Laberinto envenado.Tim Blake Nelson
Ficha técnica:
Título original: 'O'
País: EstadosUnidos
Año: 2001
Duración: 91 minutos
Dirección: Tim Blake Nelson
Guión: Brad Kaaya
Dirección de Fotografía: Russell Lee Fine
Música: Jeff Dana; supervisor musical: Barry Cole
Edición: Kate Sanford
Direccror artístico: Jack Ballance
Decorador del set
Sonido: Eugenio Gonzalo
Diseño de Vestuario: Jill Ohanneson
Maquillaje: Claudia Moser, Stephanie Ponder, Taylor Knight, Vanessa Davis
Productores: Eric Gitter, Anthony Rhulen, Daniel L. Fried
Diseño de producción: Dina Goldman
Compañías. Productora: Lions Gate Films, Film Engine, Chickie the Cop, Daniel Fried Productions, Rhulen Entertainment.
Lauren Films DVD
Intérpretes
Mekhi Ohifer: Odin James
Martin Sheen: Entrenador Duke Goulding
Josh Hartnett: Hugo Goulding
Andrew Keegan: Michael Casio
Julia Stiles: Desi Brable
Rain Phoenix: Emily
Elden Henson: Roger
John Heard: Decano Brable
Sinopsis:
Odin es una futura estrella de la NBA y el único estudiante negro de una escuela elitista estadounidense. Es admirado por todos, tiene el destino en sus manos...y al enemigo en casa. Su mejor amigo, Hugo (Josh Hartnett), se deja llevar por la envidia e incita a Odin a abandonarlo todo: su chica, su brillante carrera y hasta su alma. Se la ha considerado una versión actualizada de Otelo de William Shakespeare.
Comentario:
Una buena adaptación de la historia de celos del Príncipe Otelo a la sociedad de finales del siglo XXI, en la que los treintañeros de hoy militaban en el baloncesto, adoraban a sus ídolos, que entonces eran jugadores de la NBA y a sus líderes, jugadores de este deporte, en el que, aunque hubo muchas figuras blancas, fueron los negros los más admirados por su gran preparación física y su inteligencia y talento deportivo.
Me preocupa que haya tantos jóvenes que se sientan atraídos por la violencia pura, sin explicación, ni justificación, que nunca la tiene, pero dejando abierta la puerta a la esperanza de poder combatirla. Si algo aterraba a los jóvenes de otras generaciones era el que alguien pudiera hacer daño a los demás únicamente por placer, que se extendiera entre la población la presencia de psicópatas y sociópatas a los que nadie sabe combatir porque se desconocen las causas de su alteración psíquica. El propio Dennis Hopper , uno de los actores más ácratas de la historia del cine, advertía de que una película que descansaba en un subtexto que incluía un buen análisis de su tiempo era una buena película, cuando este requisito fallaba y sólo quedaba la descripción de hechos violentos, la cinta no merecía ser vista.
Pero este no es el caso de 'Laberinto envenenado' El veneno que alimenta el laberinto psicológico en el que se pierden los alumnos de este colegio privado, condición que se explicita de forma redundante cuando el equipo de este colegio de blancos compite con el de otro centro público de negros, es la competitividad, de la que la víctima principal es el hijo del entrenador Duke Gowldin (Martin Sheen), al que somete a una presión insoportable y que supedita su función de padre a la de profesional . El hecho de tener en su propio equipo a un hijo, Hugo Goldwin ( Josh Hartnett), crea una situación muy incómoda para ambos. Por otra parte, en este ambiente no sólo se compite por ser el mejor deportista y el mejor estudiante, sino el poseedor del mejor cuerpo, y eso es algo que le falta al hijo del propietario de la institución, objeto de buying o acoso escolar y chantajes constantes del resto de los compañeros, de los que recibe terribles palizas, frente a las que está totalmente desprotegido por el silencio que le imponen sus 'colegas'.
No es precisamente la armonía y la sana competencia por mejorar sus resultados a todos los niveles lo que impera en este colegio de privilegiados, sino los golpes, las malas artes, las trampas y los sabotajes, al frente de los que se encuentra el hijo del orgulloso y autocomplaciente entrenador, incapaz de observar las señales que le envía su retoño, que urdirá un complot para insuflar celos al líder del equipo, el negro Odin/Otelo, y canalizarlos en dirección a otro compañero, Mikael (Andrew Keegan), un joven muy vulnerable por su carácter sexista y violento, fácil presa de las conspiraciones del malvado Hugo. Y lo cierto es que Tim Blake conduce esta adaptación con gran verosimilitud, sin que nada chirríe demasiado y sin que la matanza final, muy del gusto de las obras teatrales del siglo XVI y principios del XVII falle en el encaje en un país que periódicamente estremece al mundo con acontecimientos trágicos en centros escolares.
Mientras los padres creen que sus hijos compiten sanamente por una educación exquisita que les prepara para dirigir el mundo, en la trastienda domina una cultura barriobajera en la que discurre el alcohol y las drogas más caras, como el éxtasis y la cocaína, y aprovechan la independencia que les da una habitación compartida con amigos para burlar la vigilancia de los padres e iniciar una vida sexual a muy temprana edad. A ello se unen los peores sentimientos, como el odio, la envidia, el resentimiento y los celos que confluirán en el desencadenamiento de un tremendo infortunio colectivo, que pillará sorprendidos a unos padres que no han sabido advertir lo que se estaba gestando en sus narices, teniendo en cuenta que los principales implicados son los hijos del propietario del centro, el decano y el entrenador de baloncesto, un cargo de vital importancia en un país en el que el deporte pesa más que las matemáticas. El joven negro es el becerro de oro, el que los hubiera llevado a todos a la gloria si el sistema educativo que sostenían hubiera sido distinto; Odin es negro, pero no es pobre, y no es su condición de 'negrata', como él mismo se autodenomina, la causa de su desastre, sino la envidia y los celos, el peor tandem en las relaciones humanas, especialmente si son la animosidad y el rencor quienes las orquestan , basados en una 'mala educación' desde la infancia.
