Philomena. Stephen Frears. Ficha técnica, comparación.



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Ficha técnica:

Título original: Philomena
País: Reino Unido/USA/Francia
Año: 2013
Duración: 98 minutos


Dirección: Stephen Frears
Guión: Steve Coogan y Jeff Pope, basado en la obra The lost child of Philomene Lee  de Martin Sixsmith
Casting: Leo Davis y Lissy Holm
Dirección de Fotografía: Robbie Ryan
Música: Alexandre Desplat
Edición: Valerio Bonelli
Director  artístio:  Sarah Stuart
Decorador del set: Barbara Helman Skelding

Diseño de Vestuario: onsolata Boyle
Diseño de maquillaje y peluquería: Naomi Donne

Productores: Gabrielle Tana, Steve Coogan, Tracey Seaward
Productores ejecutivos: François Ivernel y Cameron McCracken, hristine Langan, Carolyn Marks Blackwood
Diseño de producción.Henry Normal, Alan Macdonald
Compañías. Productoras: BBC Films, Pathé, Baby Cow Productions, British Film Institute (BFI), Magnolia Mae Films.

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Intérpretes:

Judi  Dench: Philomena
Steve Coogan: Martin Sixsmith
Charlie Murphy: Kathleen
Simone Lahbib: Kate Sixsmiyh
Anna Maxwell Martin: Jane
Neve Gachev
Sophie Kennedy Clark
Charlotte Rickard
Nichola Fynn

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Sinopsis:

Una joven irlandesa, Philomena, se quedó embarazada siendo adolescente, una huérfana acogida en un convento irlandes, (instituciones de las que dio buena cuenta Peter Mullan en Las hermanas de la Magdalena), fue violentada por las religiosas que le arrebataron su niño y lo vendieron, como tantos otros, a una familia pudiente norteamericana. Philomena pasó cincuenta años de su vida buscando a su hijo.


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Premios (Filmaffinity):

2013: Oscars: 4 nominaciones, incluyendo mejor película
2013: Globos de Oro: 3 nominaciones, incluyendo mejor película
2013: Premios BAFTA: 4 nominaciones, incluyendo mejor película
2013: Festival de Venecia: Mejor guión y Premio SIGNIS
2013: Festival de Toronto: Finalista al premio del público (Mejor película)
2013: Satellite Awards: 4 nominaciones, incluyendo mejor película y actriz (Dench)

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Crítica:

Aunque el material se preste a ello, Frears no hace un melodrama ni una película convencional. Utiliza la sutileza, es complejo, dosifica la emoción y aporta mucha gracia a la relación entre la inocente anciana y el quemado periodista. Judi Dench, esa actriz capaz de todos los registros y siempre magistral, ofrece un recital de sentimientos y humanidad. (Carlos Boyero. Stephen Frear nos regala un oasis. Diario El País  1 de septiembre de 2013)

"La historia de una mujer empeñada en encontrar 50 años después al hijo que las monjas le quitaron y 'vendieron' en adopción (¿les suena?) es fundamentalmente eso: puro melodrama. Desde el principio, la idea no es otra que hurgar en la herida, buscar en el espectador la más carnal, irreflexiva y cruda de las identificaciones. Y claro, se llora. Y eso, admitámoslo, gusta muchísimo. (...) Desde luego, nadie puede acusar a la película, ni a la propia interpretación de la actriz, de original. Nada de lo que ahí sucede se escapa a las pautas del llanto, del producto pensado y medido para hacer sufrir a las retinas. Pero, eso sí, y aquí la maestría de Frears se antoja irrefutable, con la habilidad suficiente para que apenas se note. La idea es que el espectador nunca se sienta agredido. Aunque, la verdad, algo de agresión hay. Es inevitable." (Luís Martínez. Judi Dench contra Sor María. Diario 'El País')

"Aunque el material se preste a ello, Frears no hace un melodrama ni una película convencional. Utiliza la sutileza, es complejo, dosifica la emoción y aporta mucha gracia a la relación entre la inocente anciana y el quemado periodista. Judi Dench, esa actriz capaz de todos los registros y siempre magistral, ofrece un recital de sentimientos y humanidad. Pero como es famosa y lo ha ganado todo, tal vez cometan ese error tan imperdonable y repetido por los jurados de los festivales de no premiar su trabajo. Existe mucha química entre ella y Steve Coogan, actor habitual en el cine de Winterbotton, que aquí no solo interpreta, sino que también ha escrito el guion y la produce. Philomena aporta un respiro muy agradecible en medio de tanto cine pretencioso y fofo." ( Carlos Boyero.Stephen Frears nos regala un oasis. Diario 'El País').

Dos críticas en el mismo periódico absolutamente contrapuestas, que evidencian la subjetividad implícita en la crítica cinematográfica. encerrada en la  praxis del periodismo especializado. Anna Petrus se coloca en el centro de este análisis.

