Benôit Jacquot. Adiós a la reina.







Ficha técnica:
Título original: Les adieux à la reine.
País: Francia.
Año: 2012.
Duración: 100 minutos.
Dirección: Benoît Jacquot.
Guión: Benoît Jacquot y Gilles  Taurand, basado en la novela de Chantal Thomas.
Director de Fotografía: Romain Winding.
Dirección artística:  Katia Wiszkop.
Música: Bruno Coulais.
Montaje: Luc Barnier.
Producción: Jean-Pierre Guérin, Kristina Larsen y Pedro Uriol.
Producción ejecutiva: Christophe Valette.
Diseño de  Producción: Katya Wyszkop.
Vestuario: Christian Gasc y Valérie Ranchoux.
Compañías. Producción:  Karma Films,  GMT Productions , Les Films du Lendemain , France 3 Cinéma, Morena Films.

Intérpretes:
 Léa Seydoux :Sidonie Laborde,
 Diane Kruger :María Antonieta,
 Virginie Ledoyen :Gabrielle de Polignac,
 Xavier Beauvois :Luis XVI,
 Noémie Lvovsky :Madame Campan,
 Michel Robin :Jacob Nicolas Moreau,
 Julie-Marie Parmentier :Honorine,
 Lolita Chammah :Louison
Vladimir Consigny: Paolo.
Jacques Herlin: Marqués de Vaucouleurs.

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Sinopsis.

1789. En la víspera de la Revolución Francesa, las personas que viven en la Corte de Versalles continúan con su liderazgo sin preocupaciones, la vida sin inhibiciones, lejos de la creciente inquietud en París. Cuando la noticia del asalto a la Bastilla llega a los oídos de la corte, los nobles emprenden la huida junto con sus sirvientes, abandonando el palacio. Pero Sidonie Laborde, una joven lectora de la Corte dedicada en cuerpo y alma a la Reina, se niega a creer en los rumores. Cree que bajo la protección de Marie Antonieta ella no sufrirá ningún daño. No sabe que estos serán los últimos tres días que pasará al lado de su reina.
Comentario.

Una crítica muy desigual, en la que se ha llegado a comparar el aire joven, rockero y fresco de la versión de Sophia Coppola, con la sobriedad y el rigor del francés Jacquot que contempla sin ambages los rumores sobre el lesbianismo de  la  joven reina. Es oportuna la historia  de una soberana que despreció el sufrimiento y la amargura de un pueblo sometido a grandes hambrunas, enfermedades y mortandad, entregada a sus lujos cotidianos, su adquisición de joyas costosas, especialmente un collar y a sus juegos en el famoso Trianon, que acabaron pasándole una cruenta factura. Sophia Coppola nos descubre a una adolescente caprichosa y a la vez insatisfecha, Jacquot una mujer más madura; en un caso y otro  tiene interés ver cómo se fueron creando las condiciones para la revolución que favoreció la entrada de Europa en el mundo contemporáneo. Isabel Paredes Badía sostiene en El fin de una época  (Dirigido por...mayo, 2012) que el cineasta Benit Jacquot dirige su personal visión de los primeros días de la Revolución Francesa en "Adiós a la reina", una película extraña, discutible y muy estimulante que, quizá, está hablando más de la crisis actual que aquella que en 1789 dio paso a una nueva era. Lo cierto es que su trágica muerte convirtió a una mujer corriente en un mito y un foco de inspiración de escritores y cineastas (Stefan Zweig,  Chantal Thomas, Sophia Coppola o ahora Benoît Jacquot).

Jacquot opta por un movimiento nervioso de la cámara, que para Isabel Paredes  transmite el sentimiento interno de Sidonie y la situación que se vive en Versalles con la llegada de las noticias de lo que sucede en París, que produce aglomeraciones de nobles y sirvientes en los pasillos ; "cuando debe mostrar a Sidonie y la reina (...) opta por un estilo  igual de nervioso pero con mucha más cadencia en busca de crear una carnalidad y una sexualidad que contrasta con la fealdad y la brutalidad del otro Versalles, aquel que comienza a inundarse de ratas viejas y de nobles viejos y decadentes". Ayer como hoy la locura y la irracionalidad se extiende en amplios sectores de la población, sin saber todavía, como tampoco se sabía entonces, si estamos alumbrando un mundo nuevo. De ser así, Adiós a la reina sería una película muchos más importante de lo que en realidad parece ser, concluye Isabel Paredes, y no es de extrañar si examinamos el papel que está desempeñando el cine  en el crepúsculo de nuestra sociedad actual, bien desde el lado del didactismo, o del anuncio del Apocalipsis final, favorecido por el hecho de jugar sus cartas en el terreno de la ficción.

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