La Guerra de los Mundos. Steven Spielberg









Ficha técnica:

Título original: War of the Worlds.
País: Estados Unidos.
Año: 2005.
Duración: 112 minutos.
Dirección: Steven Spielberg.
Guión: Josh Friedman  y David Koepp, basado en la novela de H.G.Wells.
Casting: Debra Zane y Terri Taylor.
Edición: Michael Kahn, A.C.E.
Director de Fotografía: Janusz Kaminski, A.S.C.
Música: John Williams.
Supervisor efectos visuales: Dennis Muren; Pablo Helman.
Productor: Kathleen Kennedy y Colin Wilson.
Diseño de producción: Rick Carter.
Productor ejecuivo: Paula Wagner.
Vestuario: Joanna Johnston.
Paramount, DreamsWorks, SKG,, Amblin Entertainment CIW Production.

Intérpretes:

Tom Cruise: Ray Ferrier,
Dakota Fanning: Rachel,
Miranda Otto: Mary Ann,
Justin Chatwin: Robbie,
Tim Robins: Harlan Ogilvy,
Rick González:  Vincent,
Yul Vazqauez: Julio,
Lenny Venito: Manny, el mecánico,
Lisa Ann Walter Bartender,
...


Sinopsis:

Spielberg  opta en la  adaptación del clásico homónimo  de H.G.Wells, (1898),  por el thriller de ciencia-ficción, en el que se libra una extraordinaria batalla por el futuro de la humanidad, vivida en primer persona a través de una familia norteamericana. Tras conseguir escapar de un ataque de trípodes extraterrestres asesinos que exterminan  todo cuanto encuentran a su paso. Ray Ferrier lucha desesperadamente por salvar a los  hijos de su anterior matrimonio.


Comentario:

En las primeras secuencias Steven Spielberg va desgranando, por medio de una voz en off objetiva, todos los elementos que van a caracterizar la puesta en escena de la obra emblemática que lanzó a la fama a Orson Welles, tras un programa radiofónico  en la CBS de New Jersey : la presentación de los personajes principales, su ubicación en una clase social dentro de su habitat, el tipo de familia monoparental de los protagonistas, muy extendido en Estados Unidos y la destrucción que llevan consigo  unos seres venidos de fuera, de otro planeta, que llevan miles de años preparando la invasión. Con este film Steven Spielberg vuelve a una narrativa de  ideas, rompiendo con la estructura tradicional del héroe; Ray es un hombre corriente, un integrante de la  clase media baja americana, que huye del peligro, no se enfrenta, excepto cuando se le coloca en una situación muy extrema, y entonces actúa en defensa de la supervivencia de los suyos, con la única estrategia de mantenerse siempre unidos en su escapada.

Ray es un estibador del puerto, que maneja una grúa para embarcar y desembarcar grandes contenedores y gana lo suficiente para mantener una casa humilde, ubicada en un contexto distópico, junto a los pilares de una autopista elevada, con un trozo de terreno acotado y  separado con una valla metálica  de un espacio gemelo del vecino, que sólo con mucho cinismo  se puede llamar jardín. En su nevera sólo se pueden  encontrar  provisiones propias de un adolescente: nada de leche, todo tipo de salsas y  cremas de cacao, nada de frutas o verduras...En suma, la casa menos acondicionada para acoger semanal o quincenalmente a los hijos tenidos en su anterior matrimonio, que conviven con la madre que se ha vuelto a casar,  espera un hijo y vive en una cómoda casa burguesa.

En este periodo de asunción de responsabuilidades paternas, en este contexto tan poco idílico, el joven divorciado, por si le faltaba algo, debe enfrentarse a una horrorosa invasión de unos trípodes gigantes, que nadie sabe de dónde han salido, enormes vampiros que salen de las entrañas de la tierra, con el apoyo de naves nodriza, de las que descienden los bichos, que tienen el mismo aspecto que los vehículos en los que se transportan, con el objetivo de chupar la poca sangre que les queda  a tantos desgraciados, a la par que van sembrando la tierra con esa masa rojiza pegajosa, para crear un habitat favorable. Cuando se desata el mal, nadie queda a salvo, ni Ray con su miserable choza, ni su esposa con su mansión acomodada; desaparece ese escudo mental  con el que algunos se protegen, y que se resume en la  mil veces repetida expresión de que siempre les toca pagar a los mismos.

