Viernes 13, 6ª parte. Jason vive. Tom McLoughlin
Ficha técnica:
Título original: Fridai the13th, Part VI: Jason Lives.
País: Estados Unidos.
Año: 86 minutos.
Guión y Dirección: Tom McLoughlin.
Casting: Fern Champion y Pamela Basker, C.S.A.
Dirección dxe Fotografía: Jon Kranhouse.
Música: Harry Manfredini,
Edición: Bruce Green.
Efectos especiales: Martin Becker.
Diseño de producción: Josph T.Garrity.
Vestuario: María Mancuso
Maquillaje y peluquería: Denise Van Arsdale.
Producción: Don Behrns.
Paramount Comedia, Terror Inc.Production
Intérpretes:
Tom Mathews: Tommy Jarvis,
Jennifer Cooke: Megan,
David Kagen: Sheriff Garris,
Kerry Noonan: Paula,
Rennee Jones: Sissi,
Tom Fridley: Cort,
C.J., Graham: Jason,
Tony Goldwyn: Darren,
Nancy MacLoughlyn: Lizbeth,
Ron Palillo: Allen Hawes,
Vincent Gustaferro
Michael Sawn: Oficial Pappas,
Courtney Vickery: Nancy,
Whitney Ridbeck: Roy,
Bob Larkin: Martin,
Wallace Merk: Burt,
Tommy Novell: Tyen,
Justin Novell: Billy,
Temi Epstein: niña pequeña,
...
Sinopsis:
Tommy Harvis, a los doce años mató a Jason Vorhees, el terrible criminal que aterrorizó a los habitantes de Cristal Lake. Ahora, años más tarde, se siente atormentado por el miedo de que no esté realmente muerto. Así que decirde ir con un amigo al cementerio, donde excava la tumba del sanguinario asesino. El rfesultado es que abren la Caja de Pandora y provocan la resurfección de un cadáver todavía en putrefacción.
Comentario:
Es muy difícil mantener una franquicia durante tanto tiempo, aunque se intente romper la monotonía y la repetición de los elementos característicos con la introducción de otros nuevos, una vez agotado el tema de Jason, tal como lo planteó Sean Cunningham. Aunque parecía que Danny Steinmann iba a reconducirlo con más o menos acierto, la sexta parte evoluciona hacía el género de los muertos vivientes y el mito de Frankenstein, con toques de gore o splater . Si uno de los tópicos de la franquicia era que una vez puesto un personaje en el disparadero ya nada ni nadie podía evitar su muerte, con las nuevas cualidades sobrenaturales que adornan al monstruo esta regla se forja con fuego, y hacen imposible cualquier ilusión del espectador de que se modifique lo inexorable. Sólo queda una incógnita. ¿Cómo liquidará Jason a su víctima?
La sexta entrega es una película coral, como exige la trama de esta saga, en la que todos están condenados a morir, salvándose siempre una mujer, cada vez con motivos menos claros. La estructura de las nuevos films pierde ese carácter televisivo de las series, y sólo conecta semánticamente con algún aspecto de la anterior entrega: si en la quinta parte unos hombres desentierran a Jason en el interior de una pesadilla del joven, ahora es él mismo quien protagoniza esta profanación de la tumba, atormentado por la idea de que aún esté vivo, siendo responsable indirecto de la nueva tragedia. Tom McLoughlin toma constantemente al propio cine como referente de su historia, comenzando por el logo del film en el que vemos a Jason a través de un agujero, la pupila de su propio ojo, lanzando un arma, imagen que emula la del Agente 007; comienza con el cameo de Frankenstein en la secuencia citada, e incluso se homenaje a la propia saga..
Dos frases premonitorias anuncian los derroteros que va a seguir la historia: el de los prejuicios del sheriff, padre de la protagonista, Megan (Jennifer Cooke), dispuesto a hacer pagar lo que interpreta un deseo del joven de 'desenterrar emocionalmente' al asesino de Cristal Lake y reproducir sus crímenes, deteniéndolo preventivamente y condenándolo de antemano, arrastrando con él al resto de la patrulla policial, y la aseveración de un niño de que la emoción está erradicada en ese campamento. Ambas predicciones son erróneas pero determinarán la actuación de los personajes, tan inútil como la mujer pataleando en la mano de King-Kong. El nuevo monstruo resucitado sólo tiene una línea roja: los niños, con los que se identifica por sus orígenes: Pero ahora ya no distingue entre monitores, entre los que apenas hay episodios de sexo al ser casi todos mujeres, policías, o ciudadanos que se adentran en sus dominios, como el grupo de personas de la Asociación de Defensores del Rifle, que juega a guerras en el bosque y que protagoniza los momentos más irónicos y humorísticos del film, favorecidos por una edición que busca el ridículo de estos personajes.
