RoboCop 3. Fred Dekker






Fotografía cedida por BMA House a cinelodeon.com



Ficha técnica:


Título original: RoboCop 3
País: Estados Unidos
Año: 1993
Duración: 104 minutos

Dirección: Fred Dekker
Guión: Fred Dekker y Frank Miller, basado en una historia de Frank Miller y en personajes creados por Eward Neumeier y Michael Miner
Casting: Steven Jacobs
Dirección de Fotografía: Gary B.Kibbe
Música: Basil Poledouris
Edición: Bert Lovitt
Diseño y creación de RoboCop: Rob Bottin
Stop Motion: Phil Tippett
Efectos especiales fotográficos: VCE/Peter Kuran

Diseño de Vestuario: Ha Nguyen

Productor Patrick Crowley
Co-Productor: Jane Bartelme
Productor asociado: Andy Lamarca
Diseño de producción: Hilda Stark
Metro Goldwyn Mayer, Orion Pictures Release


Intérpretes:


Robert Burke: RoboCop
Nancy Allen: Anne Lewis
Rip Torn: El Ceo
John Castle: McDaggett
Jill Hennessy: Dr. Marie Lazarus
Cch Pounder: Bertha
Mako: Kanemitsu
Robert Do'Qui: Sargento Reed
Remi Ryan: Nikko
Bruce Locke: Otomo
Stanley Anderson: Zack
Stephen Root: Coontz
Daniel Von Bargen: Moreno
Felton Perry : Johnson
Bradley Whitford: Fleck


Sinopsis:


La mega corporación Omni Consumer Products continúa empeñada en crear su nuevo proyecto de ciudad, Delta City, para sustituir a la degradada Detroit. Por desgracia los habitantes de la zona no tienen la intención de abandonar sus hogares. Para ello la OCP pretende desalojarlos por medio de un ejército de mercenarios. Se inicia una guerrilla callejera y Robocop debe decidir de qué lado está.


Comentario:


La tercera entrega de la franquicia, dirigida ahora por Fred Dekker, con guión de Frank Miller, continua su lucha in crescendo, entre una población depauperada por una  gran Compañía, OCP (Omni Consumer Products), que, avanzada la década de los 90  se ha fusionado con una empresa japonesa, que está procediendo al desahucio de barrios enteros, con el objetivo de hacer realidad el viejo sueño de construir el CIVIC Centrum, una moderna ciudad de acero y cristal, en la que sobran los desarrapados y parias de la Tierra. Una voz en off , que ilustra un spot publicitario, previo al espacio dedicado a las noticias, acompaña los primeros títulos y hace unas sugerencias al espectador: "Imagínese el final de la delincuencia, el final de la pobreza; imagínese dos billones de puestos de trabajo esperando ser ocupados. Parece un sueño, pero a veces los sueños se hacen realidad. La  ciudad de los coches se vuelve japonesa, porque la Compañía de Productos Omnium Consumer ha terminado con varios meses de especulación, anunciando su absorción por una compañía nipona. El poder ha creado un cuerpo, los Agentes de Rehabilitación Urbana..." Robocop se ve obligado, junto con la policía, a tomar partido y lo hace contra los desahucios y a favor de quienes desde el poder son tachados de revolucionarios y terroristas; la mujer que creó a RoboCop se dirige a los ciudadanos de Detroit, en una emisión ilegal de televisión,  y a cualquier otra ciudad que se halle en esta situación para  hablarles en nombre de  los ciudadanos sin empleo y sin techo, y advertirles  de que las brigadas de rehabilitación están al servicio de los 'cerdos capitalistas', con el único fin de llenarse bien los bolsillos.
  
Si transcribimos el prólogo y el épilogo es para que no le quepa a nadie la menor duda de la explicitud del guión, que utiliza dos resurcos cinematográficos diferentes, adecuados a la calidad de los mensajes: La voz en off  mostrando a los ciudadanos las ventajas de la incorporación del agente nipón a la gran compañía de Detroit y la imagen de la rebelde en la pequeña pantalla llamando a la rebelión. Al pesado y torpe ciborg, que se mueve  con pesadez y sin gracia, pero que muestra restos de su atractivo rostro humano, se  le deteriora con relativa facilidad, y, ahora, una niña, una mestiza de padre norteamericano y madre oriental,  con un rudimentario ordenador puede rectificar los códigos de cualquier mecanismo, incluído el del héroe, no solo construido por la Compañía Norteamericana, sino por los japoneses, que fabrican sus ciborg con apariencia totalmente humana,volando con sus sables como los asesinos guerreros portadores de terribles katanas de Ang Lee o Zhang Yimou; el saludo final del empresario japones a RoboCop y su grupo de desarrapados, salva a la clase capitalista, tan denostada en el film, a la misma que defiende Bill Gates: la del extremo oriente. La unión de la tecnología y el dinero, usado en aras del progreso, no está demonizada.

Los fans del género de ficción quizás no queden demasiado contentos con esta secuela, la peor tratada de la franquicia, la más explícita y la que parece agotar el tema, que, sin embargo, renace en 2014. Cuando el 11 de enero del año en curso volvíamos sobre lo que escribimos al poco tiempo de iniciar este blog, con el objetivo de hacer un repaso de la saga que reaparece con una nueva secuela, decíamos: Toni García Ramón  sostiene algo en lo que yo siempre he creido: "...que la ficción te permite todo tipo de posicionamientos políticos y que éstos podían ser digeridos por el gran público gracias al contexto, que invitaba a engullirlos sin hacerse demasiadas preguntas y sin considerarlos discursivos o diácticos". Esta doctrina es defendida por Roland Barthes,  una fotografía exacta de un momento en que dominaba el espejismo del desarrollismo permanente; hoy, despertados bruscamente de este sueño, en plena crisis económica, los críticos vuelven su mirada a la ciencia-ficción y a las producciones de Pixar, y exigen a los cineastas un compromiso mayor.

Pero no debemos olvidar lo que decía McLuhan: no es imposible que la información que el espectador recibe en cantidades inimaginables tan siquiera el siglo pasado no pueda procesarse y convertirse en razonamientos de calidad. RoboCop 3 no es una obra maestra, pero tampoco es un film despreciable. El  héroe es un híbrido de máquina y ser humano lo que le permite, en un momento determinado, priorizar una parte esencial de su ser sobre la otra; el nombre del robot es tan horrible, que hasta Verhoeven se pensó dirigir la película que le llevó a la fama. No es una obra maestra, es una obra notable, a cuyo frente se han colocado siempre cineastas de prestigio; no sabemos si, la corta trayectoria de Fred Dekker como cineasta procedente del género de terror habrá satisfecho a los amantes de la saga.




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