El precio del poder. Brian de Palma.



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Ficha técnica:

Título original: Scarface.
País: Estados Unidos
Año: 1983.
Duración:  163 minutos.
Dirección: Brian de Palma.
Guión: Oliver Stone.
Casting: Alixe Gordin.

Edición: Jerry Greenberg, David Ray.
Dirección de Fotografía: John A.Alonzo, A.S.C.
Director artístico: Ed Richardson.
Música:  Giorgio Moroder.
Productor: Martin Bregman.
Productor ejecutivo: Luis A. Stroller.
Universal Pictures; Martin Bergman Production.

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Intérpretes:

Al Pacino: Tony Montana.
Steven Bauer: Manny Ray,
Michelle Pfeiffer: Elvira,
Mary Elizabeth Mastran:tonio:Gina, Robert Loggia: Frank  Lopez,
Miriam Colon: Mama Montana,
F.Murray Abraham: Omar.
Paul Shenar: Alejandro spca,
Harris Yulin : Bernstein,
Angel Salazar: Chi Chi,
Arnaldo Santan: eRNIE,

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Premios;

1983: Globos de Oro: 3 nominaciones: música, actor (Pacino) y actor sec. (Bauer)
1983: Nominada a los Premios Razzie: Peor director.


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 Sinopsis:

Oliver Stone narra las consecuencias de la salida masiva de cubanos, facilitada por Fidel Castro en 1980, tras abrir  el puerto de Mariel , con la aparente intención, siempre a juicio del guionista, de dejar que algunos compatriotas se reunieran con sus parientes en Estados Unidos. 72 horas después, 3000 barcos  americanos se dirigían a Cuba, corriendo el rumor de que Castro obligaba a los dueños de los barcos a llevarse con ellos la escoria de sus prisiones. De los 125,000  refugiados que llegaron a Florida, se calcula que  25,000  tenían antecedentes penales.

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Comentario: 

Dos grandes del cine, uno en la dirección, Brian de Palma, y otro en el guión, Oliver Stone, se unieron para trasladar a la pantalla la que se llamó 'Ola cubana del crimen', que afectó no sólo a Estados Unidos, sino a todos los países a los que llegó. Curiosamente se nominó a Brian de Palma para los premios Razzie. Con una estructura que hoy reproduce Ben Affleck en 'Argo', el film comienza como un documental, en el que una voz en off orienta al espectador en la interpretación de las imágenes reales que se ofrecen, contradiciéndolas abiertamente. Mientras el narrador afirma que Fidel Castro obligó a acoger a  la escoria de las prisiones, las imágenes muestran a cubanos felices de escapar de la isla, que muestran a  los niños la bandera del nuevo país que los acoge: Estados Unidos, y no parecen mostrar disgusto frente a ningún grupo de los que ocupan los barcos. Poco a poco la cinta va evolucionando, primero hacia el docudrama, que refleja  cómo recibió la policía norteamericana a ciertos personajes como el que representa   Al Pacino, que definitivamente toma cuerpo como un asesino sin escrúpulos: Tony Montana. Las autoridades norteamericanas metieron a disidentes cubanos en los mismos campos que a compatriotas, como  Freedom Town, unos campamentos con tiendas de tela entre los pilares de autopistas elevadas, donde recibieron la muerte a manos de sicarios pagados por los residentes cubanos en Miami. De hecho, la madre de Tony Montana y su hermana vivían ya en esta ciudad, y sólo el hijo permanecía en la Isla del Carbie, porque tenía que  saldar  sus cuentas con el pueblo cubano por delitos comunes, pero es evidente que su destino era acabar en el país de América del Norte.

Ya en su primer trabajo Montana muestra  la calaña de un hombre que busca en la sociedad capitalista lo que el comunismo no le puede proporcionar, dinero, poder y bellas mujeres, y por conseguir hacer realidad su propio lema, que figurará en su casa con letras luminosas en torno a un globo terráqueo, 'World is yours', superando en mucho los grados de criminalidad de sus compatriotas asesinos, los que le contrataron para liquidar a un político,y su falta de escrúpulos para conseguir hacer realidad su ambición; lo que ignora al lanzarse a la globalidad de la delincuencia, es que ésta es internacional y que si mueves, como la mariposa, un ala en Bolivia, la onda llega a todos los rincones del mundo. La propia madre, clarividente, lo rechaza como un riesgo para su otra hija,y lo expulsa de su casa como hace la madre-patria, despreciando con él el dinero que le regala para cubrir sus necesidades, procedente de la delincuencia más cruel.

