Amor ciego. Peter y Robert Farrelly.
Ficha técnica:
Título original:
País: Estados Unidos.
Año: 2001.
Duración: 114 minutos
Dirección : Peter Farrelly y Robert Farrelly.
Guión: Peter Farrelly y Robert Farrelly, Sean Moyniham.
Música: Ivy.
Montaje: Christopher Greenbury.
Dirección de Fotografía: Russell Carpenter.
Producción: Bobby Farrelli, Peter Farrelly, Bradley Thomas y Charles B. Wessler.
Diseño de producción: Sydney J. Bartholomew Jr.
Dirección artística: Arlan Jay Vetter.
Vestuario: Pamela Withers. Shallow Hal.
Compañía productora: 20th. Century Fox.
Intérpretes:
Gwyneth Paltrow :Rosemary Shanahan,
Jack Black :Hal Larsen,
Jason Alexander :Mauricio Wilson,
Joe Viterelli :Steve Shanahan,
Anthony Robbins :Tony Robbins,
Susan Ward :Hill.
Sinopsis:
Hal Larsen es el típico chico superficial que sólo ve la belleza en chicas explosivas, jamás se comprometería con alquien que no tuviera un cuerpo, una sonrisa y un estilo perfecto. Después de una improvisada sesión de hipnosis el punto de vista de Hal sobre las mujeres da un giro radical: ahora sólo ve su belleza interior. Entonces conoce a la dulce y obesa Rosemary, de la que se enamora locamente.
Comentario:
Cuando vi este film en el año 2001 tuve sentimientos muy contradictorios. Hoy, transcurridos once años y ante los recortes que está sufriendo la humanidad, aprovechando una crisis mundial en la que nos ha embarcado el mundo financiero, recortes que inciden sobre la libertad de expresión, descubrimos que los -ismos, que tanto éxito tuvieron a comienzos del siglo XX, hoy son desechados y considerados políticamente incorrectos, y algunos gobiernos prohiben hablar de racismo, feminismo, edadismo, pobreza en el mundo, etc., que no son otra cosa que realidades sociales incuestionables.
Las personas no son mejores por ser gordas, viejas, gays o lesbianas, o emigrar de países pobres, pero sí son discriminadas por estas razones. Hal Larsen (Jack Black) y Mauricio Wilson (Jason Alexander) son dos jóvenes poco agraciados físicamente según todos los cánones de belleza mundiales, pero su nivel de exigencia con las mujeres hace bueno el dicho popular de que el hombre aumenta sus exigencias cuando disminuye sus posibilidades.
Los Hermanos Farrelly optan por el camino más fácil, el de la obesidad, la causa más importante de discriminación social, sexual o no, lo que garantiza la carcajada del público y su alineación con los discriminadores. La consecuencia más grave de esta circunstancia es la anorexia, que ha provocado la muerte de muchas jóvenes ante el temor de ser rechazadas. Pero los realizadores amplían el catálogo de los personajes susceptibles de ser excluídos socialmente, la mayor parte por los propios miedos del hombre a caer en determinadas desgracias: soriasis, espinabífida, y deformaciones congénitas que pueden afectar a uno de los suyos.
No obstante, perdonándoles más de un exceso que busca la comlicidad de los espectadores y la risa fácil, muestra la buena intención de denunciar la marginación y la tristeza a que se ven sometidas muchas personas por no adaptarse a los modelos sociales, lo cual hoy es todo un mérito. Y realizan este ejercicio con una estética claramente comercial y mainstream, que llena las salas de los cine. Nuestra deuda con el séptimo arte es incuestionable.
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