Lo visible y lo invisible. Rudolf Thome






Ficha técnica:

Título original: Das sichtbare und das unsichtbare
País: Alemania.
Año: 2007.
Duración: 118 minutos.
Dirección: Rudolf Thome.
Guión: Rudolf Thome.
Dirección de Fotografía: Fred Kelemen,
Música: Wolfgang Böhmer.
Moana Film, ARD Degeto Film.





Intérpretes:

Hannelore Elsner: María Döbereiner,
Guntram Brattia: Marquard Von Polheim,
Anna Kubin: Lucía,
Rufus Beck: Leo Barnstein,
Hansa Czypionka: Gregor ,
Stefanie Roße : Angie,
Anne Lebinsky: Eleonore,
Rebecca Rudolph: Sonja,
Oliver Elias: Pedro.

 Sinopsis:


 María y Marquard son pintores y amantes, con una vida en común. Una vez que Marquard obtiene un importante premio, dotado con una considerable suma de dinero, su creatividad artística se desvanece. Mientras María trabaja en una serie de cuadros, Marquard visita a su amigo Gregor, un criador de caballos y filósofo, se acuesta con la angelical Angie y visita a su hija Lucía en varias ocasiones. Marquard y Lucía, que han comenzado una tierna y compasiva relación padre-hija, pasan dos días en un hotel de la costa, decidiendo no hablarse con palabras. Los sentimientos y la comunicación surgirá de un modo muy especial. María, que desconoce el paradero y el porqué de la ausencia de Marquard, se da cuenta por sí misma: su amor se ha terminado. Abruptamente, interrumpe su trabajo hasta el momento y comienza a pintar un nuevo cuadro, titulado "Lo visible y lo invisible".

Comentario:

Parece que el limes que levantaron los romanos para  impedir que el pueblo germano se aproximara a las culturas mediterráneas y celtas tuvo un importante impacto cultural y en la idiosincrasia de los pueblos al Norte del Rhin y el Danubio. El cine de Rudolf Thome es gélido y desapasionado, tan frío como los paisajes en los que se desenvuelven unos personajes, incluso en unas playas que no invitan a introducir  ni siquiera los pies en el agua; paisajes otoñales en cualquier época del año, que intentan contrarrestar con vivos colores como los del cartel que anuncia la película, o los de las obras que la pareja realiza, que no logran transmitir el  calor que Marquard busca en la botella.


 La experiencia del pintor  de pasar unos días con su hija sin emitir un solo sonido no satisface sus aspiraciones y prefieren no repetirla. Algo parecido a lo que siente el espectador  al observar  el cuadro con el que el pintor quiere representar lo visible y lo invisible y que sólo puede acabar borracho. Hannelore  Elsner no logra conmovernos omo lo hizo  bajo la dirección de Doris Dörrie en 'Cerezos en flor".



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