Diario de una ninfómana

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Ficha técnica:

Título original: Diario de una  ninfómana
País: España
Año: 2008
Duración: 105 minutos

Dirección: Christian Molina
Guión: Cuca Canals y Christian Molina, basado en la novela 'Diario de una ninfómana' de Valerie Tasso
Casting: Cristina Campos
Dirección de Fotografía: Javier G. Salmones, a.e.c.
Música: Roque Baños. Mariana Marín
Montaje: Luís de la Madrid
Dirección artística: Llorenç Miquel
Sonido: Agustín Peinada

Diseño de Vestuario: Marta Cuirana
Maquilladora: Betty de Villanueva
Peluquera: Satur Merina

Productoras: Julia Fernández y Mariví de Villanueva
Dirección de producción: Teresa Gefaell; Carla Pérez de Albéniz

Compañías. Productora:  Castelao Productions y Canónigo Films, TV3 y el Gobierno de España a través del Ministerio de Cultura y el ICO, Generalitat de Catalunya, Institut Catala de Finances; distribuidora: Filmax Entertainment

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Intérpretes:

Belén Fabra: Val

Leonardo Sbaraglia: Jaime

Llum Barrera: Sonia

Ángela Molina: Cristina

Geraldine Chaplin: Abuela
Pedro Gutierrez: Hassan
José Chaves: Pedro

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Sinopsis:

Val tiene 28 años, estudios universitarios, un gran atractivo y una cómoda posición económica. Es además una mujer muy liberada que busca constantemente nuevas experiencias para saciar su curiosidad sexual. Se acuesta con quien quiere y cuando quiere. Este modo de vida le crea numerosos problemas con los hombres, con su trabajo y con sus amigos. Todo ello, unido a la muerte de su abuela, provoca un punto de inflexión en su vida. Tras ser despedida, conoce a Jaime, un hombre del que se enamora perdidamente. Con él vive un apasionado idilio lleno de altibajos hasta que la relación se rompe de manera traumática. Val, desesperada, está a punto de acabar con su vida: se siente infinitamente solamente sola, tiene muchas deudas que saldar y ha perdido la autoestima. Decide entonces dedicarse a la prostitución de lujo. Al principio se siente completamente satisfecha: da rienda suelta a todas sus fantasías sexuales y, además, gana una gran cantidad de dinero. Pero pronto descubre la cara más sórdida de la prostitución. (Filmaffinity)

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Comentario:

"Catorce año después de mi primera experiencia con Eduard, vivo en Barcelona y tengo el mismo afán de experimentar a través de mi cuerpo". Con esta memorable frase, tras un plano multisecuencial y monotemático, en el que se inscriben unos título de crédito escritos con letra cursiva de colegio de monjas, difíciles de leer pero 'guays', comienza un film indie/pijo/cuatrocapas, dirigido por Christian Molina  que cuenta la historia de Val, una joven atractiva e intelectual, cuya curiosidad por el sexo lo convertirá en su modo de vida (Eikipedia), ambientada con música popera española de inspiración flamenca y tono barriobajero, que tanto gusta en ciertos ambientes de 'niños pera'. La mezcla de inocencia y perversión es lo más.

La  ausencia de una trama argumental sólida y una femme al gusto de los exquisitos, provoca que a  los diez minutos ya estás más que saturada de tanto sexo en todos los rincones de unas casas (la mansión de su abuela en la campiña francesa y el apartamento de Barcelona) muy bien montadas y decoradas que invitan al amor en cualquiera de sus estancias o pasillos. Todos los hombres la dejan, aburridos de tanto sexo, pero lo raro es que haya un espectador que aguante hasta el final viendo gemir sin parar a la protagonista, una tal Belén Fabra, que supera a Mesalina en furor uterino. La culpa la tuvo una primera vez insatisfactoria.

No somo los únicos defraudados con este engendro. Jordi Costa, del diario El Pais  también ataca : "La entrepierna de la novela rosa. (...) Se instala en el territorio del kitsch puro, quizás sincero, sin doble fondo. (...) Fabra (...) a pesar de la sobredosis de cursilería que convierte su voz en off en involuntario recurso cómico, capea el temporal con dignidad."

Menos mal que la abuela, interpretada por Geraldine Chaplin le informa de que el término ninformanía ha sido inventado por los hombres para coartar la libertad sexual de las mujeres, y puede que no le falte razón, pero el director no ha sabido transmitir esta idea, y esa imagen tantas veces repetida de forma rutinaria opera en un sentido contrario al deseado o verbalizado por la anciana, ya que su nieta solo sufre, llora y hace el amor, todo ello con una caligrafía audiovisual sensiblera y cursi.

Poco a poco el 'relato' irá evolucionando hacia el territorio soñado por los máximos representantes de la sociedad patriarcal: la prostitución, oficio al que está destinada una mujer como  la protagonista que se decepciona siempre que se enamora de un hombre. En el seno del comercio del sexo todo parece estar muy claro: el que paga manda y consigue una sumisión de la mujer inexistente en las relaciones auténticamente libres. Prostituta y ninfómana  es ya el colmo para una fantasía masculina: 'A mi me gusta hacerlo sin cobrar', dice la protagonista. ¡¡¡Imagina!!!