Miami, vista de cerca, a través de las cámaras de Brian de Palma, es una ciudad  hecha con casas prefabricadas, sin estilo, rematadas de forma chapucera y con desconchones, en las que viven  manadas de jubilados y gángstera de segunda fila, que ven desfilar por las calles portentosas mujeres metidas en mínimos bikinis, que acuden prestas a la llamada del dinero, pero que en realidad son un sueño que alimenta la experiencia vicaria de la mayoría, a la que le falta una cualidad para  tomar su parte del poder que consigue  Montana, y de lo que presume constantemente: eso que los hombres tienen entre las piernas, pero que  los demás llamamos escrúpulos morales, y otros de formación ética más débil, miedo a las leyes que los hombres se dan para regular la convivencia.

Las cámaras siguen escudriñando la sociedad cubana establecida en esta ciudad que muchos ven como paradisiaca, (evito reproducir cómo describe el Paraiso Montana),  lugares de playa que permiten, gracias a su clima, que pululen por sus calles sirenas ligeras de ropa, y que hacen soñar al joven Manny en  crear, con el producto de su terrible delincuencia, una marca de tejanos, en la que estuviera bordado su nombre, atravesando los culos de estas chicas, que cuando van vestidas muestran casi más partes de su cuerpo que cuando  van semi-desnudas por la playa. La mirada  del cineasta no se contenta con esta descripción superficial, que puede captar cualquier turista con su cámara doméstica, sino que penetra incisiva y críticamente en los locales que frecuentan los refugiados políticos cubanos, 'Little Havana Restaurante', 'Club Babilonia', al que se accede por un pórtico que sostienen enormes cariátides de cartón-piedra, como las Fallas de Valencia, en las que se se reune el sindicato del crimen, con enormes y múltiples cadenas de oro colgadas en el cuello, que hacen de 'malos', para que el resto de la contra se sienta bien, por comparación, aunque rían los mismos chistes anti-castristas, tomen los mismos cócteles, acudan con las mismas bellezas, y se rodeen de los mismos policías y autoridades corruptas, a las que pagan su 'impuesto revolucionario' a cambio de 'protección'.

Tony Montana construye una casa que ya es, por su propia decoración, su sepulcro, su lujoso panteón, en el que morirán las esperanzas de una madre que huyó a otra Cuba en la que enterrar a sus hijos,  un palacio de color rojo chillón con adornos dorados, cuya visión irrita al hombre más calmado, que alberga un lúgubre despacho de nobles materiales negros, adornado con los mismos oropeles de ricos metales de los féretros, y un cuarto de baño, con una piscina redonda, de mármol  y complementos muy ostentosos. Por todos los lugares coca a raudales, que todos esnifan continuamente, y especialmente el jefe desaprensivo del grupo. Brian de Palma, al que injustamente señalaron los Razzie, procura,en todo momento evitar la  idealización  del lujo instalado en estos ambientes ávidos de poder, que en realidad huelen a nuevo rico sin cultura ni formación, hombres de la calle como se autodefine Tony y como lo ve  Elvira (Michelle Pfeiffer), amante o esposa del gángster de turno, pero que tiene un límite: Antonio Montana.

Estas operaciones de propaganda, realizadas desde Cuba o en los países de acogida de los cubanos que salieron de la isla cuando Fidel permitió que se marchara todo aquel que lo deseara, aunque suene a cínica en el comienzo del film de Brian de Palma, contrasta con lo que ocurrió con otros países con menos tradición de libertad de la expresión pública y publicada que en Estados Unidos, en los que aún nadie se ha atrevido a poner un porcentaje de delincuencia a esta oleada que llegó a países capitalistas, vertiendo la imagen de que todos eran buenos ciudadanos que huían del comunismo. Oliver Stone supera la prueba al añadir en su preámbulo que Castro impuso una cuota de indeseables, lo que contradice las imágenes, al menos las seleccionadas por el cineasta. La crueldad de estos exiliados cubanos da lugar a una de las imágenes más duras del cine negro americano, servida como aperitivo:  la que protagonizan cubanos y colombianos en un cuarto de baño, y que impactan a muchos jóvenes de hoy que buscan la emoción en este tipo de violencia  cinematográfica. Los vendedores de coches, conscientes  de la calidad de sus clientes, describen entre las cualidades de los automóviles la existencia de soportes para ametralladoras, mientras se comprueba el blindaje de chapas y cristales.

Al Pacino demuestra que es capaz de ponerse en la piel del peor y  más despreciable hombre del mundo, que traslada la fealdad moral  a su propio físico, a las posturas que adopta, los tacones que calza para disimular su escasa altura, ese gesto que endurece la cicatriz que atraviesa su cara, y que tiene unas concomitancias más terroríficas todavía: su complemento en  mujeres bellas que se unen a ellos  para vivir encerradas en jaulas de oro, acompañadas, en sus salidas,  de gángsters, y cuya vida consiste en consumir a todas horas drogas, hacer el amor con sus amantes y limarse las uñas. Gran pobreza existencial que destruye los últimos tiempos de Tony Montana. La imagen que divulgan al mundo entero los cineastas de Miami, no debió gustar mucho a los que habitan en esta poderosa  ciudad.



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