La ciudad de los fantasmas. Matt Dillon



Ficha técnica:


Título original: City of Ghosts
País: Estados Unidos
Año: 2002
Duración: 116 minutos

Dirección: Mat Dillon
Guión: Barry Gifford & Matt Dillon
Casting: Mary Vernieu,  Anne McCarthy, Felicia Fasano
Dirección de Fotografía: Jim Denault
Música: Tyler Bates; supervisor Dondi Bastone
Dirección artística: Lek Chaiyan Chunsuttiwatt
Montaje: Howard E.Smith, a.c.e.

Diseño de Vestuario: Moji Sangi Mutita Na Songkla, Punchaporn Perkpan
Maquillaje: Ardit Yeamchavee

Productores: Deepak Nayar, Michael Cerenzie, Willi Baer
Productor asociado: Nicholas Simon
Productor en línea: Rony Yakov
Co-Productores: J.B.Meyer & Oliver Granier
Diseño de producción: David Brisbin
Compañías. Productora: Mainline Productions/Banyan Tree/Kintop Pictures. United Artists,Capitol Films & MGM Films


Intérpretes:


Matt Dillon
James Caan
Natasha McElhone
Sereyvuth Kem
Gerard Dipardieu
Stellan Skarsgard
Rose Byrne


Sinopsis (Filmaffinity):


Tras el paso de un terrible huracán por la costa este de los Estados Unidos, Jimmy es acusado de una estafa de seguros, pero, en realidad, el autor es Marvin, su jefe, que ha huido con el dinero. Poco a poco Jimmy se da cuenta de la magnitud de la estafa y de la cantidad de víctimas inocentes afectadas por ella. Intentando seguir la pista de Marvin acaba en Camboya. Allí, en una ambiente misterioso y hostil, Jimmy se enamora de la atractiva arqueóloga Sophie y, con la ayuda del misterioso Kaspar, dará con su jefe, que está de nuevo implicado en una estafa.


Comentario.


Aunque alguien ha tratado de desvirtuar y deslegitimar el film de Matt Dillon haciendo una comparación grosera con Apocalypse Now de Coppola, el film tiene el valor de hacer una incursión por los estados fallidos de Camboya y Tailandia, en los que, una organización de la función pública muy débil ha perdido presencia en muchos de sus territorios y es incapaz de cumplir los servicios básicos al servicio de toda su población, a causa de un alto nivel de corrupción que concentra en su territorio a las mafias mundiales, que realizan en su suelo sus negocios suculentos y ajustan cuentan con terribles vendettas. Tan fácil como hacer negocios es hacer desaparecer las pruebas de los crímenes, en campos poblados de minas, que se siguen cultivando para hacer responsables a otras épocas de los crímenes actuales.

Las cámaras de Dillon penetran por las ciudades desconchadas, sucias, pobladas de casas ruinosas, mugrientas e inmundas, a las que hace siglos nadie ha dado una capa de pintura, y ante cuya visión no cabe más que preguntarse por qué padecieron tanto esos pueblos en guerras fratricidas que se cobraron millones de muertos y cuyo legado ha sido una sociedad insegura, con caminos intransitables y en los que los turistas, ya sean hombres de negocios o simples turistas, pueden ser objeto de la codicia de las bandas que pululan por los campos.

Los restos arqueológicos, amenazados por los especuladores, y foco de atracción de los turistas extranjeros, son con frecuencia objeto del mismo descuido, y los hoteles de Camboya, de los que se erige como emblema el que regenta Gerard Dupardieu, son un buen ejemplo de lo que espera a muchos viajeros que ven en su decadencia su mayor encanto, pero que obligan a desinfectar cualquier objeto, desde las sábanas hasta las copas, que constituyen el ajuar de estos establecimientos, en los que cualquiera puede ser objeto de pequeños asaltos.

Matt Dillon, también guionista del film, evita una mirada romántica y embellecedora, intentando captar la esencia de estos países, en los que, al menos en 2002, cuando hizo su película, todavía contaban con un porcentaje alto de población femenina joven dedicada a la prostitución o entregada al occidental que, sin ser demasiado rico, tenía una posición económica muy superior a la de los locales que se trasladaban y trasladan a sus visitantes en vehículos de tracción humana, en los célebres tuk-tuk, una especie de triciclo cubierto o moto con una plataforma también cubierta, moto-taxis... y otros medios de transporte nada idealizados en la cinta. Alguna de estas condiciones siguen dándose en estos países, que deben esforzarse por limpiar sus monumentos más emblemáticos para hacerlos dignos de ser inmortalizados en las cámaras de los turistas que buscan lo exótico en lo ruinoso y sórdido.

La ciudad de los fantasmas es un thriller paternofilial, cuyos elementos se van desvelando poco a poco, hasta que el espectador llega a entender las razones de la presencia de Matt Dillon en estos lejanos países. James Caan y Stellan Skarsgard hastan muy convincentes en sus respectivos papeles de gansters norteamericanos, mientras Matt Dillon resulta  bastante menos menos creíble a causa de su trabajo histriónico y forzado. No obstante ha logrado trasladarnos una imagen de este mundo bastante menos idealizada que la de otros muchos cineastas que se acercan a estos lugares con una visión romántica predeterminada. Véase El exótico Hotel Marigold de John Madden, en la India, al que acuden muchos occidentales en busca de la espiritualidad que emana de la pobreza, no siempre autoimpuesta, sino generalmente soportada.


Comentarios

Entradas populares