Transporter 2. Louis Leterrier
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Ficha técnica:
Título original: Transporter 2
País: Estados Unidos/Francia
Año: 2005
Duración: 85 minutos
Dirección: Louis Leterrier
Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamen, basado en los personajes creados por Luc Besson y Robert Mark Kamen
Casting: Ed Arenas Melissa Hischenson
Dirección de Fotografía: Miechell Anubdsen
Música: Alexandre Azaria
Edición: Christine Lucas-Navarro y Vincent Tabaillon
Coreógrafo de artes marciales: Cory Yuen
Diseño de Vestuario: Bobbie Read
Productores: Luc Besson y Steven Chasman
Productor ejecutivo: Gerry Miller
Diseño de producción: John Mark Harrington
20th Century Fox presenta a Europacorp Production en coproducción con TF1 Films Production, asociado con Current Entertainment, con la participación de Canal + y TPS Star
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Intérpretes:
Jason Statham: Frank Martin
Alessandro Gassman: Gianni
Amber Valletta: Audrey Billings
Kate Nauta: Lola
Matthew Modine: Mr. Billings
Jason Flemyng: Dimitri
Hunter Clary: Jack Billing
Keith David: Stappleton
François Berléand: Tarconi
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Sinopsis:
Frank Martin es el mejor en el negocio. Este antiguo miembro de las Fuerzas Especiales se hace contratar como "transportador" mercenario para llevar mercancías (personas o cualquier otra cosa) y nunca hace preguntas. Tras anteriores aventuras, Martin decide trasladarse a la paradisiaca ciudad de Miami para trabajar con una familia rica. Durante su estancia en Miami, sus relaciones con la familia no son muy buenas, excepto con una persona: el pequeño de la casa, Jack, que cuenta sólo con seis años y al que lleva al colegio. Cuando el niño es secuestrado, Frank se lanza a una peligrosa operación de rescate.
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Comentario:
Frank Martin, interpretado por Jason Satham se erige en el icono de la acción más irreflexiva, ejercida por una replica de Jason, el protagonista de la saga Viernes 13, un auténtico tornado que provoca la destrucción más absoluta por donde pasa, sin que nada ni nadie pueda impedir la catástrofe. El personaje, como programado y dirigido a distancia, se encamina hacia su objetivo y no existe obstáculo que se pueda interponer en su camino, da igual que sea un barco, un autobús o la azotea de un rascacielos; no importa que sea verosímil o no, es sorprendente, el perfecto paradigma del hombre de acción, para el que los daños colaterales de sus decisiones son males necesarios; en esta ocasión su cometido, autoimpuesto, es salvar a un niño, caiga quien caiga, desde el matón más perverso, forzudo e implacable, hasta el transeúnte más inocente . Al atractivo del tipo se suma una asesina de cómic,una joven con aspecto de niña armada hasta los dientes, pintada como una escultura egipcia, subida en sus altos tacones y armada hasta los dientes, con todo tipo de instrumentos que se puedan usar con las manos y que está dispuesta a utilizar con la misma determinación con la que Frank hace realidad sus decisiones.
Esta historieta de tintes cómicos e irónicos está narrada con una prosa audiovisual esperpéntica y aberrante: giros bruscos de las cámaras, planos insólitos, edición rápida que pasa sin solución de continuidad del plano general o cenital al primer plano, saturando los colores de una fotografía con frecuencia quemada, casi blanca y de grandes contrastes, que se convierte por sí sola en todo un espectáculo, especialmente cuando sigue al protagonista en sus acrobacias, realizadas sobre un mundo en movimiento que aumenta su espectacularidad. Nada se opone a la marcha del Eneas destructor, que salta de una canoa a un vía de Maiami, concurrida en hora punta, de un camión a una azotea, etc., de tal modo que el perseguido es perfectamente consciente de que no hay posible escapatoria, que su esfuerzo por huir es inútil.
