Boda real. Stanley Donen.






Ficha técnica:

Título original: Royal Wedding.
País: Estados Unidos.
Año: 1951.
Duración: 93 minutos.
Dirección: Stanley Donen.
Guión: Alan Jay Lerner.
Director de Fotografía: Robert Planck, A.S.C.  Consultores Tecnicolor: Henri Jaffa y James Gooch.
Música: Burton Lane; canciones de Alan Jay Lerner. Dirección musical: Johnny Green. Bailes: Nick Castle; orquestaciones: Conrad Salinger y Skip Martin.
Editor: Albert Aksl.
Director artístico: Cedric Jibbons.
Productor: Arthur Freed.
Efectos especiales: Warren Newcombe.
Diseño de peluquería: Sydney Guilaroff.
Maquillaje: Wiliam J.Tuttle.
Metro Goldwyn Mayer


Intérpretes:

Fred Astaire: Tom,
Jane Powell: Ellen,
Peter Lawford: Lord John Brindale,
Sarah Churchill: Anne Ashmond,
Keenan Wynn: Irving Klinder/Edgar  Klinder
Albert Sharpe: James Ashmond.

Sinopsis:

Los hermanos Tom y Ellen Bowen, cuyo espectáculo de danza ha triunfado en New York, se trasladan a Londres para trabajar con motivo de una boda real. Durante su travesía en transatlántico, Ellen se enamora de un rico noble y la relación entre los hermanos comienza a resquebrajarse.

Comentario:

Stanley Donen.Bodas reales- Christopher Mankiewicz decía que los filmes del gran cineasta Howard Hawks, inspirador de muchos directores actuales, estaban basados en guiones tontos, pero algunos de Stanley Donen no sólo confirman esta afirmación, sino que harían sonrojar a un niño de hoy. Cierto que no les falta en algún momento esa magia y fantasía que Chistopher exige en un cineasta, y que sus películas son muchas veces un pretexto para introducir al espectador en los musicales de Broadway, pero mujeres y hombres, inmersos en un amor romántico y moviéndose por impulsos sentimentales, pasan del escepticismo y el temor al compromiso, a la boda precipitada y concertada en pocas horas. Al final todos felices.

 La película que hoy comentamos, Bodas reales, en la que hay que ver a Fred Astaire gritando ¡Viva la reina! entre un público entusiasta ante el casamiento de sus altezas reales británicas, la princesa Isabel y Felipe Mounttbatten, no tienen desperdicio. Hombre y mujeres son igual de inocentes; acabada la segunda guerra mundial, los americanos estaban orgullosos de su participación en el aplastamiento del nazismo y el fascismo, y transmitían su optimismo a la pantalla. Pero hoy, el hombre ha perdido su inocencia, tras guerras tan cruentas como las de Vietnam, Yugoeslavia o Irak, cuya consecuencia es el recorte de las libertades, la reiteración de  las crisis económicas cada vez más profundas y la difuminación de las fronteras entre la democracia y los totalitarismos. No obstante el film que comentamos, cuyos protagonistas pertenecen al mundo del espectáculo y las diferencias entre sexos son tenues,- todos son igual de cándidos- , es una joya cinematográfica que ha dejado alguna imagen imborrable, como Fred Astaire subiéndose loco de amor por las paredes, en un baile memorable. Sólo por esto la película merece un hueco entre los filmes más destacados de la Historia del cine.

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