El rito. Jan Mikael Håfström





Ficha técnica:

Título original: The Rite
País: Estados Unidos
Año: 2011
Duración: 112 minutos

Dirección:Jan Mikael Håfström
Guión: Michael Petroni,  inspirado en el libro de Matt Baglio
Casting: Deborah Aquila, C.S.A. y Tricia Wood, C.S.A.
Dirección de Fotografía: Ben Davis, b.s.c.
Música: Alex Heffes
Edición: David Rosenbloom, A.C.E.
Coordinador de especialistas: Charlie Groughwell, Nick Lofevour
Director artístico: Lorand Javor
Decorador del set: Peter Walpole

Diseño de Vestuario: Carlo Poggioli
Diseño de Maquillaje y Peluquería: Trefor Proud


Productores: Beau Flynn/Trip Vinson
Productores ejecutivos: Richard Brener, Merideth Finn, Robert Bernaccji
Co-Productores: Christy Fletcher y Emma Parry
Diseño de producción: Andrew Laws
Compañías: New Line Cinema presenta a Contrafilm Production

Intérpretes:

Anthony Hopkins: Padre Lucas Trevant
Colin O'Donoghue: Michael Kovak
Alice Braga: Angeline
Toby Jones: Padre Matheew
Ciarán Hinds: Padre Javier
Rutger Hauer: Istvan Kovak
Maria Grazia Cucinotta: Tía Andria
Marta Gastini: Rosaria
Arianna Veronesi: Francesca
Andrea Galligari: Vincenzo
Chris Marquette: Eddie
Torrey DoVitto: Nina
Ben Cheetman: joven Michael
...

Sinopsis:

El rito es un thriller inspirado en hechos reales, que cuenta la historia de un seminarista escéptico, hijo de un funerario y acostumbrado a cohabitar con muertos, Michael Kovak (Colin Odonoghue) , que asiste con reparos a la escuela de exorcismo del Vaticano. Durante su estancia en Roma, conoce a un sacerdote nada ortodoxo, el Padre Lucas (Anthony Hopkins) quien le introduce al lado más oscuro de su fe. Exorcismos italianos y curas anglosajones (El País). En favor del director Mikael Hafström juega su intención de crear atmósferas inquietantes (la escena de tanatopraxia del inicio es de lo mejor de la película), no abusar de los sustos fáciles y rodearse de un puñado de buenos actores encabezados por Anthony Hopkins. Pero El rito se apoya en la absurda aspiración de convencer al espectador del realismo...(Eulalia Iglesias. Cahiers du Cinema, marzo 2011)

Comentario.

Estamos asistiendo al fin de una era y al  crepúsculo de las instituciones que han  gobernado el mundo y han controlado sus conciencias, que se hace muy ostensible en los dos medios que han instrumentalizado las almas: la prensa y la religión. Ambos están sufriendo una fuerte decadencia y viviendo su tiempo crepuscular; el twiter de Barak Obama, con sus treinta millones de seguidores, tiene más fuerza que toda la prensa estadounidense junta, incluidas las cadenas de televisión más prestigiosas, mientras las  Iglesias se muestran vacías, con sus grandes naves, diseñadas para acoger a cientos de fieles, ocupadas por cuatro o cinco ancianos que unen su destino al de la religión. Los nuevos santos se llaman Julián Assange,  Jack Zuckerberg, Bill Gates o Steve Jobs que han levantado templos multimillonarios, a los que acuden en masa  sus fieles.

En este contexto inscribe Jan Mikael Hafström su historia de enfrentamiento entre el agnosticismo o el ateísmo, en torno a figuras periclitadas como el diablo con sus respectivos perfiles, -Baal (nombre del dios de pueblos antiguos de Asia Menor), Belcebú, Luzbel, Satanás, Leviatán y un largo etcétera-, y la fe en Dios. El intento de inscribir este enfrentamiento en un mundo moderno, sin supersticiones, dominado por la ciencia y la tecnología, y  llevarlo al terreno de la verdad constatable, usando como cobaya a una joven de 16 años, que ha sido violada por su propio padre, y que como consecuencia presenta alteraciones graves de su conducta, que pueden ser debidas a una posesión infernal o a una terrible esquizofrenia, o a un sacerdote escéptico al que con frecuencias asaltan las dudas, tiene como resultado el deterioro y el debilitamiento de la tensión generada por relatos que encajan mucho mejor en medios rurales, pegados a las tradiciones y afectados por grandes dosis de superstición. En un proceso de deconstrucción de un producto del género, provoca mucho más miedo la ambientación del relato que predispone al espectador para sustos relacionados con hechos sobrenaturales, que la materialización de nuestros temores mediante la visualización de los demonios.

El hecho de que el protagonista sea el hijo del propietario de una funeraria, y que el padre le haya iniciado desde niño en el embalsamamiento y embellecimiento del cuerpo muerto de su propia madre, que la secuencia inicial muestra con todo lujo de detalles, incluida la introducción de estopa en la boca, limado de uñas, etc., imágenes que van salpicando el film hasta el final, no logra crear un clima sugerente. Tampoco añade mucho la casa en la que habita el agnóstico Padre Lucas, llena de gatos, abundantes en Roma, hasta el punto de convertirse en su emblema. Algunos detalles, como el vómito de grandes clavos de los poseídos, se supone que aquellos con los que clavaron a Cristo en la cruz, son de un significado demasiado oscuro.

El rito es una película para cristianos ya convencidos, dispuestos a ver a Dios 'hasta en los pucheros', como Teresa de Jesús, pero que aporta muy poco para el que busca 'certezas' de que la divinidad existe; la propia coexistencia del maligno, que se manifiesta a través de los poseídos puede ser una de ellas. A los  ateos o agnósticos, de los que hay más de uno en el cine, les cuesta ver algo extraordinario y alejado de la lógica en las 'posesiones' de las víctimas. La película se vende con el lema de que se basa en hechos reales y de que ambos sacerdotes, Michael Kovak y Lucas Trevant siguen haciendo exorcismos, pero que nadie espere presenciar hechos extraordinarios ni contemplar al diablo en alguna de las formas icónicas en las que el cine acostumbra a  presentarlo. Es una cuestión de fe, lo crees o no.


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