Niágara. Henry Hathaway
Ficha técnica:
Título original: Niagara.
País: Estados Unidos.
Año: 1953.
Duración: 92 minutos.
Dirección: Henry Hathaway
Guión: Walter Reisch, Charles Brackett y Richard L.Breen.
Música: Sol Kaplan.
Director de Fotografía: Joseph McDonald.
Edicion: Barbara McLean.
Productor : Charles Brackett.
Twentieth Century Fox .
Intérpretes:
Marilyn Monroe : Rose Loomis,
Joseph Cotten: Toger Loomis,
Jean Peters: Polly Cutler,
Max Showalter : Ray Cutler,
Denis O'Dea
Richard Allan: amante de Rose.
Sinopsis:
George Loomis (Joseph Cotten) y su esposa Rose Loomis (Marilyn Monroe) pasan unas vacaciones en un motel junto a las Cataratas del Niágara. Su relación empeora rápidamente. Conocen a unos vecinos Ray Cutler (Max Showalter) y Polly Cutler (Jean Peters) que están pasando su luna de miel en la habitación contigua. Polly descubre que Rose tiene un amante, Patrick (Richard Allan), pero no sabe que ambos tienen un plan para deshacerse de George.
Comentario:
Un film como Niagara, del gran Henry Hataway (Valor de Ley, 1969), pone en evidencia lo que la humanidad y algunos países en particular, como España, ha avanzado en los últimos tiempos en la educación de la sociedad en la igualdad (Leyes de Igualdad del gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero). En este film nos asalta una duda: ¿Qué son los celos? No es un tormento psicológico de carácter masculino, sino que las mujeres también lo padecen y puede convertir las relaciones en un auténtico suplicio.
El problema se produce cuando la intranquilidad llega a términos insoportables, situación en la que se encuentra George Loomis, un Otelo moderno, que acaba asesinando al amante de su esposa, primero, y a ella después. Pero el film de Hathaway es muy maniqueo: visualmente contrapone la figura conscientemente provocadora de Rose, vestida para despertar las pulsiones escópias y voyeuristas de los hombres, potenciadas por esa forma tan peculiar de andar de Marilyn, en la que si sus huellas quedaran impresas en el asfalto, nunca irían emparejadas, sino una detrás de la otra, con el balanceo consecuente del cuerpo entero, a la honesta, decente y recatada Polly, una mujer fiel a su marido, guapa pero discreta y comprensiva con el hombre maltratador.
George tiene una visión del amor como una corriente turbulenta, que lo arrasa todo a su paso, emblematizada por las espectaculares cataratas del Niágara, en cuyo curso flotan plácidamente los troncos, sin advertir que unos metros más abajos se encuentra el terrible precipicio por el que se precipitarán las aguas, tras luchar denodadamente en los rápidos que lo anuncian, despreciando la 'crónica de la muente anunciada'. Los celos han sido objeto permanente de laa literautra en cualquiera de sus manifestaciones, en prosa o en verso, y, como no podía ser menos, en la nueva forma de representación que supuso la aparición del cine, y Hathaway prepara intelectualmente al espectador para que acepte un crimen, poniéndolo en antecedentes: Rose engaña al marido y conspira con él para asesinarlo. Polly comprende al hombre herido, incluso después del escándalo que provoca rompiendo el disco de vinilo, cuya música evoca constantemente su esposa.
Marilyn es utilizada como un objeto sexual cosificada y convertida en un mito erótico, un icono de la mujer deseable y deseada, la femme fatale que enloquece al hombre y arruina su vida, frente a la esposa modélica, la mujer cultivada a la que acabarán respetando todos los hombres. En su día fue promocionada como la película de las dos maravillas ,las famosas cataratas y Marilyn, (El blog de Ethan)
Todos somos conscientes de que la percepción de estos conflictos y el análisis de los tormentos que conlleva, que, con demasiada frecuencia termina con la muerte de la mujer, y de que hoy nos enfrentaráimos de forma bien diferente a como lo hacen el guionista Charles Brackett y el realizador Henry Hathaway, utilizando como intermediario una voz en off de un espectador pretendidamente objetivo.