En la última secuencia no hay policías, ya que han sucumbido en la batalla, y no acuden ambulacias a causa de la interrupción de las comunicaciones, lo que dota de cierta coherencia a la entrega . Una cámara se acerca al lago, se introduce en sus aguas y nos advierte de que...habrá un próximo episodio. ¿Qué queda de las denuncias que constituían el background de la franquicia en sus primeras películas? Quizás tan solo el prejuicio de una población ante quien ha recibido tratamiento psiquiátrico, la reserva ante las mujeres que se adentran en lugares solitarios en compañía de los hombres, y una débil denuncia de aquellos adultos que se entretinen con juegos bélicos. Poco cosa más; en su lugar una derivación del género hacia el gore, los gusanos que se alimentan de la podredumbre, y el uso habilidoso de armas cortantes; la pareja de turno ensartada en un barrote de la verja del cementerio, un clásico de la franquicia, intenta huir encima de una moto, cuando es atacada por el monstruo. La víctima debe ser consciente del destino que le espera e intentar evitarlo; en este juego de terror y desesperación reside el éxito de estas películas, y Tom McLoughlin lo respeta.
Es muy difícil mantener una franquicia durante tanto tiempo, aunque se intente romper la monotonía y la repetición de los elementos característicos con la introducción de otros nuevos, una vez agotado el tema de Jason, tal como lo planteó Sean Cunningham. Aunque parecía que Danny Steinmann iba a reconducirlo con más o menos acierto, la sexta parte evoluciona hacía el género de los muertos vivientes y el mito de Frankenstein, con toques de gore o splater . Si uno de los tópicos de la franquicia era que una vez puesto un personaje en el disparadero ya nada ni nadie podía evitar su muerte, con las nuevas cualidades sobrenaturales que adornan al monstruo esta regla se forja con fuego, y hacen imposible cualquier ilusión del espectador de que se modifique lo inexorable. Sólo queda una incógnita. ¿Cómo liquidará Jason a su víctima?
La sexta entrega es una película coral, como exige la trama de esta saga, en la que todos están condenados a morir, salvándose siempre una mujer, cada vez con motivos menos claros. La estructura de las nuevos films pierde ese carácter televisivo de las series, y sólo conecta semánticamente con algún aspecto de la anterior entrega: si en la quinta parte unos hombres desentierran a Jason en el interior de una pesadilla del joven, ahora es él mismo quien protagoniza esta profanación de la tumba, atormentado por la idea de que aún esté vivo, siendo responsable indirecto de la nueva tragedia. Tom McLoughlin toma constantemente al propio cine como referente de su historia, comenzando por el logo del film en el que vemos a Jason a través de un agujero, la pupila de su propio ojo, lanzando un arma, imagen que emula la del Agente 007; comienza con el cameo de Frankenstein en la secuencia citada, e incluso se homenaje a la propia saga..
Dos frases premonitorias anuncian los derroteros que va a seguir la historia: el de los prejuicios del sheriff, padre de la protagonista, Megan (Jennifer Cooke), dispuesto a hacer pagar lo que interpreta un deseo del joven de 'desenterrar emocionalmente' al asesino de Cristal Lake y reproducir sus crímenes, deteniéndolo preventivamente y condenándolo de antemano, arrastrando con él al resto de la patrulla policial, y la aseveración de un niño de que la emoción está erradicada en ese campamento. Ambas predicciones son erróneas pero determinarán la actuación de los personajes, tan inútil como la mujer pataleando en la mano de King-Kong. El nuevo monstruo resucitado sólo tiene una línea roja: los niños, con los que se identifica por sus orígenes: Pero ahora ya no distingue entre monitores, entre los que apenas hay episodios de sexo al ser casi todos mujeres, policías, o ciudadanos que se adentran en sus dominios, como el grupo de personas de la Asociación de Defensores del Rifle, que juega a guerras en el bosque y que protagoniza los momentos más irónicos y humorísticos del film, favorecidos por una edición que busca el ridículo de estos personajes.
En la última secuencia no hay policías, ya que han sucumbido en la batalla, y no acuden ambulacias a causa de la interrupción de las comunicaciones, lo que dota de cierta coherencia a la entrega . Una cámara se acerca al lago, se introduce en sus aguas y nos advierte de que...habrá un próximo episodio. ¿Qué queda de las denuncias que constituían el background de la franquicia en sus primeras películas? Quizás tan solo el prejuicio de una población ante quien ha recibido tratamiento psiquiátrico, la reserva ante las mujeres que se adentran en lugares solitarios en compañía de los hombres, y una débil denuncia de aquellos adultos que se entretinen con juegos bélicos. Poco cosa más; en su lugar una derivación del género hacia el gore, los gusanos que se alimentan de la podredumbre, y el uso habilidoso de armas cortantes; la pareja de turno ensartada en un barrote de la verja del cementerio, un clásico de la franquicia, intenta huir encima de una moto, cuando es atacada por el monstruo. La víctima debe ser consciente del destino que le espera e intentar evitarlo; en este juego de terror y desesperación reside el éxito de estas películas, y Tom McLoughlin lo respeta.
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