Deuce Bigalow: El gigoló europeo. Mike Bigelow




__________________________________________________________________________________________________________________

Ficha técnica:

Título original: Deuce, Bigalow
País: Estados Unidos
Año: 2005
Duración: 101 minutos

Dirección: Mike Bigelow
Guión: Rob Schneider, David Garrett, Jason Ward, basado en una historia de Rob Schneider
Dirección de Fotografía: Mar Felperlaan
Música: James L.Venable
Edición: Peck Prior y Sandy Solowitz

Disño de Vestuario: Linda Bogers

Productores: Jack Girraputo, Adam Sandler y John Schneider

Diseño de producción: Benedict Schillemans
Columbia, Sony Pictures Entertainment, Happy Madison Productions

__________________________________________________________________________________________________________________

Intérpretes:

Rob Schneider: Deuce Bigalow
Eddie Griffin: I.J.Hicks
Til Schwiger: Heinz Hummer
Jeroen Krabbé: Gaspar Voorsboch
Hanna Verboom: Eva Voorsboch
Carlos Ponce: Rodrigo
Miranda Raison: Svetlana
Charles Keating: Gian-Carlo

___________________________________________________________________________________________________________________

Sinopsis:

Deuce Bigelow creía que su carrera como gigoló ya había terminado. Pero un amigro proxeneta le obliga a volver cuando se ve involucrado en los asesinatos de los gigolós más prestigiosos. Deuce se ve obligado, por otro tipo de problemas personales a viajar a Amserdan para limpiar el nombre de su amigo, debiendo enfrentarse a la Unidad de Prostitutos Europeos y a una serie de estrafalarias clientes. Conoce a Eva (Hanna Verboom), una joven que padece un trastorno obsesivo-convulsivo y posee a la vez un gran talento.

___________________________________________________________________________________________________________________


Comentario: 

Es el film más irreverente, irrespetuoso, sexista, homófobo y aglutinador de todas  las fobias y el más políticamente incorrecto de todos los tiempos; aquel que no se atrevió a protagonizar Adam Sandler pero sí a producir y a esconderse detrás de actores mediocres, (aunque no puede resistir la tentación de mostrarse ante las cámaras en una actitud a la altura de la cinta), dispuestos a todo para llamar la atención, como Rob Schneider. Gags sin gracia, escatológicos y humillantes para los colectivos que caen bajo el objetivo de su cámara,  ya sean gays, lesbianas o simplemente enfermos, y que cuesta imaginar a qué tipo de público le pueden hacer gracia.

La tolerancia holandesa es sometida a escarnio y ridiculizada, mediante camiones cargados de Maria, en sacos con la imagen de la planta muy ostensible, multados por la zona en la que han aparcado; los hombres-estatua, las prostitutas en los escaparates y todos, absolutamente todos los tópicos más divulgados sobre la ciudad de Amsterdam. Lo más cutre es incluso la resolución del caso y el descubrimiento de los críminales por parte de los sectores más reaccionarios, al frente de las fuerzas de la ley y el orden,  que intentan hacer renacer los tiempos gloriosos del país mediante atentados individuales y colectivos. En el fondo eran hombres resentidos despreciados por los gigolós, en cuyo colectivo pretendían ingresar.

Javier Ocaña, en un artículo que lleva el título de Sinvergüenzas (El país, 26 de agosto de 2005), en el que va elevando el tono de su indignación hasta llegar a un punto de auténtico enfado: "La desvergüenza, la zafiedad, la misoginia y la homofobia presiden cada escena de la película. Hasta que, hacia el minuto 45, se produce la incalificable secuencia que colma el vaso. El protagonista tiene una cita con una chica que lleva una especie de velo que le tapa desde los ojos hasta el cuello. Según confiesa la propia mujer, la gracia reside en que ésta tiene una malformación congénita que ha hecho que, en lugar de nariz, tenga un pene debajo de los ojos, que se empalma cuando se excita y que eyacula cuando estornuda, cosa que se demuestra poco más tarde. ¿Se puede ser más sinvergüenza? Sí, la mujer nació en Chernóbil. Sin palabras."

Desde este blog siempre hemos defendido que el cine abre ventanas al mundo, y es cierto que lo hace, como en este caso, pero lo que nos muestra nos hace desear que más vale que hubieran permanecido cerradas. Hemos alabado el espíritu crítico de los mejores cineastas norteamericanos, pero, si la primera enmienda de su Constitución les da altas cotas de libertad para defender las libertades y los derechos de sus conciudadanos, también es cierto que se cuelan por le mismo resquicio quienes aprovechan cualquier oportunidad para degradar al ser humano.


Comentarios

Entradas populares