El realizador consigue, como siempre, mantener al espectador en tensión, agarrado a su butaca mientras presencia la lucha brutal por la supervivencia con los alienígenas, con algunas incidencias por monopolizar lo que se ven como tablas de salvación: el único coche que puede seguir rodando, un ferri para cruzar el río, etc. Se acusa a Spielberg de ser una especie de  mago creador de espectáculos, y esto es verdad, pero no entiende nada quien ve esta faceta como negativa, cuando es una de sus mayores aportaciones a la historia del cine,la  que más ha influenciado a los directores más jóvenes,  y se vuelven a equivocar cuando quieren ver en La Guerra de los Mundos una alegoría de los atentados del 11S y la paranoia  que padece el ciudadano americano desde entonces.

La última secuencia  de la película  es una de las más líricas que se han filmado en los últimos tiempos: tras el encuentro del padre y el hijo, precedido de un contrapicado que engrandece a un hombre, Ray, que se ha hecho adulto en una noche, y un picado, en el que Robbie ve por primera vez, no al colega, sino al padre, una grúa se eleva por encima de los tejados de Boston y muestra un paisaje  apocalíptico; poco a poco la cámara se va acercando a un tronco calcinado y comienza a aparecer en pantalla un brote verde, mientras la voz en off que abría el film va leyendo un texto de H.G.Wells: "Desde el momento en que los invasores aparecieron, respiraron nuestro aire, comieron y  bebieron,  estuvieron condenados. Tras fracasar las armas y los recursos del hombre,  fueron reducidos, destruidos por las criaturas más diminutas que Dios puso sobre la Tierra. Mil millones de muertos hicieron al hombre acreedor de su inmunidad, de su derecho a sobrevivir entre los infinitos organismos del planeta. Y ese derecho es  nuestro, ante todo adversario, pues el hombre no vive ni muere en vano. H.G. Wells."

La elección del ataque alienígena y del texto del socialista utópico Wells no es casual. La amenaza es mundial, se dirige a toda la Tierra, y  derrota  a las grandes potencias, empezando por la primera, Estados Unidos . Hombres anónimos como Harlan Ogilvy (Tim Borins) lucha desde las 'catacumbas, desde esos sótanos de que disponen muchas casas americanas, como aquel en el que se esconde la familia de Dorothy (Judy Garland) la protagonista de El mago de Oz (Victor Fleming,1939), y está dispuesto a  defender su  derecho a sobrevivir frente a cualquier adversario, un derecho que se sustenta sobre  millones de hombres que han muerto por él. Los norteamericanos han participado en las dos guerras mundiales europeas frente al que consideraban un enemigo común de toda la humanidad, y parece que Spielberg se coloca en el mismo terreno: el de la defensa de los derechos adquiridos por los hombres en miles de enfrentamientos sangrientos.

Spielberg deja constancia de uno de los fenómenos que están adquiriendo una gran relevancia en los conflictos derivados de la crisis económica que estamos padeciendo: la gran diversidad de cámaras que captan la realidad en cualquier suceso, (domésticas, profesionales, incorporadas a los móviles...),mostrando  en el suelo una pequeña máquina, que capta en su visor el avance de los trípodes duplicando la imagen cinematográfica, que ha perdido a su dueño pero sigue cumpliendo su objetivo de filmar todo lo que se mueve. Aunque no todo el mundo se percate de la trascendencia del hecho, este es uno de los elementos más importantes de la revolución tecnológica: la multiplicidad de los puntos de vista, que posteriormente se vierten en las redes sociales, y que  ya no controla un poder centralizado, superado por la progresión geométrica de   imágenes  públicas y privadas, y soportes que circulan por todos los estratos sociales.



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