Muchos jóvenes han sentido más de cerca la historia de Shakespeare, protagonizada por sus príncipes actuales, cuya víctima más importante es la inocencia simbolizada por la joven Desy Brable, aunque se trata de una obra menor, a la que se puede poner una objeción: un exceso de complacencia y celebración de ciertas actitudes juveniles, din profundizar en los personajes adultos, que pueden ser interpretadas mal por un sector del público que acude masivamente al cine
¿Has visto ésta película? ¿Te has sentido identificado o crees que está desfasada? Ayúdanos a comprenderla.
Comentario:
Una buena adaptación de la historia de celos del Príncipe Otelo a la sociedad de finales del siglo XXI, en la que los treintañeros de hoy militaban en el baloncesto, adoraban a sus ídolos, que entonces eran jugadores de la NBA y a sus líderes, jugadores de este deporte, en el que, aunque hubo muchas figuras blancas, fueron los negros los más admirados por su gran preparación física y su inteligencia y talento deportivo.
Me preocupa que haya tantos jóvenes que se sientan atraídos por la violencia pura, sin explicación, ni justificación, que nunca la tiene, pero dejando abierta la puerta a la esperanza de poder combatirla. Si algo aterraba a los jóvenes de otras generaciones era el que alguien pudiera hacer daño a los demás únicamente por placer, que se extendiera entre la población la presencia de psicópatas y sociópatas a los que nadie sabe combatir porque se desconocen las causas de su alteración psíquica. El propio Dennis Hopper , uno de los actores más ácratas de la historia del cine, advertía de que una película que descansaba en un subtexto que incluía un buen análisis de su tiempo era una buena película, cuando este requisito fallaba y sólo quedaba la descripción de hechos violentos, la cinta no merecía ser vista.
Pero este no es el caso de 'Laberinto envenenado' El veneno que alimenta el laberinto psicológico en el que se pierden los alumnos de este colegio privado, condición que se explicita de forma redundante cuando el equipo de este colegio de blancos compite con el de otro centro público de negros, es la competitividad, de la que la víctima principal es el hijo del entrenador Duke Gowldin (Martin Sheen), al que somete a una presión insoportable y que supedita su función de padre a la de profesional . El hecho de tener en su propio equipo a un hijo, Hugo Goldwin ( Josh Hartnett), crea una situación muy incómoda para ambos. Por otra parte, en este ambiente no sólo se compite por ser el mejor deportista y el mejor estudiante, sino el poseedor del mejor cuerpo, y eso es algo que le falta al hijo del propietario de la institución, objeto de buying o acoso escolar y chantajes constantes del resto de los compañeros, de los que recibe terribles palizas, frente a las que está totalmente desprotegido por el silencio que le imponen sus 'colegas'.
No es precisamente la armonía y la sana competencia por mejorar sus resultados a todos los niveles lo que impera en este colegio de privilegiados, sino los golpes, las malas artes, las trampas y los sabotajes, al frente de los que se encuentra el hijo del orgulloso y autocomplaciente entrenador, incapaz de observar las señales que le envía su retoño, que urdirá un complot para insuflar celos al líder del equipo, el negro Odin/Otelo, y canalizarlos en dirección a otro compañero, Mikael (Andrew Keegan), un joven muy vulnerable por su carácter sexista y violento, fácil presa de las conspiraciones del malvado Hugo. Y lo cierto es que Tim Blake conduce esta adaptación con gran verosimilitud, sin que nada chirríe demasiado y sin que la matanza final, muy del gusto de las obras teatrales del siglo XVI y principios del XVII falle en el encaje en un país que periódicamente estremece al mundo con acontecimientos trágicos en centros escolares.
Mientras los padres creen que sus hijos compiten sanamente por una educación exquisita que les prepara para dirigir el mundo, en la trastienda domina una cultura barriobajera en la que discurre el alcohol y las drogas más caras, como el éxtasis y la cocaína, y aprovechan la independencia que les da una habitación compartida con amigos para burlar la vigilancia de los padres e iniciar una vida sexual a muy temprana edad. A ello se unen los peores sentimientos, como el odio, la envidia, el resentimiento y los celos que confluirán en el desencadenamiento de un tremendo infortunio colectivo, que pillará sorprendidos a unos padres que no han sabido advertir lo que se estaba gestando en sus narices, teniendo en cuenta que los principales implicados son los hijos del propietario del centro, el decano y el entrenador de baloncesto, un cargo de vital importancia en un país en el que el deporte pesa más que las matemáticas. El joven negro es el becerro de oro, el que los hubiera llevado a todos a la gloria si el sistema educativo que sostenían hubiera sido distinto; Odin es negro, pero no es pobre, y no es su condición de 'negrata', como él mismo se autodenomina, la causa de su desastre, sino la envidia y los celos, el peor tandem en las relaciones humanas, especialmente si son la animosidad y el rencor quienes las orquestan , basados en una 'mala educación' desde la infancia.
Muchos jóvenes han sentido más de cerca la historia de Shakespeare, protagonizada por sus príncipes actuales, cuya víctima más importante es la inocencia simbolizada por la joven Desy Brable, aunque se trata de una obra menor, a la que se puede poner una objeción: un exceso de complacencia y celebración de ciertas actitudes juveniles, din profundizar en los personajes adultos, que pueden ser interpretadas mal por un sector del público que acude masivamente al cine
¿Has visto ésta película? ¿Te has sentido identificado o crees que está desfasada? Ayúdanos a comprenderla.
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