Wall Street. Oliver Stone. Ficha técnica.




Ficha técnica:

Título oriinal:  Wall Street.
País: Estados Unidos.
Año: 1987.
Duración: 121 minutos.
Dirección: Oliver Stone.
Guión: Staley Weiser y Oliver Stone.
Casting: Risa Bramon y Billy Hopkins.
Director de Fotorafía: Robert Richardson.
Score musical: SStewart Copeland. Supervisor: Bud Carr.
Edición: Claire SSimpson.
Directores artísticos: John Jay Moore, Hilda Stark.
Producción: Edward R.Pressman 
Productores asociados: Michael Flyn.
Co-producción: A. Kitmanho.
Diseño de producción: Stephen Hendrickson. 
Decoradores del set: Leslie Bloom y Susan Bode.
Supervisor post Producción: David Epstein.
Vestuario: Ellen Mirojnick.
20th Century Fox.,e en asociación con American Entertainmen Partners L.P.

 Intérpretes:



Michael Dougas: Gordon Gekko.
Charlie Sheen; Bud Foz,
Daryl Hannah: Darien Taylor.
Martin Sheen : Carl Fox,
Hal Holbrook: Lou Mannheim,
Sean Young: Kate Gekko,
John Mcinley: Marvin,
Saul  Rubinek: Harold Salt,
Silvia Miles: Realtor,
James Spader: Roger Barnes, 
Franklin Cover: Dan,
James Karen: Lynch,
Millie Perkins: Mrs. Fox,
Terence Stamp : Sir Larry Wildman,
Sean Stone: Rudy Gekko,


Sinopsis:

Cansado de la vista desde la ventana de su minúsculo apartamento, Bud Fox (Charlie Sheen) suña con el lujo y el poder de quienes ocupan los más altos escalafones de la banca de inversión de Wall Street. Tras explotar a  fondo su encanto para convertirse en pupilo del mjor de todos , Gordon Gekko (Michael Douglas), Fox no tarda en codearse con sus nuevos amigos de las altas esferas. Pero en un mundo que se valora más la codicia de alto riesgo que las conductas morales que no reportan beneficios, Fox no tardará en  encontrarse en una presaria posición que le obligará a enfrentarse a su protector en un desafío a todo  o nada que ninguno de los dos puede permitirse perder.


Axioma de la época: 
La avaricia es buena



Comentario:

"Aquí no se gana ni para el metro, el país se está yendo a la mierda más aprisa que en los tiempos del hijoputa de Roosvelt. Demasiada divisa sin valor por el mundo; nuestra mayor equivocación fue que Nixon abandonara el patrón oro." Éstas y otras cosas del estilo se escuchaban en 1987, cuando el hombre no era ni mínimamente consciente de la que se avecinaba, de lo que iba a suceder cuando los dioses del dinero decidieran romper todas las burbujas que habían creado y recoger beneficios, para crear otras nuevas. Es bueno volver de vez en cuando la vista atrás, y comprobar  qué ingenuos éramos cuando se incició el último crack con la caidad de Lehman Brothers, y cómo están  incidiendo, de la manera más dramática,   las consecuencias de estas maniobras financieras en nuestras propias vidas, gracias a directores comprometidos con la sociedad como Oliver Stone, que  definió el marco en el que otros directores han ido introduciendo la influencia de la depresión en diferentes sectores de la economía.

Siguiendo su propia tradición  documentalista el  director nos introduce en un día cualquiera en la gran metrópilis de New York, mientras van apareciendo los títulos de crédito,y nos proporciona  una crónica del amanecer  en los suburbios de la ciudad, de cuyas colmenas emergen miles de hombres y mujeres que avanzan hacia la serpiente de hierro que los conduce hacia el centro de la Gran Manzana, la zona de los negocios, en cuyo  skyline, visible desde estos barrios marginales,  aún emergen las Torres Gemelas. Tras un penoso trayecto en un metro abarrotado, los proletarios emergen a la superficie y se incorporan a las  populosas avenidas repletas de funcionarios,  oficinistas, trabajadores de los servicios,  que como autómatas se dirigen a sus puestos de trabajo; Bud Fox, ( Charlie Sheen, hijo de Martin Sheen) es un joven agente de cambio y bolsa, hijo de un sindicalista que trabaja en unas aerolíneas, cuyo sueño es conocer al gran hombre de negocios Gordon Gekko, ( Michael Douglas ) con el objetivo de que llegue un día en que se cumpla su sueño: estar al otro lado del teléfono, precisamente el lugar de los especuladores. Aunque gana un sueldo suculento, es insuficiente para vivir en la gran urbe y pagar su crédito universitario, detalle interesante, pues en EE.UU. donde todo está privatizado, se presta dinero para la  formación de los jóvenes, que  luego pasas media vida devolviéndolo.Es curioso que el país que se encuentra en la vanguardia de la investigación en teconología punta, se siga pensando que la formación es de interés individual y no colectivo, comprando los mejores cerebros, con dinero por supuesto, allí donde se encuentren, incluso cuando su aprendizaje se halla pagado con el sudor de los trabajadores en su conjunto.

