Sin control. Mikael Hafstrom







Ficha técnica:

Título original: Derailed.
País: España.
Año:  2005.
Duración: 108 minutos.
Dirección: Mikael Hafstrom.
Guión: Stuart Beattie basado en la novela de James Siegel.
Dirección de Fotografía: Peter Biziou.
Música: Edward Shearmur.
Montaje: Peter Boyle.
Producción: Lorenzo di Bonaventura.
Diseño de producción: Andrew Laws.
Vestuario: Natalie Ward.
The Weinstein Company, Miramax Films.



Intérpretes:

 Clive Owen :Charles Schine,
 Jennifer Aniston :Lucinda Harris,
 Melissa George : Deanna Schine,
 Vincent Cassel :LaRoche,
 RZA ::Winston Boyko,
 Xzibit :Dexter,
 Addison Timlin : Amy Schine,
 Giancarlo Esposito :Detective Church,
 David Morrissey :Sam Griffin,
 Denis O'Hare :Jerry.



Sinopsis:

Un hombre, Charles Schine ( Clive Owen), agobiado por problemas familiares, con una hija enferma, sometida a tres transplantes de riñón fallidos  y  dependiente de una máquina de diálisis, conoce en el metro a una mujer, Lucinda Harris (Jennifer Aniston), que devuelve un poco de ilusión a su vida. Pero las cosas no son lo que parecen y lo que se percibe como  imposible se produce: empeoran sus condiciones vitales y sentimentales: Su relación extramatrimonial se convierte en una pesadilla mucho más peligrosa y violenta de lo que jamás podrían haber imaginado, tras la aparición en escena de LaRoche (Vincent Cassel), que convierte su vida  en una vorágine de chantaje, misterio, violencia y crimen. No puede confesárselo a su mujer ni tampoco a la policía y se ve atrapado en un mundo extraño para él.

Comentario:

Se ha criticado mucho este film sin dar una explicación convincente , salvo señalar el consabido argumento de la previsibilidad, tan recurrente como las características del género que hacen prever a los conocedores del mismo lo que se supone que es la gran sorpresa, que se produce en la mitad de la cinta y que va a provocar un giro de la trama. Nada nuevo, que tampoco añade nada a la sensación de frialdad que acompaña al espectador al acabar la proyección.

El realizador sueco impone cierta distancia y frialdad al thriller y para ello cuenta con un actor perfecto, Clive Owen, mucho más apto para hacer papeles de anti-héroe (Closer, 2004, de Mike Nichols, que lo ha sabido dirigir como pocos), sin gancho sexual y de modales un tanto burdos. Su partner, Jennifer Aniston, la niña pija de serie televisiva, no cuela como mujer perversa capaz de llevar a cabo un plan maquiavélico. Como consecuencia la solvencia de la historia y su credibilidad descansa sobre personajes secundarios, como Vincent Cassel, con cara de malo, el rapero RZA, el gángster representado por Xzibit  o el policía de color interpretado por Giancarlo Esposito.

La historia narrada no es imposible ni le falta verosimilitud, ni tan siquiera en la resolución del conflicto, muy americana, que proyecta una visión nostálgica sobre  la posibilidad de tomarse la justicia por la mano, la del afectado, cuando no sólo fallan las instituciones encargadas de velar por ella, sino se interponen serios invovenientes que pueden convertirse en arietes contra la institución familiar, que hay que proteger a cualquier precio. Si el ajusticiado es un desgraciado e infeliz delincuente, nadie se ocupará de  descubrir la verdad, con la salvedad de que se crucen en el camino otro tipo de intereses más fuertes. La película informa, lo que no carece de interés,de  la posibilidad que tiene el pueblo americano de saldar ciertas deudas con la sociedad mediante la prestación de  serivicios sociales; Charles imparte clases a los presos en la cárcel.

Mikael Hafstrom no es sólo un director invisible, estrategia creativa  que se ha visto tradicionalmente como un valor, sobre todo cuando se  ha aplicado  a directores como Howard Hawks, un referente obligado de muchos cineastas modernos, sino que su 'presencia'  ha desaparecido hasta tal extremo que ofrece un producto salido de las factorías de cine norteamericanas, de Hollywood o independientes, como  objeto  en serie, cuya factura, texturas y estructuración del mensaje parecen obedecer a un patrón que se repite hasta la saciedad. Estas películas de colores nítidos y brillantes, correcta ejecución, caras bonitas y un poco de tensión, ma non tropo, tiene su público, que generalmente no acude a las salas de cine, sino que ve estos productos sentado cómodamente en su sillón de su hogar , con palomitas o no. El realizador no arriesga su profesionalidad con alguna que otra nota actoral que lo comprometa, y es este espíritu plano el que decepciona  a un espectador más exigente. Oficio no lefalta al cineasta, sino espíritu de riesgo y emoción.



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