La cámara se enamora de Marilyn, como se enamorará unos años más tarde de, la 'muy carnal' (François Truffaut), Kim Novak en la magistral Vértigo (de entre los muerto) de Alfred Hitchcock, (1958). que en algunos momentos parece inspirada en este memorable film de Hathaway. Pero no es extraño que las cosas se produzcan de esta manera, porque conflictos que hoy han adquirido carácter sistemático y nada poético, como la violencia de género, el bullying o el edadismo (Crazy de Marc-Vallée o La balada del Narayama de Shohei Imamura, 1983)
Un film como Niagara, del gran Henry Hataway (Valor de Ley, 1969), pone en evidencia lo que la humanidad y algunos países en particular, como España, ha avanzado en los últimos tiempos en la educación de la sociedad en la igualdad (Leyes de Igualdad del gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero). En este film nos asalta una duda: ¿Qué son los celos? No es un tormento psicológico de carácter masculino, sino que las mujeres también lo padecen y puede convertir las relaciones en un auténtico suplicio.
El problema se produce cuando la intranquilidad llega a términos insoportables, situación en la que se encuentra George Loomis, un Otelo moderno, que acaba asesinando al amante de su esposa, primero, y a ella después. Pero el film de Hathaway es muy maniqueo: visualmente contrapone la figura conscientemente provocadora de Rose, vestida para despertar las pulsiones escópias y voyeuristas de los hombres, potenciadas por esa forma tan peculiar de andar de Marilyn, en la que si sus huellas quedaran impresas en el asfalto, nunca irían emparejadas, sino una detrás de la otra, con el balanceo consecuente del cuerpo entero, a la honesta, decente y recatada Polly, una mujer fiel a su marido, guapa pero discreta y comprensiva con el hombre maltratador.
George tiene una visión del amor como una corriente turbulenta, que lo arrasa todo a su paso, emblematizada por las espectaculares cataratas del Niágara, en cuyo curso flotan plácidamente los troncos, sin advertir que unos metros más abajos se encuentra el terrible precipicio por el que se precipitarán las aguas, tras luchar denodadamente en los rápidos que lo anuncian, despreciando la 'crónica de la muente anunciada'. Los celos han sido objeto permanente de laa literautra en cualquiera de sus manifestaciones, en prosa o en verso, y, como no podía ser menos, en la nueva forma de representación que supuso la aparición del cine, y Hathaway prepara intelectualmente al espectador para que acepte un crimen, poniéndolo en antecedentes: Rose engaña al marido y conspira con él para asesinarlo. Polly comprende al hombre herido, incluso después del escándalo que provoca rompiendo el disco de vinilo, cuya música evoca constantemente su esposa.
Marilyn es utilizada como un objeto sexual cosificada y convertida en un mito erótico, un icono de la mujer deseable y deseada, la femme fatale que enloquece al hombre y arruina su vida, frente a la esposa modélica, la mujer cultivada a la que acabarán respetando todos los hombres. En su día fue promocionada como la película de las dos maravillas ,las famosas cataratas y Marilyn, (El blog de Ethan)
Todos somos conscientes de que la percepción de estos conflictos y el análisis de los tormentos que conlleva, que, con demasiada frecuencia termina con la muerte de la mujer, y de que hoy nos enfrentaráimos de forma bien diferente a como lo hacen el guionista Charles Brackett y el realizador Henry Hathaway, utilizando como intermediario una voz en off de un espectador pretendidamente objetivo.
La cámara se enamora de Marilyn, como se enamorará unos años más tarde de, la 'muy carnal' (François Truffaut), Kim Novak en la magistral Vértigo (de entre los muerto) de Alfred Hitchcock, (1958). que en algunos momentos parece inspirada en este memorable film de Hathaway. Pero no es extraño que las cosas se produzcan de esta manera, porque conflictos que hoy han adquirido carácter sistemático y nada poético, como la violencia de género, el bullying o el edadismo (Crazy de Marc-Vallée o La balada del Narayama de Shohei Imamura, 1983)
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