Hannah y sus hermanas. Woody Allen
Ficha técnica:
Título original: Hannah and her sisters.
País: Estados Unidos:
Año: 1986.
Duración: 103 minutos.
Dirección: Woody Allen.
Guión: Woody Allen.
Dirección de Fotografía: Carlo DiPalma.
Música: Varios.
Montaje: Susan E.Morse.
Productores: Jack Rollins y Charles H. Joffe. Robert Greenhut.
Diseño de Vestuario: Jeffrey Kurland.
Orion Pictures Production.
Interpretes:
Michael Caine: Elliot,
Woody Allen : Mickey,
Mia Farrow : Hannah,
Dianne Wiest: Holly,
Barbara Hershey: Lee,
Lloyd Nolan: Evan,
Max Von Sidow: Frederick,
Carrie Fisher: April,
Julie Kavner: Gail,
Daniel Stern: Dusty ,
Mauren O'Sullivan: Norma,
John Turturro: Escritor.
Sinopsis:
Tres hermanas de caracteres muy diferentes, hijas de un maduro matrimonio de actores, mantienen entre sí una estrecha relación. La mayor, Hannah, la que tiene un carácter más fuerte, está casada con un rico empresario y su vida parece equilibrada, perfecta. Actriz de éxito, esposa y madre ejemplar, se ha convertido en el centro de gravedad de toda la familia. Holly, la segunda, sensible e inestable, sueña con ser actriz. Lee, la pequeña, es una ex-alcohólica que vive en una buhardilla del Soho con un pintor minimalista mucho mayor que ella. Mucho menos afortunadas que Hannah, suelen recurrir a ella cuando necesitan consejo o tienen problemas económicos. Pero esta situación comienza a tambalearse cuando Elliot, el marido de Hannah, se enamora de una de las hermanas de su mujer.
Comentario:
Woody Allen repite con un film neoyorquino, un retrato de la clase media culta, contemplada con una mirada tan universal que logra conectar con otras culturas, especialmente la europea, donde están las raíces de la civilización norteamericana. No en balde ha sido considerado el director más europeo de los Estados Unidos, que estuvo a punto de afincarse en París, cuando era joven, y no se atrevió, como él mismo confiesa en ese magnífico film que dedicó a la ciudad del Sena, donde residen sus fantasmas. Es el paradigma del urbanita maniático e hipocondriaco, con dificultades de mantener una pareja, y un trauma muy personal: de origen judío se proclama ateo o agnóstico, y en momentos de crisis emocional, cuando el psicoanálisis se revela ineficaz, busca entre las diferentes religiones un refugio para su desasosiego.
Las dos hermanas de Hannah, hijas de unos actores en decadencia, han fracasado en su intento de consolidarse como mujeres independientes que ejercen una profesión de la que poder vivir, sin necesidad de ser mantenidas por su marido o compañero. Lee (Barbara Hershey) compañera de un hombre mayor que ella, Frederick (Max Von Sidow), un artista entregado a su trabajo y caracterizado por una personalidad fría, no conseguirá su objetivo de mantener para siempre a su lado a la muchacha; entre ésta y el marido de Hannah, (Mia Farrow), interpretado por Michael Caine, (Mia Farrow), un empresario de profesión, surge una atracción mutua irreprimible, que sólo se acaba cuando la mujer abandona a su viejo compañero e inicia estudios universitarios, lo que le facilita establecer contacto con hombres jóvenes. Holly emprende un nuevo camino en la literatura, inspirándose en su propia familia y aireando los sentimientos y los conflictos que jalonan la vida de Hannah sin pudor. Encontrará refugio emocional en Mickey (Woody Allen).
Pero, a su manera, (mucho más amable que Luis Buñuel), Woody Allen también denuncia el discreto encanto de la burguesía, de la que forma parte de forma consciente: la hipocresía, gracias a la que es capaz, en última instancia, de sofocar todos los problemas y convivir todos juntos, distendidos, con glamour, alegría y desenfado. No importa que la madre sea un alcohólica, el padre no la soporte, las hermanas tengan una relación edípica con los padres, y se quieran y protejan mutuamente, aunque no tengan demasiados problemas para engañarse entre sí con sus respectivas parejas. Todo se diluye en el sofá del psiquiatra y las penas son más llevaderas con un buen nivel económico. Real como la vida misma. Como siempre, Allen nos deja con una sonrisa amarga.
Woody Allen repite con un film neoyorquino, un retrato de la clase media culta, contemplada con una mirada tan universal que logra conectar con otras culturas, especialmente la europea, donde están las raíces de la civilización norteamericana. No en balde ha sido considerado el director más europeo de los Estados Unidos, que estuvo a punto de afincarse en París, cuando era joven, y no se atrevió, como él mismo confiesa en ese magnífico film que dedicó a la ciudad del Sena, donde residen sus fantasmas. Es el paradigma del urbanita maniático e hipocondriaco, con dificultades de mantener una pareja, y un trauma muy personal: de origen judío se proclama ateo o agnóstico, y en momentos de crisis emocional, cuando el psicoanálisis se revela ineficaz, busca entre las diferentes religiones un refugio para su desasosiego.
Las dos hermanas de Hannah, hijas de unos actores en decadencia, han fracasado en su intento de consolidarse como mujeres independientes que ejercen una profesión de la que poder vivir, sin necesidad de ser mantenidas por su marido o compañero. Lee (Barbara Hershey) compañera de un hombre mayor que ella, Frederick (Max Von Sidow), un artista entregado a su trabajo y caracterizado por una personalidad fría, no conseguirá su objetivo de mantener para siempre a su lado a la muchacha; entre ésta y el marido de Hannah, (Mia Farrow), interpretado por Michael Caine, (Mia Farrow), un empresario de profesión, surge una atracción mutua irreprimible, que sólo se acaba cuando la mujer abandona a su viejo compañero e inicia estudios universitarios, lo que le facilita establecer contacto con hombres jóvenes. Holly emprende un nuevo camino en la literatura, inspirándose en su propia familia y aireando los sentimientos y los conflictos que jalonan la vida de Hannah sin pudor. Encontrará refugio emocional en Mickey (Woody Allen).
Pero, a su manera, (mucho más amable que Luis Buñuel), Woody Allen también denuncia el discreto encanto de la burguesía, de la que forma parte de forma consciente: la hipocresía, gracias a la que es capaz, en última instancia, de sofocar todos los problemas y convivir todos juntos, distendidos, con glamour, alegría y desenfado. No importa que la madre sea un alcohólica, el padre no la soporte, las hermanas tengan una relación edípica con los padres, y se quieran y protejan mutuamente, aunque no tengan demasiados problemas para engañarse entre sí con sus respectivas parejas. Todo se diluye en el sofá del psiquiatra y las penas son más llevaderas con un buen nivel económico. Real como la vida misma. Como siempre, Allen nos deja con una sonrisa amarga.
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