Año más tarde ( Dive, 2011), Nicolás Winding Refn crearía un personaje, mucho más elaborado, un chófer que no quiere saber qué o a quién lleva en su coche, un especialista que trabaja en el cine, no un ex-mercenario, que, gracias a una escritura mucho más reflexiva y tranquila y su estética minimalista, permite una lectura más pausada, aunque el tema tiene grandes concomitancias. En esta ocasión el hombre es lo que hace, razón por la que no tiene nombre; Jason Statham es lo que hace, pero también lo que es, en esa simbiosis que se ha perpetuado en el tiempo entre el actor y sus personajes. Cualquier espectador que acuda al cine a ver una de sus películas, sabe, que sea cual sea el director, nunca saldrá decepcionado en sus expectativas. Alguien hablará de tópicos o lugares comunes del género, que los hay, como el envenenamiento del rehén y la búsqueda in extremis del antídoto, su pérdida y las acrobacias para rescatarla; un film con un solo objetivo: entretener a un público que busca en el cine el entretenimiento y que no se plantea cuestiones éticas o morales, razón por la que tiene un gran número de detractores, no sólo entre los que están contra los productos mainstream.
Frank Martin, interpretado por Jason Satham se erige en el icono de la acción más irreflexiva, ejercida por una replica de Jason, el protagonista de la saga Viernes 13, un auténtico tornado que provoca la destrucción más absoluta por donde pasa, sin que nada ni nadie pueda impedir la catástrofe. El personaje, como programado y dirigido a distancia, se encamina hacia su objetivo y no existe obstáculo que se pueda interponer en su camino, da igual que sea un barco, un autobús o la azotea de un rascacielos; no importa que sea verosímil o no, es sorprendente, el perfecto paradigma del hombre de acción, para el que los daños colaterales de sus decisiones son males necesarios; en esta ocasión su cometido, autoimpuesto, es salvar a un niño, caiga quien caiga, desde el matón más perverso, forzudo e implacable, hasta el transeúnte más inocente . Al atractivo del tipo se suma una asesina de cómic,una joven con aspecto de niña armada hasta los dientes, pintada como una escultura egipcia, subida en sus altos tacones y armada hasta los dientes, con todo tipo de instrumentos que se puedan usar con las manos y que está dispuesta a utilizar con la misma determinación con la que Frank hace realidad sus decisiones.
Esta historieta de tintes cómicos e irónicos está narrada con una prosa audiovisual esperpéntica y aberrante: giros bruscos de las cámaras, planos insólitos, edición rápida que pasa sin solución de continuidad del plano general o cenital al primer plano, saturando los colores de una fotografía con frecuencia quemada, casi blanca y de grandes contrastes, que se convierte por sí sola en todo un espectáculo, especialmente cuando sigue al protagonista en sus acrobacias, realizadas sobre un mundo en movimiento que aumenta su espectacularidad. Nada se opone a la marcha del Eneas destructor, que salta de una canoa a un vía de Maiami, concurrida en hora punta, de un camión a una azotea, etc., de tal modo que el perseguido es perfectamente consciente de que no hay posible escapatoria, que su esfuerzo por huir es inútil.
Año más tarde ( Dive, 2011), Nicolás Winding Refn crearía un personaje, mucho más elaborado, un chófer que no quiere saber qué o a quién lleva en su coche, un especialista que trabaja en el cine, no un ex-mercenario, que, gracias a una escritura mucho más reflexiva y tranquila y su estética minimalista, permite una lectura más pausada, aunque el tema tiene grandes concomitancias. En esta ocasión el hombre es lo que hace, razón por la que no tiene nombre; Jason Statham es lo que hace, pero también lo que es, en esa simbiosis que se ha perpetuado en el tiempo entre el actor y sus personajes. Cualquier espectador que acuda al cine a ver una de sus películas, sabe, que sea cual sea el director, nunca saldrá decepcionado en sus expectativas. Alguien hablará de tópicos o lugares comunes del género, que los hay, como el envenenamiento del rehén y la búsqueda in extremis del antídoto, su pérdida y las acrobacias para rescatarla; un film con un solo objetivo: entretener a un público que busca en el cine el entretenimiento y que no se plantea cuestiones éticas o morales, razón por la que tiene un gran número de detractores, no sólo entre los que están contra los productos mainstream.
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