La chaqueta metálica. Stanley Kubrick
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Ficha técnica:
Título original: Full metal jacket
País: Estados Unidos
Año: 1987
Duración: 115 minutos
Dirección: Stanley Kubrick
Guión: Stanley Kubrick, Michael Herr y Gustav Hasford, basado en la novela de Gustav Hasford
Casting: Dan Tran
Dirección de Fotografía: Douglas Milsome
Música: Vivian Kubrick
Edición: Martin Hunter
Dirección artística: Keith Pain
Diseño de Vestuario: Helen Hill
Productor: Stanley Kubrick
Productor asociado: Michael Herr
Productor ejecutivo: Jan Harlan
Diseño de producción: Anton Furth
Compañías: Warner Bros.Pictures, Natan, Stanley Kubrick Productions
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Intérpretes:
Matthew Modine : soldado J.T. 'Joker' Davis,
Adam Baldwin : Animal Mother,
Vincent D'Onofrio : soldado Leonard 'Gomer Pyle' Lawrence ,
R. Lee Ermey : Instructor, Sargento Hartmann,
Dorian Harewood : Eightball,
Kevyn Major Howard : Fotógrafo de guerra
Arliss Howard : soldado Cowboy
Ed O'Ross : Teniente Touchdown,
John Terry : Teniente Lockhart,
Kieron Jecchinis: Crazy Earl,
Kirk Taylor : Payback ,
Tim Colceri : Doorgunner
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Sinopsis:
Un grupo de soldados son adiestrados por el sargento-instructor Hatmann en el centro de entrenamiento de Parish Island, cuyo objetivo es crear un cuerpo duro para enfrentarse a quienes luchan por su supervivencia, apelando a sus instintos más básicos. La entrada en acción, precedida de un hecho siniestro y significativo, mostrará hasta qué punto ha sido eficaz esta inhumana formación.
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Comentario:
Es bien notorio que Kubrick es un cineasta provocador, y un manipulador hasta el esperpento de la caligrafía y la gramática audiovisual. La secuencia introductoria de 'La chaqueta metálica', es una magra representación del constructo moral e intelectual de la sociedad patriarcal, saturado de imágenes fálicas, como los fusiles, utilizados de forma grosera en la secuencia de las camas, y demasiado explícita en el cántico de los soldados en sus marchas, cuyos versos, que reproducimos, para que nadie se llame a engaño, dicen: "Aquí mi fusil, aquí mi pistola, uno da tiros, la otra consuela", mientras se tocan los genitales; el instructor humilla a los soldados que reciben la instrucción llamándolas nenas y corazones y los denigra con motes que descalifican sus cualidades más notables: bufón el intelectual, copito de nieve el negro, patoso el gordo... Sin necesidad de comentar lo obvio,el lugar en que quedan las mujeres, incluidas sus madres, esposas, hijas y hermanas, la conclusión más triste es que una sociedad deba protegerse a sí misma de potenciales peligros con tal cantidad de mierda.
Lo peor del cine de Kubrick es que maneja estas imágenes de tal manera que satisfacen a los jóvenes más radicales, que disfrutan con tanta violencia, porque en cierta medida la glorifica y la rodea de un hálito de esplendor, que se expresa en reflexiones como ésta: "El cuerpo de marines no quiere robots, el cuerpo de marines quiere tíos que maten; el cuerpo de marines quiere formar hombres indestructibles, hombres sin miedo." Y ¿quién quiere ser vulnerable y vivir con miedo? Si recordamos 'La Ola', (Dennis Gansel, 2008), ese film en el que un profesor quiere convertir su aula, a través de un experimento, en una célula de autocracia, busca la cohesión del grupo, la hermandad, mediante unos signos, -un uniforme, un saludo...-, cosas que tiene en demasía un cuerpo como el de los marines norteamericanos, que además dispone en abundancia de munición dentro de su cargador, lo que el recluta que se suicida llama su 'chaqueta metálica'.
Esta es la fotografía más divulgada en la red |
Junto a esta |
Estas botas son para caminar de Nancy Sinatra , (These boots are made for walkin) nos introduce en Vietnam, donde los marines que han recibido tan brutal instrucción deben demostrar sus capacidades y su insensibilidad ante la muerte, en cuya conciencia les han grabado con pico que ellos mismos pueden caer y les han sugerido la imagen de una madre doliente recibiendo las medallas a cambio del hijo. El intelectual-pacifista, que ha asumido su cognomen de 'Bufón' interiorizado, a base de golpes, y actúa como tal, sigue llevando un pin con el símbolo de la paz, contrario al discurso belicista que otorga galones a quien tiene más muertos a sus espaldas, mejorando el record si incluye en sus listas a mujeres y niños.
