Las últimas 7 horas. Beau Briges


Ficha técnica:

Título original: Seven hours to judgment.
País: Estados Unidos.
Año:  1988.
Duración: 88 minutos.
Dirección: Beau Bridges.
Guión: Walter Halsey Davis y  Elliot Stephens, basado en una historia de Walter Davis.
Casting: Alana H.Lambros.
Dirección de Fotografía: Hanania Baer. Color.
Escenografía: Geraldine  Hofstatter.
Música original: John Debney.
Edición: Bill Butler.
Producción: Mort Abrahams.
Productor asociado: Alana H. Lambros.
Productores ejecutivos: Paul Mason y Helen Sarlui-Tucker.
Diseño de producción: Phedon Papamichael.
Efectos especiales: Ron Petruccione y Darrell Pritchett.
Diseño de Vestuario: Larry Lefler.
Paycom Multimedia, Sarlui/Diamant Production.



Ficha artística:

Beau Bridges: John Eden,
Ron Leibman: David Reardon,
Julianne Phillips: Lisa Eden,
Al Freeman, Jr. Danny Larwin,
Reggie Johnson: Chino,
Glen Michael.-Jones: Médico,
Tony Lee Troy: Kiki,
Shwan Miller: Doowa,
Nick Granado: Jorge,
Albert Ybarra: Carlos,
Chris García: Victor,
John Billingsley: Eddie,
Johnny 'Sugarbear' Willis: Oficial Wilton,
Don Creery: Taxista.

Sinopsis oficial:

Una banda callejera ataca a la esposa de David Reardon (Ron Leibman) y la deja medio muerta. Cuando los agresores pasan a disposición judicial, la víctima permanece aún en coma, así que el Juez Eden se ve obligado a dejarles en libertad por falta de pruebas. Reardon culpa de ello al juez y busca venganza, de modo que secuestra a su mujer y amenaza con matarla si Eden no encuentra pruebas de la agresión antes de siete horas. Abrumado por el pánico, el juez vaga por la ciudad toda la noche en busca de un testigo.

Comentario:

Beau Bridges, como otros muchos actores de Hollywood , sintió la necesidad de dejar un testimonio de su capacidad para dirigir un film, que no sólo es difícil de encontrar físicamente  en el mercado, sino de hallar alguna referencia en sus múltiples biografías y filmografías, de las que, debido a su dilatada carrera profesional,salta con facilidad. Sin embargo 'Las últimas 7 horas', realizada con muy pocos recursos, en localizaciones sórdidas en las que se han reunido toneladas de residuos y animales parásitos de las zonas civilizadas, -cucarachas, ratas y palomas-, maneja con eficacia el timing logrando un mas que  aceptable efecto de dramatización, que roza en  el climax de la acción  el slapstick, que arranca más de una sonrisa, ante la mente perturbada de un enfermo de resentimiento que ha previsto una tortura propia de las películas de animación y de los videojuegos, que maneja desde un primitivo ordenador, y que en ocasiones es de una violencia y destrucción tan exageradas que, al no conseguir su objetivo y exceder del sentido común,  provoca un efecto cómico  cuando se intensifica la  tensión.

 El actor convertido en cineasta demuestra en este film que , en ocasiones, son mucho mas peligrosos los elementos resentidos de la sociedad, que exigen una respuesta coincidente con sus convicciones y no con las pruebas, que los propios delincuentes. La reacción de  David Reardon tras la muerte de su esposa como consecuencia de un atraco con  violencia, ejecutado por la Banda del Chino no es algo que se pueda improvisar. Cuenta con un gigante descerebrado, al que ha convertido en incondicional suyo hasta la muerte, con algo tan sencillo como un miserable a cambio de sus ingentes servicios. Contrasta esta sumisión por cuatro euros, con la actitud que mantiene el protagonista de Paycheck ,(John Woo, 2003), un ingeniero telemático que no está dispuesto a ligarse a una empresa durante tres años y perder su independencia, situaciones que revelan la existencia de dos 'Américas'. Este enfermo tiene su 'cuartel general' decorado con imágenes suyas disfrazado de superhéroe, una camioneta dotada con cámaras y otros recursos para captar y producir imágenes, e incluso algún canal para divulgarlas. En resumen, toda una infraestructura al servicio de un demente, construida durante años, y que si no había utilizado hasta el momento era sencillamente porque no había tenido ocasión de hacerlo; todos aquellos que tienen alguna responsabilidad, política, policial o judicial, son objeto de su ira, y en especial el Juez John Eden y su esposa;  queda bien claro que no va en broma y que entre sus instrumentos está la propia banda que mató a su mujer.

El juez, interpretado  por Beau Bridges, descubre  el inframundo que habita en las cloacas de su ciudad, los ghettos como los llaman los 'de arriba', cuando cual  Orfeo en busca de Euridice debe descender a los infiernos en busca de su amada, y enfrentarse con los 'restos' humanos que lo habitan: indigentes, prostitutas, bandas de negros o de sus enemigos 'Los Grandes', chicanos, como los llaman los gringos, de origen mejicano, todo lo que la sociedad del bienestar que sustenta el sueño americano barre hacia las cloacas, y que de tanto en tanto irrumpe en el mundo superior y causa sus estragos. En unas cuantas horas un hombre vestido de smoking, ha perdido su indumentaria que lo identifica, ha impregnado su camisa y sus pantalones de todas las inmundicias de los suburbios y se ha convertido en uno de los miserables que apenas tienen derecho a nada, y al que sólo la incapacidad de los excluidos de mantener una mínima cohesión, librará de las garras de la muerte.

Éste es uno de los  regalos que nos ha ido dejando la prensa desde que se inició la crisis de los periódicos de papel, cuya colaboración con la industria del cine ha dado colecciones como 'Cine americano hoy', editada por la Revista Tiempo, que incluye títulos tan buscados como esta rara avis de Beau Bridges, que muy pocos conocen. La película no funcionó y Bridges no repitió su experiencia, que algunos equiparan a la saga de James Wan , (Saw), aunque mucho menos violenta y macabra, y realizada con menos medios, lo que se traduce en la calidad de la imagen, la conservación de  un film que a pocos interesa y los penosos doblajes de los actores.


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