La mujer de negro. James Watkins
Ficha técnica:
fítulo original: The woman in black.
País: Gran Bretaña-Canadá.
Año 2012
Duración: 95 minutos.
Dirección: James Watkins.
Guión: Jane Goldman (guión de Kick-Ass), según la novela de Susan Hill.
Casting: Karen Lindsay.Stewart, C.D.G.
Director de Fotografía: Tim Maurice-Jones
Montaje: Jon Harris.
Productores: Richard Jackson, Brian Oliver y Simon Oakes.
Co-Productor: Paul Richtie. Ben Holden y Todd Thompson.
Productores ejecutivos: Guy East, Nigel Sinclair, Tobin Armbrust, Marc Schipper.
Productor ejecutivo: Neil Dunn, Xavier Marchand, Tyler Thompson, Roy Lee.
Diseño de producción: Kave Quinn.
Música: Marco Beltrami.Maquillaje: Jeremy Woodhead.
Vestuario: Keith Madden.
Compañías: Alliance Films, Cross Creek Pictures, Exclusive Media Group, Hammer Films
Intérpretes:
Daniel Radcliffe: Arthur Kipps,
Janet Mc Teer: Sra. Daily,
Ciaran Hinds: Sr. Daily,
Roger Allam: Dr. Bentley,
Shaun Dooley: Fisher,
Sophie Stuckey: Stella Kipps.
David Burke: Inspector Collins,
Liz White: Jennet Humfrye,
Alisa Khazanova:Alice Drablow,
Alexis Osborne: Victoria Hardy.
Victor McGuire Gerald Hardy,
Sinopsis:
El joven abogado abogado de Londres, Arthur Kipps,( Daniel Radcliffe), se ve obligado a dejar a su hijo de tres años para viajar al remoto pueblo de Crythin Gifford y encargarse de los asuntos del propietario recientemente fallecido la siniestra mansión Eel Marsh House. Cuando llega a la localidad se encuentra con un pasado oscuro, el silencio de los lugareños y la presencia de una misteriora mujer de negro. En la vieja y escalofriante mansión descubre siniestros secretos del pasado y su inquietud va en aumento ante sucesos que escapan a la lógica.
Crítica:
La renovada Hammer Films regresa a la pantalla grande apostando fuerte con una nueva versión de la célebre novela de Susan Hill, La mujer de negro. Una historia gótica de fantasmas, elegantemente dirigida por el realizador británco James Watkins. (Robert Alcover Oti. Dirigido por..., febrero de 2012). El mismo crítico sostiene que nos encontramos ante una película ambiciosa, bien dirigida y con un lenguaje bien articulado, que pone en evidencia la fragilidad de la vida cotidiana, donde el horror es una manifestación del inconsciente. Lo fantástico surge como resultado del temor a la pérdida, un castigo moral a los progenitores y una recuperación de modelos de familia tradicionales. La mujer de negro es el mito que representa a todos los padres que no cuidaron bien de sus hijos, cuyo único refugio contra el mal es la familia, aunque parece que el realizador goce con el mal por el mal o el placer de disfrutar de un buen relato de horror.
Comentario:
El cine gótico de terror irrumpe con fuerza en la película de James Watkins que semantiza incluso el color con los filtrados en morado y lila, el color de la muerte, y un castillo levantado en medio de las marismas y sometido a los flujos y reflujos de las mareas. La presencia inmaterial y evanescente de los demonios y fantasmas locales se traduce formalmente en cambios constantes del punto de vista de la cámara, especialmente cuando el protagonista se aproxima a la lóbrega mansión, tomando el coche que avanza con planos cenitales, travellings laterales, primeros planos, o cualquier otro recurso que traslade al espectador la sensación de que el peligro puede estar en cualquier parte. Son especialmente escalofriantes las apariciones de los fantasmas emergiendo de sus tumbas, el avance de la mujer vestida de negro, delante o detrás del protagonista, en las ventanas, o en cualquier lugar, mostrando la vulnerabilidad del hombre, que curiosamente está compañado por un perro que detecta las presencias o incluso lo guía hasta las tumbas. El espectador llega a preguntarse qué sentido tiene permanecer en esa casa, resultando extraña la normalidad con la que Arthur acepta la existencia de estos monstruos con los que convivie con la única prevención de evitar que le hagan daño. El susto se lo lleva el público, bien cuando ve avanzar a la mujer a espaldas del joven semidormido, y tras realizar un salto de eje comienza a verlo a través de los ojos del fantasma.
