Ataque! Robert Aldrich
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Ficha técnica:
Título original: Attack
País: Estados Unidos
Año: 1956
Duración: 103 minutos aprox.
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Dirección: Robert Aldrich
Guión: James Pone, basado en la obra "Fragile Fox" de Norman Brooks
Casting. Supervisor: Jaok Murton
Dirección de Fotografía: Joseph F. Biroc, a.s.c.
Música: Frank Devol
Edición: Michael Luciano, a.c.e.
Director artístico: William Glasgow
Decorador del set: Glen L. Daniels
Efectos especiales: David B. Koehler
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Maquillaje: Robert J. Schiffer
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Productor : Robert Aldrich
Productor asociado: Walter Blake
Supervisión de producción: Jack R.Berne
Productor en escena: Paul Vroom
Compañías. Productora: Metro Goldwyn Mayer, United Artists y The Associates & Aldrich Company. Distribución: United Artists
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Intérpretes:
Jack Palance: Teniente Joe Costa
Eddie Albert: Capitán Erskine Cooney
Lee Marvin: Teniente Coronel Clyde Bartlett
William Smitthers: Teniente Harold ?Harry' Woodruf
Robert Strauss: Soldado de primera clase Bernstein
Richard Jaeckel: Soldado Snowden
Buddy Ebsen: Sargento de Primera Clase Tolliver
Jon Shepodd: Cabo John Jackson
Peter Van Eyck: Capitán de las SS
James Goodwin: Soldado de Primera clase Ricks
Steven Geray: oficial germano
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Sinopsis:
Diciembre de 1944. Corren rumores entre los fatigados soldados de infantería de la compañía Fragile Fox: ¡Van a enviarlos a la retaguardia! Pero estos rumores se desvanecen entre el polvo de los tanques alemanes que se aproximan en un salvaje ataque por sorpresa. Comienza la batalla de Bulge. Jack Palance protagoniza en el papel del teniente Joe Costa un soldado heroico que lucha en dos frentes: uno contra los estruendosos y las ametralladoras de las unidades acorazadas nazis. El otro, un capitán cobarde e incompetente, interpretado por Eddie Albert, más destructivo que las tropas enemigas.
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Comentario.
Robert Aldrich, un director estadounidense que destacó por su retrato de la violencia y la crítica demoledora de la sociedad norteamericana ( ¿Qué fue de Baby Jane? , 1962), realiza una profunda reflexión sobre lo poco que valen las vidas de los soldados en las guerras, cuando están sometidos a la autoridad de un oficial incompetente, irresponsable y alcohólico, representado por un capitán desempoderado por un padre autoritario, un juez que había arruinado la vida de su hijo arrastrándole a unos valores que no sentía y poniéndole en un lugar para el que no estaba capacitado., confiando en que este puesto se haría un hombre. Muchos han creído ver este valor en la milicia y el poderoso juez es su fiel representante.
Lo que se pone en juego es la injusticia de las guerras que obligan a los hombres a enfrentarse entre sí sin motivos reales para odiarse, y el cineasta convierte cada plano en una denuncia de la irracionalidad de los enfrentamientos armados entre los hombres, en acciones privadas de toda gloria, realizadas por soldados mal alimentados y peor vestidos, que se fatigan cuando corren, sufren cuando los hieren, sueñan con volver a casa y le pierden el respeto a sus oficiales. Actúan sin convicción para salvar su propio pellejo, bien si lo pone en peligro el enemigo o sus propios jefes; la fuerza expresiva de algunos planos es verdaderamente notable, como aquel que nos muestra el receptor de un radiotransmisor que emite sin cesar una llamada de socorro, depositado en el asiento de al lado de un militar, que resulta ser el capitán de la división, que ni siquiera recoge el aparato y desoye la petición de un pelotón en apuros, ante la mirada atónita del resto de los soldados. Robert Aldrich realiza constantes homenajes al western para ejemplificar la soledad de un grupo de soldados en un lugar tan tranquilo que huele a emboscada.
Pesa la obediencia debida a órdenes absurdas y es difícil encontrar el equilibrio entre el deseo de venganza, que para el Teniente Costa equivale a la justicia, , y la sensibilidad humana que inclinaría a cualquier hombre a compadecerse del errático militar en tiempo de paz, pero al que su incapacidad y su resentimiento frente a hombres mejor dotados que él ha trastornado y convertido en el peor enemigo para sus subordinados. Robert Aldrich pone un broche final a su cinta sorprendente, radical y mucho más subversivo de lo que se puede esperar de un realizador que denuncia las arbitrariedades, presiones y chantajes del ejército de su propio país, y que nos ofrece la imagen más impactante de un ser humano muerto de rabia, -literal, con la expresión petrificada del rostro horriblemente deformado por una terrible mueca de un teniente que no había podido proteger la vida de sus hombres ni hacerles la justicia que merecían. Pocas películas del género han llegado tan lejos en su denuncia antimilitarista.
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