La boda de Muriel. P.J.Hogan




Ficha técnica:

Título original:  Muriel's Weeding,
País:  Australia.
Año: 1994.
Duración: 105 minutos.
Dirección: P.J.Hogan.
Guión:P.J.Hogan.
Dirección de Fotografía:  Martin McGrath.
Música: Peter  Best.
Edición:
Producción: Michael D.Aglion, Lynda House, Tony Mahood, Jocelyn Moorhouse.
Compañías: Productoras




Intérpretes:

Tony Colette,
Bill Hunter
Jeanine Drynan
Rahel Griffiths
Matt Day
Gennie Nevison.

Sinopsis :

Muriel es un chica con problemas de sobrepeso y como consecuencia de autoestima, que vive en el seno de una familia de sólida estructura patriarcal, en la que la madre es la primera víctima del marido y de unos hijos absolutamente inactivos, que tampoco se quieren demasiado. La joven tiene un sueño: ser igual que sus amigas y lucir un día un precioso traje de novia y por esta cuestión está dispuesta a sacrificarlo todo.

Comentario:

Se han hecho muchas películas sobre bodas, unas ensimismándose con esta costumbre tradicional y los conflictos que conllevan, y otra abordándola desde perspectivas menos complacientes con la sociedad patriarcal: bodas gay, bodas de conveniencia, o bodas de reivindicación personal e individual, como la de Muriel . Con un modo de representación institucional, muy convencional, el subtexto del film es mucho más revulsivo de lo que parece. La joven no quiere casarse para formar un hogar como aquel en el que ha nacido, ni quiere convertirse en una mujer como su madre, gorda, sin atractivo sexual, despreciada por su marido y sus hijos, un objeto más de la casa que sólo sirve para hacer la comida y servir tés. Lo que Muriel quiere es tener un día grande, vestirse de blanco,  decir 'si quiero' ante el altar, al que llega cogida del brazo de su padre, como manda la tradición, y tener de damas de honor a las 'amigas'  que la han tirado del grupo porque es antigua, poco atractiva y le gusta el grupo ABBA.

Por cumplir este sueño es capaz de sacrificarlo todo. A la propia madre, a la que  ningunea el día que ha convertido en su imaginación  como el más feliz de su vida, por la sencilla razón de que no tiene ningún papel institucional en el ritual; a su amiga Rhonda, enferma de cáncer, que le tendió la mano cuando todos la despreciaban. Cumplido su objetivo vital, que no sólo implica darse una satisfacción personal, sino ganar una batalla a quienes la han marginado desde la infancia, especialmente por su sobrepeso,  que la han acosado y la acosan de la forma más retorcida y brutal, Muriel entiende su egoísmo cuando ya es tarde y no puede disculparse ante su madre.

El film es muy rico en matices. Supone una denuncia de la violencia psicológica de género, que  practican  hombres y mujeres poco solidarias con las de su sexo, y que se ejerce a través de ciertas costumbres, entre las que se encuentran la fantasía inculcada a las féminas desde la infancia de que existen dos días que dejaran una huella indeleble en su vida, y en las que vestirán lujosos y principescos trajes blancos, símbolo de su pureza, en cuya adquisición y la fiesta en que  las hijas serán exhibidas ante las miradas envidiosas de los demás, la familia debe  endeudarse  para evitar que sus retoñas sean unas infelices per in saecula. Convendría recordar el film de Ken Loach 'Lloviendo piedras', 1993.

Hogan separa con su bisturí  el rito  del amor, de la constitución de una familia nueva, e incluso plantea que puede  llegar a  surgir cierto cariño entre dos personas  que no se casaron por amor, aunque Muriel, que es una joven ambiciosa no se conforma con eso, y prefiere vivir su vida en libertad, una vez, eso sí,   ha conseguido vengar su niñez y su adolescencia. Como referente tiene a la pareja constituida por sus padres, la desgracia de su madre, que no puede soportar el abandono tras años de sumisión y  renuncia  ante el marido y  una familia de incompetentes que la desprecian y  que han ganado peso a costa de abusar de ella y no hacer otra cosa que ver la TV tumbados en el sofá.

Muriel necesita poner distancia entre ella y todas las familias del mundo: la de sus padres, la suya propia con un campeón de natación que tampoco está enamorado de ella, e incluso la monoparental formada por su amiga enferma y la madre. Necesita vivir su propia vida sin ligaduras, y este discurso lo confecciona  el director confiando casi exclusivamente en el carisma de Tony Colette, con una puesta en escena tan convencional como las bodas que representa, lo que hace que el discurso ácido y corrosivo que subyace sea un cínico contrapunto a la bondad y belleza   supuesta de  estas celebraciones. Muriel  fue feliz, reina por un día,  pero su satisfacción no tenía  nada que ver con quien le esperaba junto al altar, un mero instrumento de su deseo personal de revancha.

No sólo fue considerada la mejor película que se hizo ese año en Australia, sino que posteriormente ha servido de base para la creación de unidades didácticas sobre la sumisión de la mujer y su papel en la  soiedad patriarcal.

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