 Los antiguos romanos tenían claro que un sistema corrupto era aquel en el que los intereses privados primaban sobre los públicos. El padre-sindicalista es consciente de  que el dinero es sólo un valor de cambio:" El dinero es eso que necesitas por si no te mueres mañana". Abundantes contrapicados y amplísimos despachos acobardan al individuo y contrastan con la imagen de Bud Fox subiendo por las escaleras del Tribunal de Justicia que le va a juzgar, tomado con un plano cential que  lo reduce significativamente,  mientras la cámara se aleja y se eleva hasta convertirlo en un pequeño insecto que se confunde con los demás. El espejismo ha terminado para él, como ha terminado para gran parte de la población mundial, que ha despertado de su gran resaca. Oliver Stone advierte al ciudadano de buenas intenciones de que en este mundo no caben los principios morales o éticos; a modo de ejemplo  Gekko advierte  a Bud  que si  cree que lo que diferencia a dos hombres, apostados en la acera, un mendigo y un empresario próspero, es tan sólo la suerte, es que padece una terrible ingenuidad; su  propio jefe directo  le previene acerca de los atajos, ya que los que buscan el dinero fácil suben y bajan con el mercado alcista, mientras los operadores fuertes se mueven en el bajista, y el dinero, obtenido con mayor honradez, se destina a la ciencia y la investigación.

 Pero el joven se deja arrastrar por la codicia y busca una amante de lujo y un piso en el East Side, donde vive la gente más adinerada. Pero el cinismo de Gekko es un aviso para navegantes: ya en 1987 América era una potencia de segundo orden, con un déficit comercial y fiscal incontrolable, en el que las directivas de las empresas que cotizaban en bolsa apenas controlaban un 3% de sus compañías, mientras los accionistas eran manipulados por los burócratas, que costeaban sus elevadísimos sueldos, comilonas, aviones privados y otras zarandajas con gran parte del déficit que presentan las empresas (parece que el público empieza a entender ésto con claridad ). El especulador se presenta ante los accionistas como su liberador. A continuación expone la teoría que ha hecho famoso el film:"La codicia es buena, necesaria y funciona, abre caminos y capta la esencia del espíritu evolucionista; la ambición es positiva en todas sus formas, ya sea por la vida,el dinero, el amor o la sabiduría". Salvará a esa gran empresa en quiebra que son los EE.UU. ¿Sabíamos ésto cuando poníamos los pies en la mesa del Presidente o hacíamos de tontos útiles ?

 La relación entre los dos hombres salta hecha pedazos cuando Gekko, pasándose de frenada, especula con la empresa donde trabaja el padre de Bud para hundirla, con el único argumento de que era hundible; el hombre de negocios disecciona (recordamos de nuevo, en 1987) la mentalidad que ha llevado a la ruina de la humanidad: Los ricos sacan un conejo de la chistera y crean una ilusión, que se vuelve realidad, y cuanto más real se vuelve con más avaros cuenta. Capitalismo absoluto. Pero, el 1% de los ricos posee la mitad de la riqueza ( en la secuela Oliver Stone cuantifica en un 44% la inflación económica,compuesta unicamente de aire ); pero luego nos cuenta lo peor: sólo un tercio de la riqueza real procede del trabajo, los otros dos tercios restantes proceden de las herencias. Intereses sobre intereses acumulados para viudas e hijos tontos. Los primeros son puros especuladores, mientras, el 90% de los americanos no tiene nada o casi nada. Los primeros hacen las normas, manipulan las noticias, compran a los creadores de opinión, deciden la guerra o la paz y hasta el precio de un papel. Termina con una tremenda pregunta: ¿No serás tan ingenuo como para creer que vives en una democracia ? Es el mercado libre, del que ambos forman parte porque tienen ese instinto asesino; todas las guerras se ganan antes de librarlas, con la condición de que al frente haya hombres listos, hambrientos y sin sentimientos.

 Otra cuestión que plantea es el complejo de los norteamericanos, republicanos a la antigua, que jamás obtendrán el título de Sir, como sus congéneres ingleses. Lo malo es que para hacer dinero violan todas las leyes que la sociedad se ha dado y deberán rendir cuentas ante ella; pero que nadie se engañe, para lograr que la justicia actúe, la sociedad debe contar con el apoyo de otro 'lobo de los negocios'. El jefe, humilde y a la vez más honesto le dice a Bud en su despedida: "Lo malo del dinero es que te obliga a hacer cosas que no quieres". Un detalle curioso, que evidencia que nada escapa al ojo atento del director, es la provisionalidad de la vida en la cumbre de la ola; cuando Bud decora su casa en el East Side, su amante, de profesión decoradora de lujo, elige ladrillo cara vista, pero todo es papel pintado, disimulado por los obreros con pinturas y otros elementos prefabricados, que dan muy buena apariencia, a pesar de su falsedad. Entrar o salir de la cárcel es incluso signo de distinción, una gabela que han de pagar los ricos por su intrepidez y libertad feudal. En su secuela, Wall Street, el dinero nunca duerme, Oliver Stone cierra el ciclo y podemos ver con claridad las consecuencias de la receta económica de Gekko, aquella de que la avaricia es buena. Otro lobo de los negocios inventa una nueva, la del principio moral, según el cual no se debe dejar dinero a aquellos ciudadanos que han demostrado que no son responsables y se han empeñado en algo que no podían pagar, movidos por la codicia; cuando se pinche definitivamente la burbuja, el siguiente lema será: "Sálvese el que pueda". Lo más sorprendente es que fue un cineasta y no un experto en economía el que advirtió a los ciudadanos de que estaban ubicacos en el cráter del Vesuvio. ¿Tendrá que hacer Oliver Stone otra secuela ?

Oliver Stone dedica el film a su padre Louis Stone,  un agente de bolsa judio, fallecido  en 1985

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