La pasión de Cristo. Mel Gibson



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Ficha técnica:

Título original: The Passion of Christ
País: Estados Unidos
Año: 2004
Duración:  127 minutos

Dirección: Mel Gibson
Guión: Mel Gibson y Benedict Fitzgerald
Casting: Shaila Rubin
Dirección de Fotografía: : Caleb Deschanel, a.s.c.
Música: John Debney; supervisor: Peter Afterman
Edición: John Wright, a.c.e.
Directores artísticos: Daniela Pareschi, Nazzareno Piana y Pierfranco Luscri
Decorador del set: Carlo Gervasi

Diseño de Vestuario: Maurizio Millenotti
Responsable de maquillaje: Mario Michisanti
Maquillaje especial y diseño de efectos visuales: Keith Vanderlaan
Estilista de peluquería: María Teresa Corridoni

Productores: Mel Gibson, Bruce Davey, Stephen McEveety
Productor ejecutivo: Enzo Sisti
Diseño de producción: Francesco Frigeri
Compalía: Icon Productions

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Intérpretes:

James Caviezel: Jesús
Monica Bellucci: María Magdalena
Maria Morgenstern: María
Francesco Cabras: Gesmas
Francesco De Vito: Pedro
Luca Lionello: Judas
Mattia Sbragia: Caifás
Rosalinda Calentano
Pedro Sarubbi: Barrabás
Claudia Gerini: Claudia Procles
Sergio Rubini: Dismas
Hristo Jivkov: Juan: Poncio Pilatos
Hristo Naumov Shopov
Toni Bertorelli: Annas
Roberto Bestazzoni: Malchus
Giovanni Capalbo: Casio
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Sinopsis:

Año 30 de nuestra era. En la provincia romana de Judea, un misterioso carpintero llamado Jesús de Nazareth comienza a anunciar la llegada del 'reino de Dios' y se rodea de un grupo de humildes pescadores: los Apostoles. Durante siglos el pueblo judío había esperado la llegada del Mesias -personaje providencial que liberaría su sagrada patria e instauraría un nuevo orden basado en la justicia-. Las enseñanzas de Jesús atraen a un gran número de seguidores que lo reconocen como el Mesías, Alarmado por la situación, el Sanedrin, con la ayuda de Judas Iscariote, uno de los doce Apóstoles arresta a Jesús. Acusado de traición es entregado al gobernador romano Poncio Pilato, quien para evitar un motín, lo condena a morir en la cruz como un vulgar criminal.

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Críticas y comentario:

Estamos en vísperas de Semana  Santa y  periódicos y emisoras católicas de radio y televisión comienzan a difundir películas relacionadas con el martirio y la muerte de Jesús, el considerado por todos fundador del cristianismo, aunque se ignora por qué los paganos comenzaron a llamar cristianos a los seguidores de Jesús de Nazaret, ya que"el término Cristo no solo se utilizaba con los sacerdotes que eran mediadores entre Dios y la humanidad, sino también con los reyes teocráticos que eran representantes de Dios y adquirían de esa manera dignidad sacerdotal. Más tarde se aplicó a los profetas e incluso se vinculó con los patriarcas (Wikipedia). Hecha esta salvedad, la película elegida por un periódico para hacerla llegar a sus lectores, 'La pasión de Cristo' de Mel Gibson, levantó una virulenta polémica cuando invadió las pantallas, entre los que vieron en el film una forma de remover las conciencias y recordar al público que hubo un hombre, Jesús, Hijos de Dios, que dio su vida por ellos y cargó sobre sus hombros con los pecados de toda la humanidad; desde entonces más de uno cree que es impune y que haga lo que haga ya está perdonado, porque otro saldó sus deudas hace dos mil años. Por otro lado estaban quienes se vieron arrastrados al cine a ver, bajo la etiqueta del subgénero bíblico, una película gore que convierte en un pastelón las posesiones infernales de Sam Reimi y los creadores de remakes de sus trilogías demoniacas, en los que el derramamiento de sangre, a la vista de esta pasión,  parece un juego de niños.

Otros han querido ver un panfleto antisemita que supera la propaganda nazi, pero lo cierto es que Mel Gibson se ha protegido implicando en  la tortura a los soldados romanos que arrean al torturado sin compasión, y lo que es peor: sin justificación; nos vienen a la mente aquellas imágenes de 'La vida de Brian' de los  Monty Phyton que refleja de forma mucho más creíble los enfrentamientos entre judíos y cristianos, sin levantar ampollas. Cualquier ser normal, y, según la doctrina cristiana Jesús lo era y había sido enviado por su Padre con el fin de que padeciera como un hombre, no hubiera soportado la mitad de la carniceria que se ejerce sobre el cuerpo del Mesias,  inspirada por el desmedido realizador, cuyas carnes laceradas y sus huesos magullados soportan un cruz de un tamaño tan descomunal que, con las fuerzas íntegras,  nadie toleraría. A pesar de la literalidad del poco texto que aparece en subtítulos, pues le ha parecido más culto que cada cual hable en su lengua (arameo, latín...), se permite ciertas licencias totalmente ahistóricas, tanto en la práctica de la crucifixión, ejecución elegida por los romanos para castigar a los delincuentes, y que se practicó en el ajusticiamiento del esclavo Espartaco y sus múltiples seguidores, como en el significado de algunas acciones relacionadas con esta pena capital. Las últimas imágenes de Cristo , tratadas en postproducción de forma impactante, resultan escatológicas, espeluznantes y absolutamente masoquistas. Menos mal que los romanos no habían inventado la sierra mecánica; en su lugar Mel Gibson introduce cuervos que arrancan los ojos de crucificados aún vivos.

Por si faltaba poco, se presenta a Jesús como un diseñador de Ikea, que en su época de carpintero inventó la mesa alta, tal y como la conocemos hoy y las sillas también altas para sentarse cómodamente en torno a ella, en el lugar del antiguo triclinio de origen romano, en el que los comensales se tumbaban para comer. Su madre no ve clara la innovación. La idea feliz le debió surgir al realizador al contemplar el famoso cuadro de Leonardo Da Vinci que, en el Renacimiento, sentó por primera vez a Jesús de Nazaret y los Apóstoles alrededor de una larga mesa que, aunque favorecía la representación frontal de cada uno de ellos, entorpecía la confraternización y obligaba al pintor a realizar forzados escorzos, algo que, por otro lado, buscaba estéticamente.



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