Lincoln. Steven Spielberg






Ficha técnica:
Título original: Lincoln.
País: Estados Unidos.
Año: 2012.
Duración:  150 minutos.
Dirección: Steven Spielberg.
Guión: Tony Kushner (Munich, 2005) y Paul Webb, basado en el libro de Team of Rivals: The political genius of Abraham Lincoln de Doris Kearns Goodwin.
Dirección de Fotografía: Janusz Kaminski.
Casting: Avy Kaufman, C.S.A.
Música: John Williams. Interpretación: Orquesta Sinfónica de Chicago. Edición: Ramiro Belgardt.
Edición: Michael Kha, A.C.E.
Director artístico: Leslie Mc Donald, David Crank, Curt Beech.
Decorador del set:  Jim EErickson
Productores: Kathleen Kennedy y Steven Spielberg,
Productores ejecutivos: Daniel Lupi, Jeff Skoll, Jonathan King.
Co-productores: Adam Somner, Kristie Macosko Krieger.
Diseño de Producción: Rick Carter.
Diseño de maquillaje: Lois Burwell
Diseño de peluquería: Kay Georgiou.
Diseño de Vestuario: Joanna Johnston.
20th Century Fox, DreamWorks, Reliance Entertainment, Dune Entertainment, Participant Media; Amblin Entertainment/Kennedy/Marshall Company Production; The Kennedy/Marshall Corporation. Distribución: Hispanofoxfilm.

Intérpretes:


Daniel Day-Lewis: Abraham Lincoln,

Tommy Lee Jones : Thaddeus Stevens,
Joseph Gordon-Levitt: Robert Lincoln,
Sally Field: Mary Todd Lincoln,
Jackie Earle Haley: Alexander Stephans ,
Jared Harris: General Ulysses Grant,
David Strathairn William H.Seward,
Hal Holbrook: Preston Blair ,
James Spader: W.N. Bilbo,
John Hawkes: Robert Lathman,
Bruce McGill: Edwin Stanton,
Lee Pace: Fernando Wood, 
Joseph Cross: John Hay,
Jared Harris: Ulysses S. Grant:,
Michael Stuhlbarg: George Yeaman,
Tim Blake Nelson: Richard Schell,
Lee  Pace: Fernando Wood,
....


Sinopsis:

Steven Spielberg aborda en su relato los últimos meses de la vida del 16º Presidente de los Estados Unidos, en lo que logró aprobar la 13ª enmienda de la Constitución  americana que abole la esclavitud y pone fin a la Guerra de Secesión.

Comentario:

"Desde los primeros días, la nueva democracia de Estados Unidos se vio amenazada por la división interna"  "¿Podía mantenerse un gobierno democrático con un pueblo mitad esclavo y mitad libre? A medida que los intentos de acuerdo fracasaban, el antagonismo entre el sur esclavista y el norte libre se volvía cada vez más violento hasta culminar en la secesión de once estados del sur. Y llegó la guerra." Así comienza el film de Steven Spielberg, el director mágico que ha gozado de una brillante estela de seguidores, pero que se ha mostrado capaz de adoptar la actitud más reverente, escrupulosa y  circunspecta y prudente ante los grandes hitos que han marcado la historia de su pueblo, tanto a la hora de presentarlo como víctima (La lista de Sindler, 1993), o  como verdugo (Munich, 2005)

Para esta ocasión , en la que va a poner el foco  sobre el hombre que abolió la esclavitud en los Estados Unidos, se inclina por una puesta en escena sobria, austera, comedida en la paleta de color próxima a los retratos de los congresistas que legó este momento histórico; una edición tranquila, atenta al discurso hablado, sin desdeñar el lenguaje de los gestos y de la mirada de la cámara, y una iluminación que potencia el claroscuro, con una luz que procede del exterior de la estancia y que revela la dualidad entre la vida pública y la privada, el político y el marido, el padre y el estadista, golpeado desde dentro y desde fuera, por las pasiones políticas y las emociones personales, en las que  incide profundamente la muerte de un hijo y el deseo de enrolarse en una guerra sanguinaria de su primogénito. Spielberg consigue hasta que Daniel Day-Lewis contenga el histrionismo que lo caracteriza.

Ante su cadáver el cineasta Spielberg va a rendir un homenaje que evoca el de David frente a su camarada muerto Marat, asesinado por la reacción, a manos de Charlotte Corday; una luz amarillenta ilumina la cama, sobre la que yace un 'monumento'; cuando la cámara se aproxima, el presidente asesinado esboza una sonrisa, apoyando su cabeza sobre una discreta mancha de sangre. El médico alerta a los presente de que a las 7:22 horas del 15 de abril de 1865, Lincoln ha dejado de ser un hombre para incorporarse  a la  leyenda, y ocupar el puesto que le corresponde en la Historia.