Kubrick es un gran cineasta, un hombre con las ideas muy claras , de un estilo visual limpio y minimalista, que permite que el discurso llegue sin interferencias al espectador; la música americana, el rock and roll inigualable y con ultras incluso entre los enemigos, se encarga del resto, de poner esa envoltura de celofán al bello decurso de la historia, repulsiva pero bien contada. El intelectual, el bufón, que lleva, como todos, un lema escrito en su casco, 'born to kill' (nacido para matar) y una chapa pacifista, se convierte en el símbolo de la dualidad del hombre que sus superiores no entienden y es, a la vez, el único capaz, junto con un fotógrafo, se realizar el trabajo de un reportero para 'Barras y Estrellas'. Mientras, sigue el enaltecimiento de la violencia, en la cháchara de un soldado, que se dirige a los periodistas de guerra mientras muestra a un joven vietnamita muerto, 'invitado' a una fiesta americana, sentado en un destrozado sillón: "Estamos viviendo una época maravillosa, tío. Esto es una fiesta y él es un invitado de honor. Hoy es su cumpleaños. Nunca olvidaré este día, en el que llegué a esta ciudad y peleé con un millón de soldados survienamitas. Me gustan estos comunistas de mierda; estos enemigos son tan duros como los instructores, pero con ojos rasgados. Estamos viviendo una época maravillosa, somos gigantones que vamos por el mundo con fusiles. Estos que hemos eliminado aquí son los mejores seres humanos que vamos a encontrar. Cuando tengamos que volver al mundo, vamos a lamentar no tener a nadie cerca, digno de nuestras manos." Por muy radical que parezca, este discurso con visos de dura denuncia, reúne imágenes de tal brutalidad que entusiasman a jóvenes y adolescentes, algo que no consiguen películas mucho más realistas realizadas en zonas de conflicto, pero privadas de toda aureola.
Con la mejor puesta en escena imaginable, el cineasta norteamericano justifica la matanza de niños, porque éstos también estaban entrenados para matar e involucrados en una guerra sin cuartel, no sólo contra las clases dominantes de su país, sino contra los invasores extranjeros que las apoyaban. Lo que en otras películas, como Apocaliypse Now de Francis Ford Coppola, se trata con discrección y ecuanimidad, aquí se convierte en argumento central del film, lo que evidencia, una vez más, la ambigüedad discursiva de Kubrick, que al acercar sus cámaras 'al bufón', 'el espabilao', 'el pedrusco'... obliga a los espectadores a identificarse con ellos, con su tragedia narrada con las imágenes más espectaculares y las composiciones más dramáticas, como salidas de la mano de Caravaggio, el pintor más provocativo del Barroco, y desear que su infierno acabe pronto, a cualquier precio. ¡Vamos a devolvérsela' dice el intelectual pacifista!
Cada triunfo de los marines viene acompañado de la música alegre que se escuchaba en esos momentos en Estados Unidos, mientras los reporteros se juegan la vida para llevar una película de la odisea de sus ejércitos al país. Lo que no graban las cámaras es el escepticismo de unos soldados que no creen en la grandilocuencia de las palabras, expresado en torno a unos compañeros muertos. Saben que los cara-amarillas no creen en la libertad que los occidentales les venden, sino en la vida que pierden cada día, y querrían que se fuesen todos y los dejaran en paz, pero esto no se traslada a la opinión pública. Parece que al distribuir una de cal y otra de arena, al adoptar una postura equidistante, uno alcanza la suprema objetividad, pero no parece que ésto es lo que sintió un pueblo, el norteamericano, que, tras esta guerra vergonzante y otras que les siguieron , de las que no parece sentirse muy orgulloso, perdió la inocencia; sus comedias, las famosas screwball de los años 30 y 40 y sus musicales que inspiraron al mundo occidental, dejaron atrás su brillo para siempre. 'Se acabó el bum-bum para esta baby' es el epitafio para una niña, que probablemente se prostituía con los soldados americanos, como tantas otras, para sobrevivir, al tiempo que los odiaba cada vez más profundamente, creando un gran dilema a la razón, que acaba tan embarrada como la propia brutalidad. Recordamos los versos de Shakespeare en Julio César: "Oh raciocinio ! has ido a refugiarte en los irracionales porque los hombres han perdido la razón."
A pesar de lo dicho, hemos de agradecer a Kubrick, que ha representado la 'dualidad del hombre' de forma tan agresiva en esta película, que nos haya proporcionado este espacio para la reflexión, y no estaría de más que muchos se preguntara por qué películas que, aparentemente constituyen una dura denuncia de la violencia, como 'La naranja mecánica',' American History X' o 'La chaqueta metálica' se hayan convertido en un emblema de grupos que la practican y que sus duras imágenes hayan invadido masivamente la red.
