Emperador. Peter Webber








Ficha técnica: 


Título original: Emperor
País: Japón
Año: 2012
Duración: 105 minutos

Dirección: Peter Webber
Guión: Favid Klass, Vera Blasi
Casting: Yoko Narahashi y Jane Jenkins
Dirección de Fotografía:Stuart Dryburgh
Música: Alex Heffes; supervisión: Dave Jordan
Edición: Chris Plummer
oordinador de especialistas: Allan Poppleton
Director artñistico: Jill Cornack
Director artístico: George Hamilton
Decorador del set: Penny Kerr, Abi Wollombe, Tane Jarrett

Diseño de Vestuario: Ngila Dickson
Diseño de maquillaje y peluquería: Natasha Lees

Productores: Yoko Narahashi, Gary Foster, Eugene Nomura, Russ Krasnoff
Productor asociado: Satoru Suzuki.
Diseño de producción: Grant Major
Compañías. Krasnoff/ Foster Entertainment/United Performes Studio de Tokio presentan una producción de Sierra/Affinity. Distribuidora: A Contracorriente Films.



Intérpretes: 



Matthew Fox: General Bonner Fellers
Tommy Lee Jones : General Douglas MacArthur
Eriko Hatsune: Aya Shinada
Toshiyuki Nishida: General Kajima
Masayoshi Haneda : Takahashi


Sinopsis: 

Tras la rendición japonesa en la II Guerra Mundial, el general MacArthur envía al general Bonner Fellers al país para estudiar el papel del emperador Hirohito y decidir si debe ser considerado un criminal de guerra, y por tanto sentenciarlo a muerte.



Críticas y comentario.


La crítica, salvo algunas excepciones, no ha sido condescendiente con este film de Peter Webber, denunciando la debilidad de los personajes, su trama floja y subtrama romántica aburrida. Nuria Vidal (Fotogramas) es bastante explícita: "(...) es una película que habla de eso, de tener la capacidad de ver mas allá del beneficio político inmediato. Y en ese sentido, tiene una rabiosa actualidad." ¿?

Dice Tomás Fernández Valentí (Emperador. Crímenes de guerra. Dirigido por..., marzo 2014) que "Emperador/(Emperor, 2012) es el clásico film "de tema" que supedita, si no todo, si la mayor parte de su teórico interés en el atractivo de su premisa argumental, confiando que por sí sola bastará para sostener el conjunto, por encima de  tonterías tales como estilo, tono, atmósfera y puesta en escena (¿Por qué será que a tanta gente todavía le ponen nerviosa estas cuestiones a la hora de hablar o escribir sobre el tema?)". Por supuesto que interesa la forma en que cada autor moldea sus materiales y da forma a su obra con el buen o mal uso de los recursos lingüísticos puestos a su disposición gracias a la evolución del arte cinematográfico, pero entre estos aciertos o desaciertos estilísticos la elección del tema y su desarrollo no es un asunto de importancia menor. ¿A quién le puede interesar la suerte de un emperador del que sólo se dice que, en caso de ser ejecutado, sus partidarios se rebelerán y habrá un baño de sangre, sin profundizar más? Con unos materiales que a lo sumo dan para un corto, se pretende captar la atención del público durante 105 minutos, mediante reuniones del staff norteamericano y japonés hablando de los pros y los contras de cualquier decisión, adobado con flashbacks y pequeñas incursiones en el mundo de una maestra-aristócrata que en un tiempo pasado mantuvo una relación con el General Bonner Fellers, el narrador de la historia, desde cuya perspectiva se observan los acontecimientos.

Es difícil sentir emoción ante estas reuniones en las que se calcula una decisión de forma redundante, y el público queda impasible cuando un pequeño emperador divinizado se enfrenta soberbio y altivo con el general norteamericano Douglas MacArthur (Tommy Lee Jones). Si el director, el guionista y los productores del film no se molestan en implicar al público haciéndole llegar hasta qué punto Hirohito era adorado o despreciado por su pueblo, si los fascistas japoneses tenían o no adeptos, etc., por mucho que la puesta en escena sea digna, los personajes correctos y la edición perfecta, el público reacciona de la forma más previsible: importándole un comino la trama que se desarrolla ante él, negándose a tomar partido por una cuestión que nadie se molesta en explicar. Un film plúmbeo que deja indiferente al espectador de más buena voluntad. Y como todo el mundo sabe, los aliados no ejecutaron a Hirohito, pero como el épilogo se encarga de informar, si aplicaron la pena capital a alguno de sus colaboradores; respecto al emperador, el hecho de que, al final, presionara a sus militares para poner fin a la guerra fue un atenuante de decisiones anteriores bien diferentes. La lógica militar que utilizan sus colaboradores más cercanos es absolutamente falsa, los vencidos siempre han pagado las consecuencias a lo largo de la historia, algo que, quien empieza una guerra debe saber. Para Peter Webber no existe un sólo japonés fuera del palacio imperial y las residencias de los altos mandos del ejército, con la sola excepción de unos jóvenes estudiantes vestidos con un uniforme negro de un colegio de élite, que apedrean al  general norteamericano. Lo dicho, la historia apenas roza   la sensibilidad del público, ni con buenas ni con malas artes.


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