Spielberg, un hombre que ha logrado  el sueño de vivir haciendo aquello que más le gusta, y que además le ha dado el dinero suficiente para elegir los colaboradores con los que se siente más a gusto (músicos, guionistas, productores...), nacido en  la democracia más 'solida' que existe, donde el ciudadano, el habitante de la ciuis, es consciente de sus derechos y honra  su carta magna como una religión, viene a contarnos su experiencia. El bien general, al que generalmente evoca quien busca su interés particular, no existe. Esta mediatizado por intereses económicos, ideológicos, políticos y personales, que tienen reflejo en ese guirigay de partidos, republicanos y conservadores, que apenas se entiende desde la perspectiva actual, divididos internamente en conservadores y liberales. El poder esclavista y la economía basada en la servidumbre (grandes  haciendas productoras de algodón) se concentraba en los once estados secesionistas del Sur, cuyas tradiciones se basaban en la desigualdad  natural entre los hombres a causa del color de su piel y su nacimiento. Los  pueblos crean unos partidos que suelen ser su imagen especular.

Los republicanos de entonces eran abolicionistas y los demócratas esclavistas, lo que no se puede entender hoy, si no se tiene en cuenta  que en esos momentos se estaba librando una batalla por liberar las fuerzas productivas, cercar los campos y construir el ferrocarril, condiciones necesarias para impulsar  la revolución industrial y el desarrollo que en poco más de cincuenta años había crecido tanto que produjo el primer crack  bursátil de la historia: la caída de Wall Street en 1929, (unos pocos años antes el hombre recorría los desiertos a caballo, con dos pistolas al cinto).Ahora el Norte estaba en guerra con el Sur, que no tenía presencia en el Congreso tras su secesión y abandono de  la Unión surgida tras la Independencia. Por un complejo sistema de culpabilidades tejido por el poder, se van creando adhesiones incondicionales y mentalidades sumisas, como demostró  el profesor Stanley Milgram, de la Universidad de Yale, entre 1960 y 1963; en las guerras muere gente y surgen odios irreconciliables que producen enemigos sempiternos, que  se mantienen en la actualidad.

Conocedor de este clima emocional más que ideológico, Lincoln asocia el abolicionismo con la paz, ocultando al congreso que han llegado comisionados del Sur para negociar el fin de las hostilidades, temerosos de que finalmente el Congreso aprobara la  temida enmienda. La convición que tenía el Presidente de  que estaba en una encrucijada y que su elección iba a ser definitiva: o ahora o nunca. miente a la cámara y compra votos demócratas. El 31 de enero de 1865  se votó la Ley de Emancipación de los esclavos y la 13ª enmienda, que  impone que "Ni la esclavitud ni la servidumbre involuntaria, salvo como castigo por un delito del cual la persona haya sido debidamente condenada podrán existir en los EE.UU. o en cualquier lugar sujeto a su jurisdicción". El congresista Thaddeus Stevens (Tommy Lee Jones), gran abolicionista, tuvo que hacer una tremenda cesión, la igualdad de los negros quedaba restringida a la igualdad ante la ley, que, aunque iniciaba el camino de su liberación, no zanjaba su lucha, que a partir de ahora tendría que orientarse contra las leyes de segregación de este pueblo. Pero es más, era consciente de que muchas veces el fin justifica los medios, y le dice a su amante negra: "La medida más importante del siglo XIX ha sido aprobada por una corrupción instigada y secundada por el hombre más puro de América." Siglo y medio después un negro, Barak Obama, preside los Estados Unidos y los negros y las mujeres votan, gracias a la clarividencia de quienes le precedieron, pero este Presidente todavía no ha podido cerrar la cárcel ilegal de Guantánamo.

A pesar de todo la democracia ha tenido que recurrir a las armas, y, según Lincoln ha vencido gracias a la fuerza invisible que la sustenta; todo lo que se puede demostrar con sangre y sacrificio ya está demostrado. Mas no lo ve así el líder de la Confederación de Estados del Sur, que será finalmente derrotado, soberbio y altivo en su caída, como lo describe Spielberg, montado en su caballo mientras el general  de Unión lo despide con un saludo militar, a pie, y debiendo elevar su cabeza para mirar el rostro del vencido, imagen tomada con un elegante contrapicado.

Pero la historia no ha acabado, como afirmaba Francis Fukuyama, hasta que la primera crisis global le ha estallado en plena cara; el filósofo neocom defendía  la teoría de que la historia humana como lucha entre ideologías había  concluido, y había comenzando una era basada en la política y economía de libre mercado; el discurso del cineasta le recuerda que el pensamiento único no existe, ni incluso dentro de una misma formación política . Muchos acusan a los que les precedieron de haber hecho las cosas mal, de haber dejado flecos, pensando que a ellos ya no les corresponde hacer nada; el discurso de Spielberg camina en dirección contraria; sus personajes entendieron la trascendencia del momento que estaban viviendo y el Presidente del Congreso hizo uso de su voto de calidad, para que su nombre figurara en el Acta. A pesar del momento de explosión de las emociones, que define al cineasta,  tras la aprobación de una de las enmiendas, que para algunos podrá evocar el fatídico número 13, el de Judas, sentado a la  mesa de su maestro, la lucha acababa de comenzar.



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