La pesca del salmón en Yemen. Lasse Hallström
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Ficha técnica:
Título original: Salmon fishing in the Yemen
País: Reino Unido
Año: 2011
Duración: 103 minutos aprox.
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Dirección: Lasse Hallström
Guión: Simon Beaufoy, basada en la novela de Paul Torday
Casting: Fiona Weir
Director de Fotografía: Terry Stacey, A.S.C.
Música original: Dario Marianelli
Editor: Lisa Gunning
Sonido: Peter Lindsay, amps
Dorector artístico: Nicli McCallum
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Diseño de Vestuario: Julian Day
Diseño de maquillaje y peluquería: Naomi Donne
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Productor: Paul Webster
Co-Productor: Niky Kentish Barnes
Productores ejeutivos: Jamie Laurenson, Paula Jalfon, Zygi Kamasa, Guy Avshalom y Stephen Garrett
Co.Productores ejecutivos: Samuel Hadida y Victor Hadida
Diseño de produión: Michael Carlin
Compañías. Kudos Pitures, BBC Films, Lionsgate
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Intérpretes:
Amr Waked: Sheikh Muhammed
Emily Blunt: Harriet Chetwode-Talbot
Ewan Mc Gregor: Doctor Alfred Jones
Kristin Scott Thomas: Patricia Maxwell
Rachel Stirling : Mary Jones
Tom Miso: Capitán Robert Mayers
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Sinopsis:
El Doctor Alfred Jones es un reputado miembro del Centro Nacional para el Fomento de la Piscicultura que se niega a estudiar la posibilidad de introducir el salmón en Yemen. Un acaudalado jeque yemení, Mohamed ben Zaidi. está dispuesto a invertir las libras que haga falta, cantidades verdaderamente astronómicas, para hacer realidad sus sueños. Fred rechaza inicialmente la oferta, pero un asesor del primer ministro británico le obliga a aceptar con el fin de mejorar la imagen del país en el mundo árabe.. El doctor Jones se ve pues obligado a colaborar con una joven y atractiva representante del jeque y lanzarse a una aventura con un final digno de la mejor novela de intriga.
Lasse Hallström, director de origen sueco, realizador de ¿A quién ama Gilbert Grape?, Siempre a tu lado o Chocolat, ha realizado, producido por la BBC, esta adaptación de la novela de Paul Torday, rodada en Londres, Escocia y Marruecos.
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Comentario.
Antes de iniciar el comentario quisiera aclarar la razón por la que califico esta película bajo la etiqueta de 'economía', aunque por sus características bien podría ser considerado un producto romántico que pone en valor la rebeldía de ciertos individuos indómitos que, como los salmones, nada contra corriente porque llevan la rebeldía en su ADN. Muchos analistas económicos y políticos comienzan a caer en la cuenta de que el cine lleva tiempo analizando comportamientos individuales y colectivos que nos han ido conduciendo al triste lugar en que nos encontramos, atrapados y sin salida previsible.
En plena crisis global, un jeque árabe sueña en voz alta y los billonarios occidentales, los Davos Men's y sus representantes políticos en los parlamentos, corren a realizar los negocios más absurdos, como llevar salmones al Yemen o Fallas al Polo Norte, y el potentado propietario del petróleo del Oriente Medio está dispuesto a pagar cualquier cifra a los técnicos más reputados de cualquier parte del globo terráqueo. El experto en fomento de la piscicultura sólo tiene que apuntar una cifra en una servilleta durante una comida informal o hacer un esquema infantil en una pizarra, y el negocio se pone en marcha. Pero este proyecto no goza de la comprensión de un pueblo, el yemení, al que no se hace partícipe y que vive en la miseria y la escasez, por lo que intentará boicotearlo desde el principio.