"Sin  olvidar la obvia conclusión lacrimógena de la película, apoyada en la contenida interpretación de Judi Dench como Philomena, lo cierto es que la propuesta de  Stephen Frears resulta demasiado edulcorada hasta el punto de hacernos sentir que ese drama real, que ocurrió verdaderamente  y que tiene a unos protagonistas de carne y hueso, podría haber sido llevada a la pantalla de un modo mucho más hiriente en el sentido de provocar algún tipo de reflexión, incluso reacción, en el espectador. Seguramente el problema es que Frears no puede llegar a empatizar con el drama interno de Philomena y uno tiene la sensación de que éste le es realmente ajeno, que solamente está trabajando desde la distancia que los códigos de la ficción más institucionalizadas permiten." (Anna Petrus. Philomena. Rescatar del olvido. Dirigido por..., Marzo 2014)



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Comentario:

Stepehen Frears aborda un tema candente en los países que han padecido algún tipo de sometimiento a un estado feroz de clara confesionalidad religiosa, en el que la Iglesia ha utilizado su influencia y su poder para aplicar drásticamente su política vengativa y justiciera sobre masas empobrecidas y desempoderadas, a la vez que mostraba una total sumisión ante las clases privilegiadas, a las que no sólo se esforzaban por complacer en asuntos terrenales, sino que les suministraban hijos que robaban abiertamente a las pobres mujeres sometidas a su tutela, a las que acusaban de haber llevado una vida pecaminosa,  por la que debían pagar un tributo en este mundo. La propia monja que se hallaba al frente de este negocio abyecto estaba totalmente convencida de que este es el precio por una vida de placer, frente a la trayectoria de mujeres abnegadas que, como ella, habían pagado con sufrimiento su abstención del sexo, su castidad mantenida a lo largo de los años, para complacer a Dios.

Pero Frears no quiere presentar ante la sociedad un testimonio duro, de denuncia contundente, como dice Anna Petrus, postura que se hace evidente tanto en el fondo como en la forma: Philomena es una mujer muy católica, que busca al hijo que le arrebataron cincuenta años antes, y que, como el espectador puede conocer a través de un recurrente flashback, conoce incluso la identidad de las responsables, pero que quiere creer en la inocencia de éstas y en un incendio fortuito de los archivos, para no involucrarse en un enfrentamiento violento con la comunidad de religiosas. Esta mujer cree que el odio y el deseo de revancha perjudica más a quien lo siente. Quizás tenga razón, pero el problema reside en mantener una postura de encubrimiento de delitos que, amparados en la impunidad, siguen cometiéndose. Formalmente opta por un mix de texturas, una combinación con vocación documentalista de soportes informativos, cuyos productos son reunidos por un escritor ateo, Martin Sixsmith, interpretado por Steve Coogan, que pretende denunciar ante la sociedad, ignorante del tema,  este latrocinio ejercido por las monjas, cuyas víctimas eran chicas muy jóvenes, -algunas de doce o trece años, que llegaron a pagar con sus vidas el desliz sexual-, absolutamente inermes e indefensas. Aunque, en principio, el escritor respeta la voluntad de Philomena de mantener estos descubrimientos en la intimidad,  finalmente cuenta esta historia en un libro: The lost child of Philomene Lee . El testimonio de un hombre que regenta un bar da cuenta al escritor de un secreto a voces, un conocimiento profundo de los acontecimientos que se produjeron cincuenta años atrás y del  incendio de los archivos, para borrar todas las huellas, que circula en voz baja por la comunidad.

No se puede tratar un tema así  sin hurgar en la herida, sin que se note y sin que el espectador se sienta agredido. El simple enunciado, el develamiento de un hecho así deja sin palabras al que lo conoce, como ocurre con el sacerdote que protege a la monja, hasta que siente la vergüenza de su culpa. Frears es valiente al abordar el tema, pero procura no dañar, ni hacer llorar al que más que pena siente indignación; lo hace con sigilo, como un informativo de TV, que informa sin poesía, necesaria para implicar emocionalmente al público, lo que no nos hace sentir el melodrama. y no desdeña ninguna posición, ni la del que, siendo víctima, no quiere ver, ni la del que, por el contrario, cree necesario que la sociedad conozca las tragedias de que alguno de sus miembros ha sido objeto y no mire hacia otra parte. Pero el tono, la calidad de su denuncia, se hace visible en esa virgen, ese objeto horrendo, un producto de souvenir, mal hecho y peor pintado, que venden las monjas a quienes las visitan, que  el escritor regala a Philomena, para que lo ponga ante la tumba de su hijo, un gay muerto a causa del SIDA; la religiosa había procurado el bienestar económico del niño robado, que en EE.UU. había escalado hasta los alrededores de la Presidencia de los Estados Unidos, cerca de Reagan y George Bush, dentro del partido republicano, pero no había logrado apartarlo de la vida de pecado y 'desenfreno sexual' de que, afectadas por una obsesión febril,  acusaban a la madre. Finalmente, el joven había vuelto al lugar en que vio la luz por primera vez y sus restos reposaban en el pequeño cementerio del convento irlandés, en el que su madre había sido despojada de sus hijos.




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