La octava mujer de Barba Azul. Ernest Lubitsch.






Ficha técnica:

Título original: Bluebeard's eight wife.
País: Estados Unidos.
Año: 1939.
Duración:  80 minutos.
Dirección: Ernst Lubitsch.
Guión: Charles Brackett y Billy Wilder, basado en la obra de Alfred Savoir y la adaptación inglesa de Charlton Andrews.
Director de Fotografía: Leo Tover, A.S.C.
Efectos especiales fotográficos: Farciot Edouart, A.S.C.
Director artístico: Hans Dreier y Robert Usher.
Música: Frederick Hollander y Werner Heyman; orquestación: John M. Leipold; dirección: Boris Morros.
Edición: William Shea.
Sonido: Harry Mills y Don Jhonson.
Producción: Ernst Lubitsch.
Vestuario: Travis Banton.
Paramount Picture.




Intérpretes:

Gary Cooper: Michael Brandon,
Claudette Colbert: Nicole de Loiselle,
Edward EEverett Horton: Marqués de Loisell.
David Niven: Albert De Regnier,
Elizabeth Patterson: Aunt Hedwige,
Herman Bing: Señor Pepinard,
Warren Hymer: Kid Mulligan
Franklin Pangborn: Asistente Hotel,
...




Sinopsis:

Michael Brandon (Gary Cooper) es un millonario malcriado y mujeriego que ha tenido siete esposas, todas atraídas por su fortuna. En una tienda de La Rivira conoce a Nicole de Loiselle (Claudette Colbert ), pero en principio ella lo rechaza. Nicole, de una familia de nobles franceses venidos a menos, decide, a instancias de su padre, aceptar finalmente la proposición de matrimonio, pero deja claro que lo hace sólo por dinero...

Comentario:

Las crisis económicas tarde o temprano acaban alcanzando a quienes se creen libres de ellas, y esto es lo que ocurre a los personajes de la nobleza que vegetan en la Riviera francesa, tras la Gran Depresión,  entre los que se encuentra el Marqués de Loiselle y su hija Nicole y un tal Albert De Reigner, interpretado por David Niven, que incluso se tiene que ponerse a trabajar. La joven aristócrata y su padre superviven, alojados como polizones en un hotel de lujo que no pueden pagar, y vendiendo las pocas y viejas 'joyas' que quedan de la familia. En este contexto aparece un americano pragmático, un lobo de las finanzas, un hortera que va a la playa con traje y corbata y que conoce bien el proverbio chino de que quien gasta más de lo necesario nunca llegará a millonario.

La comedia sofisticada de Lubitsch gira  en torno a dos núcleos de interés: la tacañería de Brandon que  intenta que le vendan en unos almacenes sólo la chaqueta del pijama, porque nunca usa el pantalón, lo que al parecer es bastante usual entre los hombres de su clase, como se encarga de informar visualmente el director, y no quiere hacer un gasto superfluo. La aparición de Nicole resuelve el problema, pues ella sólo puede comprar los pantalones, y de esta manera esta anécdota se convierte en una metáfora de una relación  futura basada en la conjunción del capricho y la conveniencia. El no quiere gastar, aunque puede, y ella no puede consumir, aunque quiera; ambos salen del comercio de lujo satisfechos con su acuerdo.

En la segunda parte del film se gesta el compromiso, que resuelve el deseo de un  millonario, que se ha casado y divorciado de siete mujeres, hecho que evidencia su falta de constancia en el amor, y sus impulsos irreflexivos por conseguir lo que quiere. La mujer decide darle un escarmiento que se resuelve como conviene a una comedia desenfadada y a la par muy moderna, en lo que se refiere a la independencia y capacidad resolutiva de las féminas.

El paisaje de las playas y  exquisitas villas de la Riviera, que sirve  de  fondo de esta historia de amor está constituido por pantallas transparentes, en ocasiones demasiado evidentes. Los hombres aparecen como muñecos en manos de la mujer, independientemente de que sean nobles, millonarios, detectives o boxeadores. Increíble Gary Cooper, un hombre enorme haciendo de niño travieso, al que Lubitsch utiliza con frecuencia para estos papeles en los que se mueve con cierta torpeza, que contrasta con la gracilidad de Claudette Colbert. Pero en la época en que se hizo la película era un actor muy cotizado,  que se disputaban los cineastas, hijo de colonos y representante de los valores americanos; directores de la talla de Ford no lo pudieron contratar por su elevado caché.

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