¿Quién puede matar a un niño?. Narciso Ibáñez Serrador.





Ficha técnica:

Título original:  The killers Playground
País: España.
Año: 1976.
Duración: 107 minutos.
Dirección: Narciso Ibañez Serrador.
Ayudante de dirección: Mahnahen Velasco
Guión: Narciso Ibañez Serrador y  Luís  Peñafiel, basado en la novela de Juan José Plans.
Dirección de Fotografía:  José Luís Alcaine.
Música: Waldo de los Ríos.
Montaje: Juan Serra. y Antonio Ramirez de Loays.
Decorados: Juan Gracia.
Sets: Ramiro Gómez.
Sonido: Sebastián Cabezas
Director de producción: Manuel Pérez.
Productor ejecutivo: Manuel Salvador.
Vestuario: Carmen de la Casa.
Maquillaje: Fernando Florido.
Penta Films, S.L. Production.

Intérpretes:

Lewis Flander: Tom,
Prunella Ransome: Evelyn,
Antonio Iranzo: padre  de una niña.
Miquel Narros:  Guardacostas 1,
María Luisa Arias: Maria Luisa Arias,
Marisa Porcel:
María Druille: niña,
Lourdes de la Cámara,
Roberto Nauta: Niño/niña,
Luis Ciges: Enrique Amorós.


Sinopsis:

Tom y Evelyn, una pareja de turistas ingleses,  han llegado a Almazora, una población costera española, huyendo del mundanal ruído. Esta típica pareja de turistas británicos quiere disfrutar, por fin, de la luna de miel siempre retrasada bajo el sol del Mediterráneo en la supuesta tranquilidad de un pueblo. Sin embargo, hay algo que no encaja en este mundo paradisiaco. Y es que el horror puede esconderse en el lugar másmaravilloso habitado por los seres más entrañables.

Comentario:

Hay algo que hace Narciso Ibáñez Serrador en su película,  que  justifica el espectáculo sangriento que el espectador va a ver a continuación y  es contextualizar la historia en el horror de las crisis sociales, empezando por el mayor atentado contra la humanidad que fue el holocausto nazi, que experimentó científicamente con niños, seguido de  conflictos en la India, Vietnam o Corea, mostrando las famosos imágenes de  la niña que huye desnuda  y quemada por el napalm utilizado como arma química contra la población civil por el ejército americano en estas zonas en guerra. Estas crueles imágenes de niños heridos, mutilados y asesinados  en las  que se inscriben los títulos de crédito dan paso a una secuencia de playa que  comienza con un incidente en el mar, donde aparece flotando el cadáver de una adolescente  inglesa,  asesinada y  arrojada  al agua. Ya tenemos, pues, un contexto mucho más clarividente que el del film del alemán Michael  Haneke, para explicar el agrupamiento de todos los  niños en torno a una causa, sin  extraterrestres como hiciera en 1960  Wolf Rila en El pueblo de los malditos, ¿una metáfora del nacionalsocialismo?,  o John Carpenter, en su remake de 1995.

Chicho  Ibañez Serrador  genera inquietud y miedo por medio del vacío y la soledad que reina en  una isla, Almanzora, quemada por el sol, que invita a refugiarse en las casas,  en la que sin explicación lógica los niños protagonizan una rebelión contra los adultos que los han oprimido durante tanto tiempo, y como los pájaros de Hitchcok amenazan a toda la población, con una fuerza que reside en la solidaridad  entre  ellos y en la perplejidad que produce semejante amenaza  y su inaudita procedencia. ¿Quién puede  matar a un niño ? pregunta un hombre desolado, momentos antes de que su propia hija acabe con su vida. Esta reacción cuyo origen se desconoce, amenaza con extenderse a toda la humanidad, desde este núcleo aislado en el que ha germinado y se ha desarrollado sin otros testigos que sus propios familiares y en un periodo tan  corto de tiempo que hace pensar al único sobreviviente, por por poco tiempo,  en una mutación espontánea.

Es poco probable que este film hubiera superado la censura inglesa o norteamericana en 1975, año que marca el principio del fin de la tiranía en España, con la muerte del dictador, cuando en la actualidad películas como Kick-ass de Matthew Vaughn,  han tenido  problemas con la censura por la violencia que  se ejerce en torno a Chloë Grace Moretz, aunque finalmente  superó   el examen del  Cómic Code Authority, institución que ha acabado cumpliendo una finalidad más emblemática que real, como ocurrió con la censura de la última etapa franquista. Las escenas de enfrentamientos entre  adultos y niños son de gran violencia, pocas veces exhibida en pantalla, precedidas de situaciones que van potenciando la animadversión del público frente al grupo gregario de pequeños asesinos, lo que hace necesario el prólogo explicativo del realizador.


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