Los cañones de Navarone. J. Lee Thompson.







Ficha técnica:

Título original: The guns of Navarone.
País: Reino Unido.
Año: 1961.
Duración: 145 minutos.
Dirección: J.Lee Thompson.
Guión: Carl Foreman,  basado en la novela de Alistair MacLean "The guns of Navarone"
Fotografía: Oswald Morris, B.S.C. Cinemascope y eastmancolor :  Pathe.
Música: Dimitri Tiomkin
Edición: Alan Osbiston.
Producción:Carl Foreman.
Diseño de producción: Geoffrey Drake.
Productores asociados: Ceil F.Ford y Leon Becker.
Columbia Pitures Corporation

Intérpretes:

Gregory Peck: Mallory,
David Niven: Miller,
Anthony Quinn: Andrea,
Stanley Baker: Brown,
Anthony Quayle: Franklin,
James Darren: Papadimos,
IIrene Papas: María
Gia Scala: Anna,
Prólogo narrado por James Robertson Justice.



Sinopsis:

Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), los alemanes dominan las aguas del Mediterráneo gracias a un eficaz sistema de defensa que los aliados no pueden contrarrestar. La causa de la superioridad alemana es el fortín de Navarone, que, gracias a sus gigantescos cañones, cierra el paso a la navegación por el mar Egeo


Comentario:

J.Lee Thompson  (El oro de Mackenna )  se puso al frente de la dirección  esta obra maestra, de la que el alma mater es en realidad Carl Foreman, guionista, productor e incapaz de dirigir la  película que tenía in mente: una actualización de mitos y leyendas griegas (Teseo y el Minotaruo, Edipo...), que prologan las imágenes del templo helénico, el Partenon  que preside la acrópolis de Atenas. Con este propósito elige un contexto bélico, basado en la novela de Alistar McLean, The guns of the Navarone, que narra la historia de un grupo de especialistas,  dirigidos por un escalador de  montaña, que deben ascender por  la inmensa pared de una montaña horadada para albergar dos gigantescos cañones, que,  protegidos por  una  laberíntica guarida excavada en la roca,  convierten el emplazamiento en absolutamente inexpugnable.

Filmada al gusto europeo, sobrio y frío, encierra un subtexto gay. Sir  Christopher Frayling, apoyado en los testimonios de Carl Foreman y Gregory Peck, convierte a los cañones en  el mayor símbolo edípico y fálico de la década de los 60, y deben ser destruidos para liberar la vida. La relación 'sentimental'  entre los personajes se trastorna cuando  Franklin es herido y retirado de cualquier tipo de actividad, íntima o profesional. En principio Mallory siente atracción por Andrea y Miller por Franklin, hasta que entra en juego María y rompe el equilibrio, cuando Andrea se enamora de ella. Finalmente Miller sustituirá a Franklin por Mallory y el equilibrio se restablecerá. A la luz de esta interpretación cobra significado la última secuencia del film, que convierte una película bélica en la actualización del mito clásico.

Carl Foreman confesaba que era incapaz de hacer una película que no contuviera una declaración, y  fue precisamente, parafraseando a Sir Christopher Frayling, el sermoneo sobre la inutilidad de las guerras el que ha ayudado a la película a madurar como lo hace el buen vino. Interesante enfrentamiento intelectual y dialéctico entre Mallory y Miller sobre el compromiso social del hombre.







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