Hacía tiempo que no se veía un film tan inquietante, con escasos recursos muy bien utilizados y con la colaboración entusiasta de la guionista Jane Goldman, formando tandem con el joven realizador y mostrando cómo se puede hacer cine dentro de la modernidad. Robert Alcover interpreta el film como una película sobre el complejo de culpa de unos padres que no cuidan bien de sus hijos, empujados por la mujer de negro a replegarse en estructuras familiares tradicionales. Yo no veo esa interpretación como posible. Liz White interpreta a una mujer, Jennet Humfrye, que fue separada de su hijo, posteriormente desaparecido, e incapacitada psíquicamente por sus ricos parientes, los propietarios de la mansión que debe vender Arthur ante el silencio cómplice de los habitantes del poblado, que pagarán cara su falta de solidaridad y un absentismo propio de colaborador necesario. Es una profunda reflexión sobre una actitud que con frecuencia mantiene la población, de la que el paradigma extremo fue el fascismo cotidiano que ignoró el genocidio de tantos hombres y mujeres, cuando los hornos crematorios estaban a muy poca distancia de sus casas. La mujer de negro es inmisericorde hasta el final, y no está dispuesta a perdonar a sus agresores, a los que toleraron su tragedia, y, por extensión a cualquiera que tuviera la desgracia de verla.
Significante y significado son terroríficos. La historia está muy bien contada por James Watkins y Daniel Radcliffe consigue la imagen entre débil y de apariencia vulnerable, que vive atormentado por sus propios fantasmas, debiendo cuidar de un niño pequeño tras la muerte de su joven esposa. Acostumbrado a su clásico y tradicional papel de mago en Harry Potter no es extraño verlo desenvolverse entre amenazas surreales, amparado por el personaje más oscuro del film, Mr. Daily, interpretado por el fuerte y robusto Ciaran Hinds, que también perdió a su hijo y espera junto con su esposa reposar lo más pronto posible en el panteón familiar.
Comentario:
El cine gótico de terror irrumpe con fuerza en la película de James Watkins que semantiza incluso el color con los filtrados en morado y lila, el color de la muerte, y un castillo levantado en medio de las marismas y sometido a los flujos y reflujos de las mareas. La presencia inmaterial y evanescente de los demonios y fantasmas locales se traduce formalmente en cambios constantes del punto de vista de la cámara, especialmente cuando el protagonista se aproxima a la lóbrega mansión, tomando el coche que avanza con planos cenitales, travellings laterales, primeros planos, o cualquier otro recurso que traslade al espectador la sensación de que el peligro puede estar en cualquier parte. Son especialmente escalofriantes las apariciones de los fantasmas emergiendo de sus tumbas, el avance de la mujer vestida de negro, delante o detrás del protagonista, en las ventanas, o en cualquier lugar, mostrando la vulnerabilidad del hombre, que curiosamente está compañado por un perro que detecta las presencias o incluso lo guía hasta las tumbas. El espectador llega a preguntarse qué sentido tiene permanecer en esa casa, resultando extraña la normalidad con la que Arthur acepta la existencia de estos monstruos con los que convivie con la única prevención de evitar que le hagan daño. El susto se lo lleva el público, bien cuando ve avanzar a la mujer a espaldas del joven semidormido, y tras realizar un salto de eje comienza a verlo a través de los ojos del fantasma.
Hacía tiempo que no se veía un film tan inquietante, con escasos recursos muy bien utilizados y con la colaboración entusiasta de la guionista Jane Goldman, formando tandem con el joven realizador y mostrando cómo se puede hacer cine dentro de la modernidad. Robert Alcover interpreta el film como una película sobre el complejo de culpa de unos padres que no cuidan bien de sus hijos, empujados por la mujer de negro a replegarse en estructuras familiares tradicionales. Yo no veo esa interpretación como posible. Liz White interpreta a una mujer, Jennet Humfrye, que fue separada de su hijo, posteriormente desaparecido, e incapacitada psíquicamente por sus ricos parientes, los propietarios de la mansión que debe vender Arthur ante el silencio cómplice de los habitantes del poblado, que pagarán cara su falta de solidaridad y un absentismo propio de colaborador necesario. Es una profunda reflexión sobre una actitud que con frecuencia mantiene la población, de la que el paradigma extremo fue el fascismo cotidiano que ignoró el genocidio de tantos hombres y mujeres, cuando los hornos crematorios estaban a muy poca distancia de sus casas. La mujer de negro es inmisericorde hasta el final, y no está dispuesta a perdonar a sus agresores, a los que toleraron su tragedia, y, por extensión a cualquiera que tuviera la desgracia de verla.
Significante y significado son terroríficos. La historia está muy bien contada por James Watkins y Daniel Radcliffe consigue la imagen entre débil y de apariencia vulnerable, que vive atormentado por sus propios fantasmas, debiendo cuidar de un niño pequeño tras la muerte de su joven esposa. Acostumbrado a su clásico y tradicional papel de mago en Harry Potter no es extraño verlo desenvolverse entre amenazas surreales, amparado por el personaje más oscuro del film, Mr. Daily, interpretado por el fuerte y robusto Ciaran Hinds, que también perdió a su hijo y espera junto con su esposa reposar lo más pronto posible en el panteón familiar.
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