Con una ironía muy fina y una gran sensibilidad Lasse Hallström nos hace reir más de una vez, a pesar de que el protagonista, encarnado por el versátil Ewan McGregor, apenas esboza una de sus atractivas sonrisas, desempeñando con delicadeza el papel de un geek un tanto insulso, inexpresivo, entregado a su trabajo, que no cree en el desmesurado negocio en el que lo introduce a la fuerza el gobierno británico, de la mano de la asistente personal del Primer Ministro, la arbitraria Patricia, (Kristin Scott Thomas), que abusa de sus subordinados amenazándoles con los recortes que imponen los liberales, si no hacen lo que ella considera conveniente para el prestigio de su Jefe: una mala noticia, por ejemplo la muerte de unos soldados en Afganistán, debe ser compensada con otra buena, aunque sea introducir salmones en Yemen. En algunas ocasiones, sus intentos de manipulación rebasan en exceso la línea de la honestidad.
Obras faraónicas seguidas de crisis, empobrecimiento de las masas y amenazas de recortes de salarios y puestos de trabajo son una música muy conocida por los países desarrollados de Occidente, que el cine viene denunciando desde que empezaron a producirse. Incluido el encantador, elegante, civilizado y para algunos insulso, realizador sueco Lasse Hallström lo hace. Quien ha sabido recoger mejor el espíritu de este film ha sido Roger Ebert, del Chicago Sun-Times: "La premisa suena hilarante y podría haberlo sido, en las manos de los maestros de la comedia clásica británica. Desafortunadamente, el director es el sueco Lars ('Chocolat') que la enfoca como un cálido romance y no saca ventaja de la rica excentricidad de la historia."
Antes de iniciar el comentario quisiera aclarar la razón por la que califico esta película bajo la etiqueta de 'economía', aunque por sus características bien podría ser considerado un producto romántico que pone en valor la rebeldía de ciertos individuos indómitos que, como los salmones, nada contra corriente porque llevan la rebeldía en su ADN. Muchos analistas económicos y políticos comienzan a caer en la cuenta de que el cine lleva tiempo analizando comportamientos individuales y colectivos que nos han ido conduciendo al triste lugar en que nos encontramos, atrapados y sin salida previsible.
En plena crisis global, un jeque árabe sueña en voz alta y los billonarios occidentales, los Davos Men's y sus representantes políticos en los parlamentos, corren a realizar los negocios más absurdos, como llevar salmones al Yemen o Fallas al Polo Norte, y el potentado propietario del petróleo del Oriente Medio está dispuesto a pagar cualquier cifra a los técnicos más reputados de cualquier parte del globo terráqueo. El experto en fomento de la piscicultura sólo tiene que apuntar una cifra en una servilleta durante una comida informal o hacer un esquema infantil en una pizarra, y el negocio se pone en marcha. Pero este proyecto no goza de la comprensión de un pueblo, el yemení, al que no se hace partícipe y que vive en la miseria y la escasez, por lo que intentará boicotearlo desde el principio.
Con una ironía muy fina y una gran sensibilidad Lasse Hallström nos hace reir más de una vez, a pesar de que el protagonista, encarnado por el versátil Ewan McGregor, apenas esboza una de sus atractivas sonrisas, desempeñando con delicadeza el papel de un geek un tanto insulso, inexpresivo, entregado a su trabajo, que no cree en el desmesurado negocio en el que lo introduce a la fuerza el gobierno británico, de la mano de la asistente personal del Primer Ministro, la arbitraria Patricia, (Kristin Scott Thomas), que abusa de sus subordinados amenazándoles con los recortes que imponen los liberales, si no hacen lo que ella considera conveniente para el prestigio de su Jefe: una mala noticia, por ejemplo la muerte de unos soldados en Afganistán, debe ser compensada con otra buena, aunque sea introducir salmones en Yemen. En algunas ocasiones, sus intentos de manipulación rebasan en exceso la línea de la honestidad.
Obras faraónicas seguidas de crisis, empobrecimiento de las masas y amenazas de recortes de salarios y puestos de trabajo son una música muy conocida por los países desarrollados de Occidente, que el cine viene denunciando desde que empezaron a producirse. Incluido el encantador, elegante, civilizado y para algunos insulso, realizador sueco Lasse Hallström lo hace. Quien ha sabido recoger mejor el espíritu de este film ha sido Roger Ebert, del Chicago Sun-Times: "La premisa suena hilarante y podría haberlo sido, en las manos de los maestros de la comedia clásica británica. Desafortunadamente, el director es el sueco Lars ('Chocolat') que la enfoca como un cálido romance y no saca ventaja de la rica excentricidad de la historia."
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