Kubrick es un gran cineasta, un hombre con las ideas muy claras , de un estilo visual limpio y minimalista, que permite que el discurso llegue sin interferencias al espectador; la música americana, el rock and roll inigualable y con ultras incluso entre los enemigos, se encarga del resto, de poner esa envoltura de celofán al bello decurso de la historia, repulsiva pero bien contada. El intelectual, el bufón, que lleva, como todos, un lema escrito en su casco, 'born to kill' (nacido para matar) y una chapa pacifista, se convierte en el símbolo de la dualidad del hombre que sus superiores no entienden y es, a la vez, el único capaz, junto con un fotógrafo, se realizar el trabajo de un reportero para 'Barras y Estrellas'. Mientras, sigue el enaltecimiento de la violencia, en la cháchara de un soldado, que se dirige a los periodistas de guerra mientras muestra a un joven vietnamita muerto, 'invitado' a una fiesta americana, sentado en un destrozado sillón: "Estamos viviendo una época maravillosa, tío. Esto es una fiesta y él es un invitado de honor. Hoy es su cumpleaños. Nunca olvidaré este día, en el que llegué a esta ciudad y peleé con un millón de soldados survienamitas. Me gustan estos comunistas de mierda; estos enemigos son tan duros como los instructores, pero con ojos rasgados. Estamos viviendo una época maravillosa, somos gigantones que vamos por el mundo con fusiles. Estos que hemos eliminado aquí son los mejores seres humanos que vamos a encontrar. Cuando tengamos que volver al mundo, vamos a lamentar no tener a nadie cerca, digno de nuestras manos." Por muy radical que parezca, este discurso con visos de dura denuncia, reúne imágenes de tal brutalidad que entusiasman a jóvenes y adolescentes, algo que no consiguen películas mucho más realistas realizadas en zonas de conflicto, pero privadas de toda aureola.
Con la mejor puesta en escena imaginable, el cineasta norteamericano justifica la matanza de niños, porque éstos también estaban entrenados para matar e involucrados en una guerra sin cuartel, no sólo contra las clases dominantes de su país, sino contra los invasores extranjeros que las apoyaban. Lo que en otras películas, como Apocaliypse Now de Francis Ford Coppola, se trata con discrección y ecuanimidad, aquí se convierte en argumento central del film, lo que evidencia, una vez más, la ambigüedad discursiva de Kubrick, que al acercar sus cámaras 'al bufón', 'el espabilao', 'el pedrusco'... obliga a los espectadores a identificarse con ellos, con su tragedia narrada con las imágenes más espectaculares y las composiciones más dramáticas, como salidas de la mano de Caravaggio, el pintor más provocativo del Barroco, y desear que su infierno acabe pronto, a cualquier precio. ¡Vamos a devolvérsela' dice el intelectual pacifista!
Cada triunfo de los marines viene acompañado de la música alegre que se escuchaba en esos momentos en Estados Unidos, mientras los reporteros se juegan la vida para llevar una película de la odisea de sus ejércitos al país. Lo que no graban las cámaras es el escepticismo de unos soldados que no creen en la grandilocuencia de las palabras, expresado en torno a unos compañeros muertos. Saben que los cara-amarillas no creen en la libertad que los occidentales les venden, sino en la vida que pierden cada día, y querrían que se fuesen todos y los dejaran en paz, pero esto no se traslada a la opinión pública. Parece que al distribuir una de cal y otra de arena, al adoptar una postura equidistante, uno alcanza la suprema objetividad, pero no parece que ésto es lo que sintió un pueblo, el norteamericano, que, tras esta guerra vergonzante y otras que les siguieron , de las que no parece sentirse muy orgulloso, perdió la inocencia; sus comedias, las famosas screwball de los años 30 y 40 y sus musicales que inspiraron al mundo occidental, dejaron atrás su brillo para siempre. 'Se acabó el bum-bum para esta baby' es el epitafio para una niña, que probablemente se prostituía con los soldados americanos, como tantas otras, para sobrevivir, al tiempo que los odiaba cada vez más profundamente, creando un gran dilema a la razón, que acaba tan embarrada como la propia brutalidad. Recordamos los versos de Shakespeare en Julio César: "Oh raciocinio ! has ido a refugiarte en los irracionales porque los hombres han perdido la razón."
A pesar de lo dicho, hemos de agradecer a Kubrick, que ha representado la 'dualidad del hombre' de forma tan agresiva en esta película, que nos haya proporcionado este espacio para la reflexión, y no estaría de más que muchos se preguntara por qué películas que, aparentemente constituyen una dura denuncia de la violencia, como 'La naranja mecánica',' American History X' o 'La chaqueta metálica' se hayan convertido en un emblema de grupos que la practican y que sus duras imágenes hayan invadido masivamente la red.
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