RoboCop 2. Irvin Kerschner





Fotografía cedida por BMA House a cinelodeon.com


Ficha técnica:


Título original: RoboCop 2
País: Estados Unidos
Año: 1990
Duración: 117 minutos

Dirección: Irvin Kerschner
Guión: Frank Miller y Walon Green, basado en una historia de Frank Miller
Casting: Sally Dennison, Julie Selzer, Justine Jacoby
Director de Fotografía: Mark Irwin
Música: Leonard Rosenman
Edición:   supervisor: William Anderson
Animación: Phil Tippett
Dirección artística: Pam Marcotte
Decorador del set: Ronald R.Reiss

Vestuario de RoboCop: Rob Bottin; supervisor: Nancy Cone
Maquuillaje y peluquería: Frank Montesanto


Productor: Jon Davison
Productor ejecutivo: Patrick Crowley
Diseño de producción: Peter Jamison
Orion Pictures Release



Intérpretes:


Peter Weller: Alex J.Murphy/RoboCop
Nancy Allen: Anne Lewis
Daniel O'Herlihy: Hombre viejo
Belinda Bauer: Juliette Faxx
Tom Noonan : Caín
Gabriel Damon: Hob
Robert Do'Qui : Sargento Red
Felton Perry: Donald Johnson
Galyn Görg: Angie
Willard Pugh: Mayor  Kuzak
Stephen Lee : Duffy
Jeff McCarthy: Holzgang
...


Sinopsis:


Bajo un cielo carente de ozono y en una época futurista, la policía de Detroit está en huelga, y las peligrosas bandas criminales dominan a la población. La adicción al Nuke, una poderosa y nueva droga es el pan de cada día. La megacorporación OCP -Omni Consumer Products-, en un intento de reforzar su implacable imperio, pretende apoderarse de la ciudad, para su propia explotación privada. El director de la OCP solicita a la doctora Faxx que reprograme a RoboCop, dejándolo incapaz de luchar contra la delincuencia.



Comentario:


La primera cuestión que sorprende a quien ve este film por primera vez, es que, transcurridos veintitrés años desde que Irvin Kerschner, (El imperio contraataca), lo  realizara, Detroit, la ciudad del motor, fue declarada por un juez en bancarrota el 3 de diciembre de 2013, un hecho inconcebible para cualquier ciudadano, hasta la gran depresión en que estamos inmersos nos ha enseñado hasta dónde podemos llegar. Ante una situación como ésta el principal problema que desasosiega a los poderosos es cómo mantener el orden público, y la OCP, (Omni Consumer Products), idea un robot más poderoso y destructivo que su predecesor, que, aunque todavía es antropomorfo, recuerda más a un transformer que a un hombre. El primer ciborg, montado sobre los restos humanos, vivos y aprovechables, especialmente el cerebro, de Alex Murphy, evoca a un policía de las brigadas antidisturbios, una máquina que avanza sin que nada ni nadie pueda detenerla; imágenes subliminales nos muestran a este policía robotizado, junto con su compañera Anne, trabajando mientras sus compañeros están en huelga, porque la ciudad en quiebra no paga sus salarios, y, aprovechando un atentado contra él, realizado por una banda mafiosa que controla el Nuke, que obliga a reprogramarlo,  se atiende a los requerimientos ciudadanos y se le presenta como un agente ridículo que llega a leer sus derechos a un cadáver.

La entrega, dirigida por Irvin Kerschner con un guión de Frank Miller y Walon Green, es una secuela de la realizada por Paul Verhoeven, pero este hecho no justifica el título de la cinta. RoboCop 2 es otro ciborg, construido con el cerebro criminal del jefe de una banda de narcotraficantes asesinado,  Caín, un iluminado que adora a Elvis Presley, del que conserva objetos míticos como una guitarra, alguna prenda de vestir y un ¿esqueleto?, a  la madre Teresa de Calcuta y al Corazón de Jesús. Un populista que pretende lo mismo que el Presidente de la OCP, cada cual con sus armas. El poder político está secuestrado por unos y otros, que no han sido elegidos democráticamente en las urnas y que son infinitamente más peligrosos que sus legítimos poseedores. Hay algún detalle incisivo, irónico y muy corrosivo, relacionado con la prensa, a la que parecen resultarle más atractivos los 'malos', los que 'corrompen', que los 'corruptos', que ponen su dinero a disposición de una ciudad, que ellos han ahogado primero económicamente, con el objetivo de extraer ciento por uno.

La película, vista en 2014, es inquietante, especialmente porque está realizada en 1990, cuando parecía que, derribados los muros que separaban a los países de economías diferentes y terminada la guerra fría, los potentados con ejércitos de economistas al frente habían encontrado, con la globalización y la mundialización de la economía, un viaje sin retorno hacia el desarrollo sostenible y el bienestar social. Todos sabemos cómo ha acabado ese sueño, y qué podía estar proponiendo el Presidente de la OCP cuando enseñaba a unos cuantos periodistas su proyecto neroniano del Civic Centrum, construido de acero y cristal y sin barrios marginales; la democracia se conseguiría haciendo accionistas a todos los ciudadanos, que pudieran permitírselo, claro.

Un film con más acción que el del holandés, pero no con menos interés, en el que se vuelve a insistir en los excesos de las compañías poderosas de Detroit, que han llevado a la ciudad a la bancarrota en la vida real, y se contempla a la policía como un cuerpo al servicio de la sociedad, más cercano al ser humano que el robot de la avaricia, ideado por una mujer ambiciosa. Irvin Kerschner, apoyado en sus guionistas imagina una máquina que respeta los derechos fundamentales de los individuos, (no atacar a mujeres y niños, a pesar de sus acciones), pero con la suficiente dureza como para enfrentarse a los villanos de la ciudad. Finalmente, y como ocurre casi siempre, el criminal siempre gana.



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