Una mujer destruida: Stuart Heisler

Ficha técnica:

Título original: Smash-Up. The story of a woman.
País: Estados Unidos.
Año: 1 947.
Duración: 103 minutos.
Dirección: Stuart Heisler.
Guión: John Howard Lawson. Diálogo adicional: Lionel  Wiggam,
basado en una huistoria original de Dorothy Parker y Frank Cavett.
Dirección de Fotografía: Stanley Cortez, A.S.C.
Música. Score:   Frank Skinner.
Canciones de Jimmy McHugh, letras: Harold Adamson.
Dirección artística: Alexander Golitzen.
Edición: Milton Carruth.
Decoración del set: Russell A.Gausman y Ruby Levitt.
Productor: Walter Wanger.
Productores asociados: Martin Gabel
Peluquería: Carmen Dirigo,
Director de maquiullaje: Jack P.Pierce
Universal Internacional.


Intérpretes:

Susan Hayward: Angelica, 'Angie', 'Angel',
Lee Bowman: Ken Conway,
Marsha Hunt: Martha Gray, Secretaria de Ken,
Eddie Albert: Steve Nelson,
Carl Esmond: Doctor Lorenz,
Carleton Young: Fred Elliot,
Charles D.Brown: Michael Dawson,
Janet Murdoch: Señorita Kirk, nany de la hija de Angel,

Robert Shayne: Señor Gordon.

Sinopsis:

Ángel, una famosa estrella de cabaret, se casa con un hombre audaz, que también resulta ser cantante. Ella usa sus contactos para ayudar a su esposo a conseguir el éxito. Ángel empieza a beber a medida que su marido se hace más famoso, hundiéndose cada vez más.

Comentario:

 Interesantísima película, realizada por Stuart Heisler en 1947, que contempla la crisis de una mujer, una cantante profesional, que se repliega al .ámbito privado de su hogar, espacio donde se materializa la  imposición coactiva a la identidad femenina,  por amor y que acaba siendo derrotada por la bebida. El film es muy equilibrado y no reparte responsabilidades de forma indiscriminada. Angel no comienza a beber ante su nueva situación, sino que la secuencia inicial  nos muestra cómo se prepara un fuerte combinado para la cantante antes de enfrentarse a su público; ni  su matrimonio fracasa por un infidelidad del marido, ni la secretaria es tan mala persona, ni el marido tan perverso como parecen. La conjunción de pequeñas cosas, unidas a la insatisfacción de una persona  que había logrado un lugar en la sociedad y que lo abandona, quedándose  sola con la botella y facilitando que el marido avance en un terreno en el que ella retrocede, la convierten en un ser  insatisfecho e infeliz.

Estructuralmente está concebida como un gran flashback, partiendo de un presente en el que vemos a la protagonista en estado de shock, retrocediendo al pasado para aportar una explicación sobre su situación actual. Todos reconocen su error y deciden empezar de nuevo, pero hay un detalle muy inquietante: cuando empieza  la película vemos a Susan  Hayward con la cabeza vendada, dejando al descubierto medio rostro (un ojo, una mejilla y la boca). Ya nunca volvemos a ver su rostro; en la última secuencia Ken mantiene un diálogo con su esposa teniendo como contraplano al público, mientras ella , sentada, nos muestra su espalda. ¿Cómo ha quedado su rostro tras el incendio? ¿Por qué llevaba la cabeza vendada? ¿Cómo se reanuda la convivencia matrimonial? ¿De qué tamaño son las cicatrices en la pareja? Una forma muy inteligente de dejar una serie de preguntas, sin respuesta en la diégesis cinematográfica, en el aire. Elipsis que debe sustituir el espectador.

Es muy halagüeño encontrarnos con un director que hiciera semejante retrato de una mujer en  1947. La rudeza del marido, que afecta de forma muy dolorosa a su amigo Steve, mucho más sensible a los sentimientos de Angel, de que al relegar a su esposa al hogar  le imponía, aunque no fuera conscientemente, la función de procrear y desarrollar la parte afectiva y sentimental de su esencia como ser humano, cultivada en el cuidado de los demás, le hace incapaz de entender que  arrebatarle la custodia de la hija es contribuir seriamente a su enloquecimiento y caida definitva en el alcoholismo. De forma indirecta estaba ejerciendo una especie de presión sobre ella, que generosamente le había ayudado a progresar en un terreno que era el suyo propio, apoyándose en sus conocidos y amigos.