mínimos  es refrescante volver  la mirada el provocativo film de Wells,  basado en la obra de Franz Kafka, que realizaron la crítica más inteligente, elegante y sutil sobre la justicia que más que disfrutar, padece el ciudadano.




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