Una canción para Marion. Paul Andrew Williams




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Ficha técnica:

Título original: Song for Marion.
País: Reino Unido.
Año: 2012.
Duración: 93 minutos.

Guión y Dirección: Paul Andrew Williams.
Dirección de Fotografía: Carlos Catalan. 
Casting: Karen Lindsay Stewart, Buffy Wilman y Vicky Hall.
Música. Score: Laura Rossi; supervisores: Matt Biffa y Maggie Rodford.
Edición: Daniel Farrell.
Director artístico: Keith Sloate
Director del set: Stella Fox

Diseño de Vestuario: Jo Thomson.
Maquillaje y peluquería: Lucy Cain, Vicky Fields

Productores: Ken Marshall y Philip Moross.
Productores ejecutivos: Alistair D Ross y Tara Moross, Christian Angermayer, Mar Hansell, Judy Tosell, Benjamin Melkmall, Alan Howard, Ricky Sans, Slava Smolokowski, Tim Smith y Paul Brett, Bob y Harvey Weinstein
Productor en línea: Carolina Levy
Jefe de Producción: Caroline Levy.
Diseño de Producción: Sophie Becher.
Co-Productor: Jens Meurer, Chris Billows, Rachel Dargavel
Compañías. Productoras: Steel Mill Pictures asociada con Coolmore Pictures y Film House Germany, AG; co.producción Egoli Tossell, asociada con Aegi Films Fund. Distribución eOne Entertainmentone

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Intérpretes:

Gemma Arterton: Elizabeth,
Christopher Eccleston : James,
Terence Stamp : Arthur,
Vanessa Redgrave: Marion,
Barry Martin: Timothy,
Anne Reid : Brenda,
Calita Rainford: Doctora.

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Sinopsis:

Arthur es un jubilado gruñón cuya esposa Marion lo anima a que se una a un coro local que, desde luego, no tiene nada de convencional. A pesar de la oposición de su hijo James, la directora del mismo intentará convencer al hombre para que forme parte de su grupo y, de esta forma, aprenda a aprovechar lo bueno de la vida. Poco a poco, descubrirá que las mejores armas para enfrentarse a los momentos más oscuros que se le vienen encima son la música y el amor de los que le rodean.

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 Comentario: 

Cualquier aficionado al cine que sigue optando por  la gran pantalla ha podido constatar que los dos extremos de la pirámide de edad, los más jóvenes y los más viejos, son los mayores consumidores en la actualidad. Muchas personas mayores, poco acostumbradas a deambular por los géneros cinematográficos, acuden a este espectáculo para encontrar un entretenimiento sin grandes complicaciones argumentales y pocas extravagancias audio-visuales, que exige la salida de casa, la reunión con sus cada vez menos abundantes amigos y les proporciona la ocasión de engalanarse con sus mejores ropas. Hace ya algún tiempo que disfrutan de una imagen especular en la gran pantalla, unos personajes como ellos, son portadores de sus tribulaciones y temores, así como de sus esperanzas. El cine ha tratado la externalización de la asistencia médica en países en vías de desarrollo, con una medicina más barata, El exótico Hotel Marigold, John Madden (2011), la capacidad de los mayores para seguir creando ilusión, El cuarteto, Dustin Hoffman (2012), el sexo en la frontera de la tercera edad , Si de verdad quieres, David Frankel (2012), arriesgada puesta en escena protagonizada por Tommy Lee Jones y Meryl Streep. Actores de la talla de Judy Dench, Bill Nighy, Tom Wilkinson o Dustin Hoffman han prestado su físico envejecido a este intento de dotar de dignidad a nuestros mayores y combatir el edadismo, una especie de discriminación que practican sectores alineados de la población que creen en la eterna juventud; ésto no impide a estos actores consumados protagonizar los personajes duros y arriesgados que han caracterizado su carrera profesional. 

Otros han realizado una contribución a esta causa luchando desde su posición tradicional, como Clint Eastwood en Gran Torino, dispuesto a permanecer en pie mientras las fuerzas lo acompañen, o Woody Allen, fiel a la tradición de envejecer con sus personajes, lo que le va restando adeptos a los que no les gusta la imagen especular de sí mismos que ofrece un actor cada vez más debilitado. Los carteles que contribuyen a la publicidad de estas películas responden en su mayoría al mismo esquema, que transmite la serenidad y placidez que se entiende que atrae a los mayores: distribución en bandas de fragmentos del relato en los que aparecen en primer plano sus protagonistas que evitan mirar de frente a su público, sobre fondo blanco e ilustrados con títulos de colores armónicos y sin estridencias. En esta ocasión son Terence Stamp, el hierático y carismático General Zod de Superman II , Christopher Eccleston y Vanessa Redgrave los protagonistas de unos individuos que siguen teniendo ganas de vivir, pero a los que su cuerpo no les acompaña.

Paul Andrew Williams realiza un film pesimista, triste, una especie de recordatorio de que todos vamos a morir, y  de que los protagonistas, unos ancianos a los que intenta dar un poco de felicidad una animadora de la tercera edad están en la primera línea de fuego. La canción es para Marion, la primera en caer en el marco de esta historia, pero podía haber sido para Arthur o cualquiera de los miembros del grupo. Incluso el hijo es triste, a pesar de tener una alegre y vivaz hija de pocos años. El final melodramático ayuda poco a levantar el ánimo del espectador que, antes de entrar en el cine, sabe que es mortal.

La puesta en escena es también sombría; los personajes se mueven  generalmente en dos espacios: la casa de Marion, en la que el matrimonio vive una intimidad sombría, a la que contribuye el marido atento pero oscuro, 'cascarrabias' como él mismo se denomina; el local social al que acuden los ancianos a realizar ejercicios para mejorar su psicomotricidad, a los que una joven monitora añade ilusión y una gran carga de fantasía. El cementerio y el teatro donde se celebra un concurso de coros son dos ubicaciones en las que se da contenido a la idea que expresa el título del film. Como hilo conductor un cariacontecido Terence Stamp, al que parece fastidiar incluso el papel que desempeña. La crítica ha sabido recoger todos estos matices de un film que es posible que entristezca a los mayores y no satisfaga a los jóvenes.


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