Un vampiro suelto en Brooklyn





Ficha técnica:

Título original: Vampire in Brooklyn.
País: Estados Unidos.
Año: 1995.
Duración: 102 minutos.
Dirección:  Wes Craven.
Guión:  Charles Murphy, Michael Lucker, Christopher Parker.
Música: J.Peter Robinson.
Dirección de Fotografía:  Mark Irwin.
Productores asociados:Jeffrey Fenner.
Paramount Pictures.


Intérpretes:

Eddie Murphy : Maximilian/ Preacher Pauly/ Guido,
Angela Bassett: Detective Rita  Veder,
Allen Payne: Detective Justice,
Kadeem Hardison: Julius Jones,
Joanna Cassidy: Capitan Dewey,
Zakes Mokae: Doctor Zeko,
John Witherspoon: Siles Green

Sinopsis:

En un barco espectral, que arriba a medianoche al puerto de Brooklyn, se hallan varios cadáveres y un sarcófago, en el que viaja Maximilliam, un vampiro que se dirige a Nueva York. Max, a la vez distinguido y terrorífico, busca una compañera, y encuentra a Rita, una excelente policía que ignora su terrible pasado. La chica se encuentra entonces ante un dilema: elegir una vida eterna de poderes sobrenaturales y riquezas o conformarse con su anodina existencia de policía. 

Comentario.

Un film de Wes Craven absolutamente decepcionante, que ni se puede tomar lo suficientemente en serio como para sentir un poco de inquietud, ni los gags la elevan a la categoría de comedia, con un final  francamente risible; Eddie Murphy con su pelo largo parece un palmero, (de los que dan palmas), frente a un policía, compañero de  Rita Veder, (Angela Bassett ),hija de vampiros,  de apariencia angelical y respetable.

Una película de negros para negros, objetivo que explicita una de las víctimas que, al ser atacada, protesta diciendo que ella siempre ha comprendido a la gente de color y  está en contra de la segregación que practica su grupo. Como ocurre con frecuencia no sólo doblaje y subtítulos son divergentes, sino que  las sinopsis se ajustan poco al guión de la película. El vampirismo, por otra parte, no pertenece a la tradición de los afroamericanos, que, como cualquier otro pueblo, tiene sus propios demonios, algunos francamente inquietantes. La impostura y banalidad  se imponen en una realización de objetivos poco claros

Formal y discursivamente, o lo que es lo mismo el lenguaje audiovisual,  tiene la misma profundidad que un videoclip, en el que las metamorfosis buscan más epatar que convencer. Un final delirante impropio  de un realizador como Wes Craven  y al que se le puede objetar que  ha pasado el tiempo suficiente como para confundir la estética de un pueblo que sufrió  la esclavitud hasta finales del siglo XIX, con el gusto kitsch, con las copias vulgares del glamour de la gente blanca dominante en la Gran Manzana.

Cmrl.

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