Esta noche o nunca. Mervyn Leroy







Ficha técnica:

Título original:  Tonight or never.
País USA.
Año: 1931.
Duración: 78 minutos.
Dirección: Mervyn Leroy.
Guión Ernest Vajda,  basado en la obra ded David Belasco , Lili Halvany, adaptada por Frederick y Fanny Hatton.
Dirección de Fotografía:  Gregg Toland (B & W)
Música: Alfred Newton.
Edición: Grant Whytock.
Técnico de sonido: Vinton Vernon.
Producción: Samuel Goldwyn.
Vestuario de loria Swanson: Chanel, París.
The Mary Pickford  Foundation, en cooperación con UCLA Film and Televisión Archive. United Artists Picture


Intérpretes:

Gloria Swanson: Nella Vago,
Melvyn Doulas: Jim Fletcher,
Alison Skipworth: Mercedes Bianca San Giovanni,
Ferdinand Ottschalk: Rudig,
Robert Greig: Conrad,
Warburton Gamble: Conde Albert Von Gronac,
Greta Meyer: Emma,
Boris Karloff: Waiter.

Sinopsis:

El agente de la diva de la ópera húngara, Nella Vago, insiste en que sus representaciones no tienen pasión. En un viaje a Budapest  contacta con un joven que le sigue desde Italia, con el que tendrá una aventura, y ese será el motivo por el cual la carrera de Nella recibirá un gran impulso.

Comentario:

No hay nada mejor para comprobar cómo se han ido recortando las libertades individuales desde la primera década del siglo XX, a raíz de las crisis económicas y sus  graves consecuencias en los enfrentamientos bélicos o revolucionarios, cuya  causa es el hambre y la miseria de las poblaciones que trae  consigo la avaricia y que acaban, paulatina y silenciosamente, con  la alegría de vivir, del mismo modo que matan los cuerpos las afecciones cardiovasculares que van debilitando los conductos por los que circula la savia necesaria para su mantenimiento. La necesidad de sustituir carencias básicas con ideas que enfrenten a los hombres trajo de la mano el Código Hays, la censura, que supuso un freno a películas locas, disparatadas, con diálogos absurdos, las screwball comedy,  que exhalaban libertad por todos sus costados. Es una forma de ocultar como viaja el dinero, flotando sobre rumores interesados, enriqueciendo a unos y empobreciendo a otros, sin producir nada. (Iñaki Gabilondo)


Esta noche o nunca es una de ellas. Un equívoco inducido por el personal de servicio más cercano a una diva del bel canto, una prima donna,  le impulsa a buscar los servicios de un joven apuesto, que ronda bajo su ventana, dejando una abundante siembra de colillas alrededor de sus pies que expresan la ansiedad y  el deseo  de  alcanzar el favor de la joven. En el primer contacto entre ambos, que queda claro que tiene poco de platónico y mucho de carnal, Nella Vago deja como pago a los servicios del hombre, al que cree sinceramente un gigolo, un valioso collar de esmeraldas. Mervyn Leroy destruye de forma tajante, con una ingeniosa frase,  el axioma, tantas veces repetido por el individuo autoengañado, que afirma que lo que busca es una persona con la que compartir algo; él responde: "Tú lo que necesitas es un pianista". La pasión es otra cosa, es algo irracional, impetuoso, irreflexivo.  No se puede exigir al otro un tiempo para decidir, hay que dejarse arrastrar, y eso es precisamente lo que hace la cantante.

Un final de cuento tranquiliza al público conservador que aún tenía algunas monedas excedentes para acudir a una sala de proyecciones. El hombre de nombre desconocido, es el más poderoso de los empresarios del espectáculo en Broadway y ofrece un contrato millonario a la tiple de origen húngaro. Todos quedan contentos con este happy end, que por otro lado no tiene efectos secundarios. Amplios sectores de público se resisten a asistir a proyecciones, en público o en el salón de su casa, de películas antigüas, en blanco y negro, que tanto dolían a Gorky; es aconsejable realizar este ejercicio  que demuestra que tantos y tantos realizadores, de cualquier parte del mundo, han dejado un legado impresionante a la humanidad, que demuestra que  el cine es un buen antídoto para remediar un mal  del que advertía Colum McCann: "Las mentiras repetidas se convierten en historia, pero no necesariamente se convierten en verdad". La forma de representación recién nacida empezaba a dar sus pasos con total libertad, hasta que  el poder, de tinte conservador, decidió segarle la hierba bajo sus pies y adaptarla, no a lo que el hombre siente, sino a lo que ciertos sectores necesitan.


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