Toys : fabricando ilusiones. Barry Levinson




Ficha técnica


Título original: Toys.
País: Estados Unidos.
Año: 1992.
Duración: 118 minutos.

Dirección: Barry Levinson.
Guión: Valerie Curtin, Barry Levinson.
Csting: Carol Lankin y Ellen Chenoweth.
Dirección de Fotografía: Adam Greenberg.
Música: Hans Zimmer, Trevor Horn.
Edición: Stu Linder.
Efectos especiales: Clayton Pinney.
Director artístico: Edward Richardson.

Diseño de Vestuario: Albert Wolsky, Carlane Passman.
Maquillaje: Cheri Mins.

Productor: Mark Johnson.
Diseño de Producción:  Ferdinando  Scarfiotti.
Producción: Twentieth Century Fox/ Baltimore Pictures.
( Ficha completa en estamosrodando)

Intérpretes:

Robin Williams: Leslie Zevo,
Robin Wright Penn: Gwen Tyler,
Michael Gambon: General Lelan Zevo,
Joan Cusack: Alsacia Zevo,
LL Cool J. : Capitán Patrick Zevo,
Jack Warden: Viejo General Zevo,
Donald O'Connor : Kenneth Zevo,
Jamie Foxx: Baker,
Debi Mazar: enfermera Debbie,
Julio Oscar Mechoso: Cortez,
Shelly Desal: Shimera.


Premios:

 1992: 2 nominaciones al Oscar: Mejor dirección artística, vestuario
 1992: Nominada a los Premios Razzie: Peor director
 1993: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes

Sinopsis:

Un viejo fabricante de juguetes lega su fábrica a su hermano, un géneral de la armada, que decide transformar el negocio, apoyándose en su hijo, también militar.

Comentario:

El director de Sleepers (1996), Barry Levinson, un film memorable, aborda  una comedia para niños, una buena idea basada en un buen guión y  magníficos actores, que finalmente no consigue su objetivo, no de convertirse en una obra maestra, sino de ocupar un lugar digno en la cinematografía del director. El quid de la cuestión es el maniqueísmo que preside toda la historia,  cuyo background plantea la dualidad entre el yin y el yang, entre el hemisferio izquierdo del cerebro, lógico y lineal y el hemisferio derecho, donde reside la creatividad, entre la preparación para la guerra o el adiestramiento para la paz, que ha  llevado tan brillantemente a la pantalla Guillermo del Toro en Pacific Rim. Incluso da un paso adelante y crea  esa imagen, en cuya realización es tan experto Roland Emmerich, de destrucción de los enclaves emblemáticos de los negocios, la cultura y la política de los Estados Unidos, en este caso el bombardeo de la Quinta Avenida, la 'Milla de oro'  del comercio de lujo mundial. Lo que no deja de tener su importancia en un país que no ha sufrido ninguna guerra desde la Civil o  de Secesión entre 1861 y 1865, y ha conocido las que ensangrentaban los demás continentes, incluído el europeo, a través de los medios de comunicación.

Si atendemos al axioma de que la forma es el discurso, falla en una idealización un tanto moñas y blandengue de lo que entiende como el bien en la educación de los niños. Ni los vómitos ni  las cacas de perro de mentira, las chaquetas o los cerebros ideados por Leslie Zevo, (Robin Williams),  pueden competir en el mercado infantil con videojuegos de dudosa moralidad en los que se dan puntos a los niños por matar a personas, pero cuyo dinamismo atrae a las mentes inquietas de los más pequeños, como lo evidencia el éxito de las consolas y de todos los artilugios que incluyan estos juegos, sin olvidar los móviles a los que acceden estos pequeños a una edad cada vez más corta. La ingenuidad y buenismo del film acaba arruinando una muy buena idea, muy difícil, por otra parte, de llevar a cabo con éxito.

La primera secuencia navideña es de un preciosismo cursi que aliena a un amplio sector de público en los prolegómenos del film, y probablemente sean los niños, salvo los muy pequeños, los mas reacios a integrarse en una aventura desfasada en la actualidad. Cuando la industria del entretenimiento, cargada de violencia visual avanza de forma inexorable, como los tanques del General Lelan Zevo, (Michael Gambón), quien desee combatirla no se puede dormir en los laureles, salvo que no le importe perder esta batalla, como le ha ocurrido a Barry Levinson.


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